El caballero retiro su sombrero, dejando ver su calva manchada por la edad y el sol, de la garganta le colgaba el cuero que se mecía de un lado a otro cuando marcaba el ritmo con sus pies, los redobles eran pausados, fuertes y separados uno de otro, describiendo una escena fúnebre. Sobre la mesa el cuerpo del occiso y dejando en el perchero la chaqueta, el señor buitre; ya soltaba plumas grises cuando se acercaba bailando a recibir el banquete, ojos amarillos y pico ansioso.
Oh el señor buitre, meneaba las caderas en su andar con la cabeza recubierta en deliciosa sangre, le goteaba la nariz tanto que parecía haberse bañado con ella, pero no, era que había estampado la cara entera en el plato principal y salido de el con el intestino colgándole en los dientes aferrado al cadáver, como si mantener las tripas fuera a darle vida.
Se paso la lengua por los bigotes con la piel resentida por la picazón del líquido rubí, había comido placido, escuchado buena música y bailado mucho también, se encontraba el señor buitre liberando su barriga de la fajilla que le impedía seguir comiendo, cuanto apremio le movía.
Complacido quedo, mas no satisfecho, los cielos le habían dado el hambre de cien y la paciencia de más, así entonces salió del lugar, sacudió de los hombros la chaqueta y con graciado ademan retribuyó por la comida, había muchos bailes más que lo esperaban con pitanza.
-Dime Viole ¿Es este nuestro verdadero destino? -
Violette estaba enferma de soledad, como una pintura vieja estaba desteñida y descarapelada, su cara de porcelana estrellada y en las manos el cuero flojo, el cabello reseco y los ojos hundiéndose cada vez más. La tristeza le había avanzado silenciosamente dentro, como humedad colada del techo, y nadie lo noto hasta que la marca pestilente y negra de moho apareció bajo el papel.
-Eres un desgraciado- respondió Nadine a la incógnita de el noble Edmond -por favor ya déjala ir- su Madam estaba en la cama tendida con los ojos abiertos mirando el techo, el lejano techo, tenía ya zurcida la marca en su frente y le había sobrado al médico piel para coser -ambos han caído en la locura, pero ella aún tiene salvación -de un lado su amiga y del otro su primer amor.
Nadine se arrojo a los pies de Edmond y le reverencio con la frente pegada al piso, pero aquel acto no causo más que asco -patética. Ambos- se ganó con amargura
-Puede ser cierto, pero por piedad, en algún lugar de tu cabeza está claro que ella no te amara jamás, ¿La dejaras partir con la muerte de esta manera tan cruel? -
El hijo de nadie abandono la sala después de soltar el hilo de cabello sobre el hombro de su amada, a pesar de que no lo mostro, a cada paso que daba una gotita de su torrencial corazón se derramaba, dejando así sobre el piso un camino claro para el ojo atento de un hombre desarmado.
Su amor, alguna vez tangible, se percibía ahora lejano y en llamas, no ardía en pasión y se consumaba frente a dios, mas bien era llevado de vuelta a la bóveda celeste para ser pulido y entregado a alguien merecedor, se desilusionaba, quedando hueco.
-Dejemos que muera entonces- sentencio frente a la puerta de entrada, hasta donde sus pies lo llevaron en ansia de huir.
La mañana siguiente, dentro de la biblioteca personal de mi contrario, me hallé repasando a lo lejos los títulos en los lomos de sus libros como una forma desesperada de calmar mis nervios, el mismo siervo que había traído a Nadine la semana pasada me levo a la finca con similares circunstancias.
Por las notas de la rubia, sabía que la enfermedad que aquejaba a Violette no había cesado, así que imagine, que un arrebatado acto de bondad, Edmond me convocaba para provocar un milagro.
-Muchos de estos los compre para ella- me llego su voz desde mi espalda ganándose mi mirada cruel y despectiva sin importarle esto en lo más mínimo -pero nunca llego a leerlos- continuo diciéndome casualmente -¿sabes leer Adrien?-
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Violette
RomanceDicen que su tatarabuela era bruja, porque sabía de hierbas y era mujer de ciencia, que su abuela seducía marineros en los puertos de Venecia a cambio de licor. Y su madre, bueno que decir de su madre, era una mujer de poca paciencia que atendía por...