Capítulo 16 Tinturas de sal

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-Cuando Christo me saco del orfanato lo que menos pensé es que terminaría en la finca del Duque Dean, cuando me presentaron ante él y me acepto como hijo adoptivo, entonces fue cuando entendí que no te vería en mucho tiempo, me enviaron al extranjero poco después; al volver pase otro año más buscándote, desearía que no te hubieras ido del orfanato- en ese momento la mirada de Viole estaba clavada en el tronco de un árbol a medio campo, intentaba ver que era aquello que parecía arrojar hojas por fuera de una madriguera -ya te he pedido perdón antes, pero si lo crees necesario pediré tu perdón cien veces más-

-Pides perdón por las cosas equivocadas, no debes pedir perdón por abandonarme, pide perdón por creerte con el derecho de irrumpir así en mi vida, a la que ya no perteneces-

-Ese sujeto Adrien debe ser muy buen hombre, para hacer que te olvidaras de mi-

-¿Quien dice que te olvide?- levemente inclino su cabeza, para que por el rabillo del ojo pudiera ver mi cuerpo a un lado de ella -todo lo contrario Edmond. Yo recuerdo absolutamente todo de ti, todo lo que te admiraba y todo lo que te amaba también. Pero no es ese sentimiento más que un recuerdo ya. Y no tienes derecho, ninguno, de exigir que lo traiga de vuelta o peor aún que lo reviva. Yo ya no te amo Edmond-

No hay manera alguna de explicarlo, el dolor que sentí, como si mi corazón se dividiera, como si pudiera vislumbrar como se separaba el tejido y me desangraba por dentro. Dolor como nunca antes lo he sentido.

-Dices eso solo por el rencor que me guardas, yo se Viole que hay un lugar para mí en tu corazón- me rehusé de manera enfermiza a que algo como aquello fuera verdad, algo imposible como aquello.

-No el lugar que quieres, ese ya está ocupado y puede ir en contra de todo en lo que crees o creías, pero es verdad-

-No viole, no lo es- tome su mano con fuerza, sus dedos parecían los tallos de un ramo de rosas yendo en direcciones diferentes, rojos por la sangre que se acumulaba al estar tan apretujados -yo soy quien soy por ti, estudie, trabaje duro para llegar hasta aquí, ni un solo día me permití renunciar con la esperanza de volver a ti... ¡yo cumplí mi promesa Violette! ¿Por qué no cumpliste la tuya? -

Intento soltarse, traer de nuevo a ella aquella mano tersa, pero no lo permití, el coraje estaba a punto de interponerse en nuestro juicio.

-Yo también cumplí mi parte, te esperé un año y otro y otro más y no volviste, me importa un bledo porque fue ¡no debiste prometer que volverías pronto! ¿Sabes cuánto perdí por ti? - la fuerza con que se puso de pie alcanzo incluso para hacer que me levantara de mi lugar -hui del orfanato para no volver a verte jamás, para no hacerte daño con la verdad... pero estas aquí frente a mi exigiéndome respuestas ¿De verdad quieres saber? ¿Quieres que te diga todo lo que gane y perdí por ti? ¿Por creer en ti? -

Aquella lejana tarde de primavera, mientras el Conde Didier paseaba por los pasillos del orfanato, diviso bajo el árbol la angelical figura de Violette recargada sobre el tronco completamente ensimismada con la historia que sostenía entre sus manos.

La piel blanquecina parecía reflejar el cálido sol y resaltaba entre el verde pasto como tesoro en la arena.

-Madre- casi empezaba a salivar viendo tal presa frente a él -¿Cuál es su nombre? - dijo señalándole -olvídelo, le daré uno nuevo de todas formas- la madre superiora parecía algo preocupada y le advirtió al Conde del terrible comportamiento que presentaba Violette.

Sabrá Dios si su intención era persuadirle pues el Conde Didier tenía su fama, pero aquel comentario fue tomado más como un reto por él, que era hábil cazador y que parecía ver reflejado un cervatillo en la faz de aquella joven.

VioletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora