Tenía toda la noche durmiendo, con eso llevaba dos días con los calores yendo y viniendo dentro de su cuerpo en sinfonías presurosas, ¿estaba sufriendo, estaba aún viva?, me lo preguntaba varias veces mientras la veía fruncir el ceño aun cuando las gotas de agua fría no dejaban de recorrer el curvilíneo camino hasta su cuello.
Estaba ahí tendida frente a mi sin regalarme su mirada, mientras yo, era un trapo sucio de cocina, un bulto en la silla al lado de la cama, tenía el cabello desordenado y las bolsas bajo mis ojos oscurecían aún más mi mirada, había venido Nadine varias veces durante la madrugada para querer relevar mi guardia, pero ahora que un hilo me salía del pecho y me unía al meñique de la Madam, no podía yo simplemente caminar lejos.
-Blemont...- escuche el susurro muy bajo, muy lejano, como en una alucinación causada por mi cansancio -Blemont- se repetía en mi cabeza una y otra vez.
-Debe estar muy cansado, no se separó de usted en toda la noche-
-Él es así de fiel, ¿no es verdad?-
-Espera, aun no debes- escuche con preocupación y solo eso me hizo abrir los ojos.
Tenía su mano, aun tibia sobre mi mejilla mientras apartaba de mi frente los mechones que caían, me acuno entre ambas manos como si fuera yo su más preciado bien y eso me despabilo por completo.
- Violette- le respondí ante gentil acto de misericordia a mi alma que moría por ella -vuelve a la cama-
-Eres tu quien debe ir a la cama, vamos- no niego que me costó lo poco de vida que me quedaba, pero mis piernas se movieron sin importar nada cuando mis oídos escucharon su dulce voz.
Me llevo pues a la habitación contigua, me hizo sentar a la orilla de la cama y se arrodillo para quitarme las botas, me recostó, arropo y sentándose frente a mí me acaricio una vez más la frente, quizá asegurándose de que no me hubiera contagiado, no supe más después de pasados los minutos, pues caí misericordiosamente sobre las plumas de mi almohada y el sueño invadió mi ser.
Después que me desplomé dormido Violette regreso a su cuarto, pues esperaba una incómoda conversación en su alcoba, donde Nadine ya estaba suplicando que la Madam no le negara su consuelo.
-¿Tenía razón?- la amarga pregunta le atravesó el pecho a la rubia y sus ojos azules se hicieron mares mientras asentía débilmente -esta nunca dejara de ser tu casa y yo no dejare de ser tu madre, si deseas volver a mí, eres bienvenida- Nadine se sintió débil de las piernas y cayó al suelo mientras se cubría la boca, las lágrimas le teñían de rojo las mejillas claras como la nieve y los sollozos le invadían los oídos.
-Mi señora, lo lamento tanto...- le suplicaba a la Madam por un perdón que le había sido otorgado, pero no creía merecer.
Violette la abrazo tiernamente y le pego el rostro al pecho para que ocultara su vergüenza de toda aquella curiosa que escuchara el llanto de Nadine. Cierto es que ella era mayor, pero Violette era su madre sin lugar a dudas, era ella quien le había dado cobijo y alimento, un nombre y un futuro, quizá no brillante pero mejor que el que tenía.
-Buenos días amo Adrian- escuche a Nadine decir en burla cuando entre a la cocina a la mañana del día siguiente.
-¿Tanto así eh dormido?-
-Desde ayer en la mañana y hasta ahora, ¿Por qué? ¿Quieres dormir más? la Madam ya está en su habitación ordenando de arriba abajo y tú sigues aquí con los ojos hinchados-
-¿Ordenando?-
-Ha sido convocada al palacio, el rey mismo le envió una carta- me respondió como un susurro, pero yo lo escuche como cien tambores marchando a la guerra.
-¿A dónde crees que vas?- le dije mientras abría la puerta de su habitación y dentro se encontraba guardando en un pequeño baúl su vestido más costoso -acabas de despertar de una fiebre y aun debes tomar tu medicina-
-Eso no impedirá que me decapiten por desobedecer al rey- debía llegar al castillo para ese mismo día antes del atardecer y presentarse por una orden secreta ante su real majestad.
-¿Qué busca el rey? Tiene tres años sin interesarse en ti-
-Bueno, al rey no le interesa nadie, solo buscara mujeres y ya, no es para tanto, además- dijo cerrando el baúl- me ha permitido llevar un chaperón-
Sabía que se refería a mí y ni siquiera le pregunté, salí corriendo del hotel para ir y volver de la casa con al menos un cambio de ropa.
Era cierto que últimamente el rey no veía más allá de sus propios intereses y era precisamente eso lo que me preocupaba, mientras envolvía lo mejor posible aquellas camisas dentro de mi bolsa, pensaba en todas las posibilidades que existían de que el rey quisiera apartarme de Violette.
"Mejor sería la horca" concluía una y otra vez cuando la imagen de mi Madam paseando por el laberinto de rosales del castillo ahondaba en mi cabeza.
Ella con esas sedas y el corsé casi destruyéndole las costillas mientras se espinaba con uno de los matorrales y volteaba y me veía a lo lejos, sin sonrisa y sin luz alguna en la mirada.
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Violette
RomansaDicen que su tatarabuela era bruja, porque sabía de hierbas y era mujer de ciencia, que su abuela seducía marineros en los puertos de Venecia a cambio de licor. Y su madre, bueno que decir de su madre, era una mujer de poca paciencia que atendía por...