Las hojas ya caían de los arboles tintadas de rojo sangre, cansadas de haber existido en el verano, exhaustas de su vida como la misma Viole lo estaba de esas negras paredes. El pasto seco debajo de sus manos y el viento que poco a poco se ponía frio anunciando el próximo invierno.
-Estas muy pensativa el día de hoy- dije mirándola a mi lado de reojo
-Es que no puedo parar de preguntarme ¿alguna vez saldremos de aquí? -
-Detén ya esa incógnita, el año siguiente podré salir como un adulto y te llevare conmigo, voy a encontrar un buen trabajo en el castillo y tendré dinero suficiente para comprarte hermosos vestidos y un montón de libros- reincorpore la mitad de mi cuerpo acostado en el piso y lleve a Viole a sentarse a zancadas sobre mis piernas, le tome la cintura y la contemple hermosa y pequeña –nunca te dejare atrás, eres lo más precioso que poseo-
-¿Qué posees?- ella me golpeo en la frente con su dedo –yo no soy objeto de nadie, soy dueña de mi misma, habla con cuidado o dejare de compartirme contigo-
Sonreí resoplando por la ternura que me provocaba verla de rojas mejillas y labios torcidos –tendré más cuidado, lo prometo. No dejare que nadie se entere de lo generosa que eres conmigo al darme tu tiempo, todo tu tiempo- ella comenzó a golpearme el pecho y ambos reímos a carcajadas.
La amaba y me amaba.
-No tienes porque verme de esa manera, no tienes por qué protegerme ahora, ya no soy una niña-
-Sí, ya no hay quien te arroje al barro o te quite los libros, pero hay peores, ahora desean quitarte cosas más valiosas-
Me delineo los hombros admirada por la anchura de mi espalda y luego puso ambas manos en mi cuello elevándolas lento hasta por debajo de mis oídos con sus dedos entre mi cabello –grand frére...-
-No, dices que ya no eres una niña, ya no debes llamarme de esa manera, no cuando tienes esos ojos contemplándome como a un igual-
-Edmond, este sentimiento creciendo en mi vientre cuando te veo ¿sabes qué es? -
Su incógnita me puso nervioso y hasta algo avergonzado -¿Qué sientes?- dije casi tartamudeando mientras mi respiración desatinaba.
-Teniéndote aquí tan cerca de mí, deseo besarte. Pero sé que, si me besas, te provocará pegarme a tu pecho, me sostendré de tu camisa, me faltará el aliento y ese sentimiento vendrá después, una especie de necesidad en mi vientre, un anhelo ¿sabes lo que es? –
-Has leído tanto de el que ahora ya no lo reconoces- la sujete más fuerte de la cadera aferrándome a mi juicio –es pasión y deseo, nace del amor que nos tenemos, parece que ha madurado junto a nosotros, eso es lo que sientes-
Se ruborizo y me sujeto de los hombros bajando la mirada –puedo sentirte también... entre mis piernas-
Caí en cuenta de cómo mi bulto se frotaba en ella, ansioso por sus palabras y mi volátil imaginación –perdóname- intenté ayudarla a levantarse, pero ella bajo de nuevo a mí y se estampo contra mi boca sujetándose de mi cabello en vez de mi camisa y batallando con su respirar al poco tiempo –espera...- dije entre mi poca cordura –nos verán- ella se detuvo en seco con las pupilas dilatadas y los dedos temblorosos.
-Edmond, eres un idiota- abrió los ojos sorprendida, se puso de pie y me golpeo en la cabeza antes de salir corriendo, dejándome solo. Era un estúpido en verdad.
Normalmente buscábamos la manera de sentarnos juntos en la cena o en durante la oración de la tarde, pero Viole fue obediente y se alejó junto a las otras mujeres, evadiéndome por su enojo.
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Violette
RomanceDicen que su tatarabuela era bruja, porque sabía de hierbas y era mujer de ciencia, que su abuela seducía marineros en los puertos de Venecia a cambio de licor. Y su madre, bueno que decir de su madre, era una mujer de poca paciencia que atendía por...