𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐈𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 - Psic. Quinn

- CONSECUENCIA -

Apartamento de Aysel
Manhattan, NY.

Estoy aturdida, he pasado una noche terrible dando vueltas por la cama. Dormía una hora bien y otra la pasé despierta. Desde anoche y durante esa mañana me he sentido más sola que nunca.

Jamás había discutido con mis amigas. Y si bien entiendo lo ocurrido entre Ivona y yo, nunca me esperé lo de Bella. Nunca creí que para ella sería tan importante lo de André, cuando ella ya tiene una relación estable con Oliver. No sé lo que pasa, no creí que sintiera algo verdadero por André.

André... apenas puedo creer lo que viví anoche con él. Que siempre nos sentimos atraídos por el otro y que apenas lo descubrimos. Un encuentro agridulce, porque quisiera estar volviéndome loca en la cama pensando en todo lo que hicimos y no puedo, la culpa ronda en mi cabeza cuando lo hago.

Miro el reloj al darme cuenta de que la mañana ya está por terminar, son las 11:55 am y me decido ponerme en pie. No puedo evitar recordar que, yo a estas horas, estaría llegando al Blue Bottle Coffe que está cerca de mi antiguo apartamento para encontrarme con él... con Joseph. Se hizo una costumbre.

Y como mi paladar y mi adormilado cuerpo me exige cafeína y la cafetera de mi apartamento sigue siendo un desastre, me doy una ducha rápida y bajo recordando que un Starbucks está cerca de mi nuevo edificio. Caminar hasta allí y dar una vuelta por mis nuevas calles, me hará familiarizarme con lo que tengo a mi alrededor.

Después de ponerme un pantalón de cuero, botas y mi abrigo para cubrirle del frescor del otoño que ya anunció la llegada a la ciudad, bajo y comienzo a caminar. Hay algunas tiendas lindas, una librería, un par de tiendas de diseñador del que me atraen varios modelitos del aparador, que me llaman llegar al regresar de mi paseo; y por fin me doy cuenta de que en la acera de enfrente, el café está justo en la esquina.

Espero prudentemente la indicación del semáforo junto a varias personas más, que como yo, esperan por cruzar y con mi vista al frente el corazón se me detiene. El caminar inglés y esos rizos dorados por el sol los reconocería en cualquier lugar.

Está en una llamada y la comisura derecha se eleva como si fuera a sonreír, camina directo en mi dirección pero no sé si puede verme porque ambos llevamos gafas oscuras. De repente, su rostro se queda fijo en mi dirección, creo que me ha reconocido y sigue caminando. Entonces recuerdo, que el edificio de su consultorio está apenas a dos calles de aquí, y por la hora, es normal que esté libre y recorra este lugar, pues era el par de horas libres que tenía para nuestro café.

El semáforo ha dado la indicación de continuar y las personas a mi alrededor comienzan a cruzar, me detengo tratando de perderme entre ellas, para no tener que cruzarnos completamente de frente. Y detrás de un hombre corpulento, encojo mi cuerpo y lo uso como escudo para llegar al otro extremo y entrar a la puerta de la cafetería como un fantasma.

Lo perdí completamente de vista entre el encontronazo de los dos tumultos y eso es bueno. Me acerco a la barra y un joven agradable pide mi orden, mocha blanco frappuccino. Cuando estoy pagando escucho la puerta abrirse y por el reflejo de una de las ventanas me doy cuenta de que es él y que camina para colocarse detrás de mí. Está haciendo fila para comprar su café.

Consiente de ello, y esperando que el chico me entregue mi recibo de orden, armo el plan perfecto para voltear a mi derecha y de esa manera no toparlo de frente, fingir que no me he dado cuenta de que está aquí.

—¿A nombre de quién? — pregunta el chico con el vaso y el plumón en sus manos.

—Aysel. — susurro apenas, como si él aún no se hubiera dado cuenta de mi presencia y tontamente me trato de ocultar.