- ECLIPSE -

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—¡Aysel! ¡Aysel! — Joseph repetía preocupado ante el absoluto silencio.

—Aquí estoy, ya... ya le di la dirección al chofer. — dije nerviosa sin perder de vista a la camioneta que se mantenía detrás de nosotros, aunque con cierta distancia.

—Bien, dile que de varias vueltas antes de llegar, como si buscara un lugar para estacionarse, tengo un plan.

—Espera te pondré en altavoz. — lo hice para que así, Noah pudiera escuchar sus indicaciones.

Y mientras Joseph y él se ponían de acuerdo en un plan que no me terminaba de quedar claro, confirmaba que Noah tenía razón con respecto a la camioneta, se separó un poco de nosotros.

—Señorita Ágata, ¿está bien? — Noah no solo se preocupaba por el camino.

—Si, hagamos lo que él dice. — le reiteré y el plan se puso en marcha y cambió a la nueva ruta.

—Ágata no vayas a colgar la llamada. —Joseph entendió que frente al chofer debía llamarme por mi nombre "artístico".

—No, aquí estamos.

—Estoy casi llegando al lobby, mantengan la velocidad, ¿la camioneta sigue ahí?

—Si, pero se alejó un poco, y mantiene una distancia prudente. — Noah le respondía.

El momento llegó, la indicación era que la camioneta haría una semi parada donde Joseph estaría esperándome, yo abriría la puerta y bajaría rápidamente para que la camioneta siguiera su curso. Una parada de bus, sería nuestra aliada para que nos ayudara de camuflaje.

Entonces la suerte nos sonrió. Un auto se colocó en medio de ambas camionetas tapando la visibilidad para la que nos venía siguiendo. Y justo en el momento, Noah me indicó que abriera la puerta.

Di un pequeño salto y las manos de Joseph me sostuvieron y jalaron hacia su cuerpo, dimos una pequeña vuelta que nos colocó detrás un árbol. No sé ni en que momento cerró la puerta del auto y se fue. Me quedé con la cara escondida en su pecho esperando indicaciones, confiaba en lo que ambos habían orquestado.

—Se fue... la camioneta la está siguiendo. Funcionó. — Joseph susurró. —Ven, vamos dentro.

Levanté la mirada y pude ver por la avenida que tenía razón, ambas camionetas seguían el curso normal, pero no pudimos distinguir el número de la placa. La estrategia al estilo "Misión imposible" había funcionado.

Entramos al lobby y llegamos a la puerta del ascensor.

—Espera, ¿a dónde vamos? — pregunté imaginando que iríamos al sótano por su auto.

—A ponerte a salvo.

—Debo tomar un taxi que me lleve a casa antes de que regresen, ¿qué pasa si se dieron cuenta que me bajé?

—Por esa razón es que debemos subir. — Joseph tomó mi mano, entramos y presionó el botón del piso 45.

Ahora estaba mucho más nerviosa.

Mientras subíamos, vi que llevaba un pantalón de pijama y una playera simple, y recordé que me había comentado que ya estaba en cama. Estoy a punto de entrar a su apartamento.

—Quiero ir a casa. — le dije mientras buscaba su mirada.

—Tenemos que asegurarnos que estás a salvo, que el chofer te indique lo que pasó y entonces tomaremos una decisión. Además, estás muy nerviosa, no te dejaré sola así. —me abrazó y no me pude negar.

𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐈𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 -  Psic. QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora