𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐈𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 - Psic. Quinn

- TORMENTA -

Miro a través de la ventana en el silencio sepulcral que acompaña a quienes vamos dentro de la camioneta. Cada centello y color de las luces que cuelgan de los árboles y edificios me recuerdan a él. Pero al pasar cerca del centro Rockefeller y puedo ver el enorme árbol navideño, me parece lo más hermoso que he visto en la ciudad.

Desde que era una niña y ocurrió esa gran tragedia en mi vida, por obvias razones dejé de poner atención a los artilugios navideños de esta época. Extrañamente, esta fría noche noto todos y cada uno de ellos en las calles de la ciudad.

Después del incómodo momento vamos de regreso a casa. Bella se mantiene abrazada a mamá con los ojos cerrados y ella le acaricia con ternura. Me duele como sé que les duele a todos y no hay mucho que podamos hacer por ella. Nadie sabe qué palabras utilizar y ahora entendemos que la propuesta de André y su madre tenían una razón de ser.

Los planes de la cena en el apartamento de Jamie, quedan completamente cancelados. El camino a casa es largo e incómodo. Oliver va al frente con el chofer y la vena hinchada en su sien es la señal que siempre nos ha indicado cuando algo no anda bien con él.

Cuando entramos a casa, los chicos de seguridad traen consigo varias cajas de pizza que pararon a comprar seguro por indicaciones de Oliver. Ivona es la primera en lanzarse por un trozo que devora porque alguien se lo ha estado exigiendo la última hora, seguramente.

Bella ni siquiera la mira, coje su pequeña maleta en la que llevaba parte de su vestuario y camina a su habitación. Oliver me mira y yo le hago la seña de que no es buen momento. A ella le tienes que dar un espacio en estas cosas. Lamentablemente lo sé, porque las dos primeras veces así fue, no quiero imaginar lo que significa ahora que es un hecho que nunca podrá entrar a la compañía de ballet de la ciudad.

—Tranquilo, Oliver. — paso mi mano por su brazo para reconfortarlo. —Ella necesita su espacio ahora, nunca nos permite estar allí hasta después de un rato. — suspira no muy convencido de mis palabras.

—Es peor si está sola; ella ha creído que lo está desde que se hizo cargo de su familia. Pero su familia ahora soy yo. Me quedaré en silencio si es necesario, pero ahora me tiene a mi para protegerla.

Y sin más va tras ella. En el fondo me alegra, porque Oliver no es el tipo de hombre que la dejaría sin más y es todo lo que Bella necesita ahora y siempre. Creo que de las tres es quien tiene más estable su situación sentimental.

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Cuando Oliver abre la puerta, se encuentra con una Bella paralizada frente al espejo. Él la observa en silencio en espera de una reacción a su llegada, pero ella ni se inmuta.

—Dijeron que mi cuerpo no es el adecuado. — Bella comienza a hablar. —Que soy muy voluptuosa para el ballet clásico; demasiadas tetas y trasero para ellos. — añade. —El cuerpo que veneran en el bar, parece que me estorba aquí. — por un momento el silencio los invade, hasta que los pasos de él suenan en la duela.

—Pues yo pienso que son unos imbéciles. — se acerca a ver el reflejo de ella en el espejo. —Tu cuerpo es perfecto; eres arte sobre las tablas de un teatro como desnudándote arriba de un escenario. — le toca la cintura. —No puedes creer su excusa tan absurda. — ella cierra los ojos.

—Sin embargo, se acabó. Por fin tengo que aceptar que no estoy hecha para esto. — la nostalgia se puede percibir en su voz y comienza a deshacerse el peinado.

—Lo eres, eres más que suficiente; pero sus prejuicios los harán perderse de la mejor bailarina que esta ciudad les puede dar.

—No debí hacer esa audición. Las dos primeras veces me debió quedar claro su negativa.