- CÓMPLICES -

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—No me interesa verlo. — me repetía una y otra vez tratando de convencerse a sí misma. —Sé porque está aquí y no quiero saber nada de él. — son las palabras de Bella cuando subimos a la camioneta con Noah rumbo al bar.

Parece que ésta es la semana de la reaparición de los padres desaparecidos que nadie esperaba ni quiere ver.

Recuerdo muy bien la historia de Bella. Su padre los abandonó cuando ella aún era una niña. Ella y sus dos hermanos se quedaron bajo el cuidado de una madre adicta a la que le preocupaba más comprar un par de gramos de polvo que un litro de leche. Que ellos hayan sobrevivido a una vida así... es un milagro. Y ese milagro fue gracias a ella; a su atención, cuidado y madurez para esquivar los peligros de los que eran presa.

Entiendo perfectamente que no lo quiera ver.

—Pediré a Oliver que regrese la seguridad en el edificio, para que no vuelva a subir o quedarse rondando por allí. — le informo para que eso la haga sentir más tranquila, pues no ha dejado de mover las piernas como reflejo de la ansiedad que la está dominando.

—Por favor no le digas lo de mi padre, solo dile que viste algo raro, no quiero que él se involucre en esto.

—Bella, me estás asustando. ¿me tengo que preocupar? — la cuestiono porque la amo y juro que no podría con una chica más encerrada en su habitación. Además Luna tendría que trabajar horas extras.

Lo piensa y lo vuelve a pensar; mira por la ventana y luego me ve a mí con los ojos hechos agua.

—Quiere mi riñón. — sus palabras salen llenas de la más pura indignación. —La semana pasada buscó a mis hermanos, pero ellos aún son jóvenes y los hijos que tuvo con su otra mujer son unos niños, así que yo soy su única opción.

—¿Y por qué no se une a la lista de espera para trasplantes? —pregunto ignorante del tema.

—No la hay, no hay lista de espera para un hombre alcohólico. Esas personas no tienen derecho a pertenecer a ella y sus familiares son su única esperanza. Solo por eso está aquí.

¡Hijo de puta!

Ahora yo también estoy llena de indignación e ira. Pero la conozco y sé que no se atreve a enfrentarlo por una razón.

—¿Por qué no lo encaras y te niegas rotundamente? Dile que "no" para que te deje en paz.

No puede responderme, porque algo viejo y amargo la hace llorar; pasa una y otra vez las manos deteniendo las lágrimas que quieren correr por sus mejillas; no es que no quiera que yo me dé cuenta, es que hay una lucha interna dentro de ella.

—Porque no tengo el valor. — responde.

La abrazo porque sé que lo necesita. Bella ha sido responsable de cuidar a tantas personas a su alrededor que ha dejado de ver por sí misma para ayudar a los demás. Sus sueños siempre se han retrasado por anteponer el bienestar de los que la rodean. Lo hizo con su familia y sé que lo hace con nosotras. Ahora mismo lo hace con Ivona, porque de las dos es a la que más le costaba desprenderse del apartamento hasta que llegó Mara.

—Quizá mañana. — le susurro para tranquilizarla y permanecemos así hasta llegar al bar.

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N.Y.E. Bar.
Manhattan, NY.

Vacío... eso es lo que siento cuando recorro el salón principal del bar. Han retirado la mayoría de las mesas y las barras laterales. Hasta creo que mi suspiro provoca un eco en el lugar en que antes estaba lleno de luces, gente y música; hoy me siento tan pequeña en el.

𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐈𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 -  Psic. QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora