- #Ayseph - (Segunda Parte)

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Nota: Primera parte fue publicada hace unas horas. Evita perdertela. 

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El tiempo pasa y permanezco con los ojos cerrados para que todo pase más rápido, para que el aire sea más ligero y duela menos. De repente soy consciente de que el auto no ha frenado por algún tiempo y me parece extraño. Cuando creo que pasan más de 40 minutos, me convenzo de que algo está mal.

Abro los ojos y me encuentro con un paisaje completamente distinto al de la ciudad. Los grandes árboles, naturaleza y la carretera es lo único que puedo ver. No vamos al aeropuerto.

—¿A dónde vamos? — rompo el silencio pero no tengo respuesta de su parte. —Joseph, esto no es el camino al aeropuerto. — lo observo esperando que reaccione, pero es el mismo de esta mañana; inmóvil, concentrado en el camino y ni siquiera me ve. —¿Hablaste con Oliver? ¿Acaso vamos al aeropuerto de otra ciudad? Es que esto no es lógico.

Es inútil, hablar con la pared es lo mismo que intentar obtener una respuesta de su parte. No tengo la menor idea de dónde estamos, no hay señalamientos y la carretera es cada vez más estrecha.

Media hora después, la luz apenas entra por los árboles. Las aguas del río Támesis aparecen frente a nosotros y llegamos a una casa escondida detrás de una colina. Se estaciona sobre la entrada de coches y apaga el motor.

Desciende de la camioneta con la misma actitud y sin decir una palabra. Baja mi maleta, pero mi sorpresa llega cuando veo que también baja la suya. ¿Pero en qué momento la subió?

Camina hasta la puerta rodando ambas maletas, pero me niego a creer que me está forzando a quedarme con él. Bajo para seguirlo y obtener si o si una respuesta.

—Joseph... Joseph. — me le planto con seriedad en su camino y por fin me mira. —¿Qué hacemos aquí? — sus ojos me fulminan y no puedo culparlo por ello.

—Estoy cuidando de ti, como se me fue encomendado. — extiende la mano y coloca un código que quita el seguro para hacer abrir la puerta, cuando la empuja me cede el paso para entrar y espera a que lo haga.

Miro hacia dentro y después lo veo a él.

—Prometiste que me iría cuando yo quisiera. — reclamo con justa razón.

—Y es por eso que estamos aquí. Te dije que nos iríamos, pero en ese momento no te brindé opciones. — esta versión que estoy conociendo de Joseph no acepta una negativa.

—Por favor, déjame hablar con Oliver. — intento que el camino sea pacífico y poder fraguar una tregua.

—Oliver está ocupado. Tuvo que amarrar a Bella a una cama porque anoche se le escapó. Así que, si no quieres que tome ese tipo de medidas, por favor... entra.

¿Bella escapando? ¿Por qué no me sorprende? Solo falta que Ivona esté arrastrando del cabello a alguien.

No tengo otra opción. Miro hacia la calle y no hay civilización o algún alma que pueda ayudarme en kilómetros. Veo dentro de la casa y solo auguro momentos de incomodidad y frustración para ambos.

Hago contacto una última vez a sus ojos y giro a mi derecha caminando hacia la carretera. Cierro mi abrigo al tiempo que dimensiono el tamaño del momento impulsivo que acabo de tener.

Por fortuna no hay gritos y mi nombre no es mencionado cuando mis pasos se aceleran en el asfalto. Calculo la luz del día y sé que cuento con aproximadamente cuatro horas de luz solar para encontrar a alguien que me pueda llevar a la ciudad.

Alejarme de él lo más pronto posible hará que la agonía no se prolongue. Terminar con esto para ambos es el objetivo.

Agradezco conocer de memoria el número de Oliver, sé que basta con una llamada suya, alguien vendrá a buscarme y me ayudará a salir del país aún sin mi pasaporte.

𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐈𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 -  Psic. QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora