Miro los autos y las luces en movimiento por la ventana. Son casi las dos de la mañana y yo estoy muy cansada... física, mental y emocionalmente. El silencio en el auto no es incómodo, pero es el reflejo de que todos estamos bajando de nuestro episodio alto de alerta y ansiedad.
La mano de Ivona toca mis nudillos y me trae al aquí y ahora. Me giro hasta encontrar su rostro y la comisura de su boca se eleva.
—¿Cómo estás? — susurra tan bajito que los chicos enfrente no se dan cuenta.
—Bien. — digo en automático, como la típica respuesta que el cerebro expulsa para no indagar en los verdaderos sentimientos. —¿Y tú?
—Estaré mejor. — se toca la cara.
Tanto Bella como Ivona conocen algo de mi historia. Nunca les conté quién ni cómo, pero saben que fui víctima de abuso sexual, y obviamente, fueron testigos del primer incidente en el bar.
—Sé que no podemos estar en comunicación, pero ellos sí. — mira hacia adelante. —Así que... no importa la hora, si necesitas algo... dile a Joseph que le llame a Connor.
Asiento y el auto se detiene. Los cuatro bajamos del vehículo y ya hay movimiento en el edificio. Poco a poco los clientes abandonan el lugar de manera discreta tras declarar que todo está bajo control.
Connor se acerca a mí y va abriendo los brazos, sin pensarlo me fundo en ellos y cierro los ojos.
—Lo lamento. — me susurra. —Lamento tanto que no hayamos llegado a tiempo.
Joseph e Ivona también lo hacen entre ellos.
—Tienes que cuidar ese rostro, mañana estará hinchado... no te asustes. —Joseph le advierte a ella.
Después de los abrazos hay un silencio incómodo entre los cuatro.
—No sé porqué no puedo ir con ustedes. — Ivona dice mientras me mira.
—Porque estás a mi cargo, señorita, y eso no se le va a discutir a Oliver. — Connor levanta las cejas. —Oliver manda.
Joseph y yo nos aguantamos la sonrisa y ella cruzando los brazos camina hacia la camioneta de Connor. Él nos mira a manera de despido, le toca el brazo a Joseph y va con ella.
—Mis cosas están dentro. — le digo a Joseph y no sé porque, pero me siento un poco avergonzada.
—No creo que nos dejen entrar al edificio ahora, vamos a casa y esperemos instrucciones de Oliver. Él seguro me llama.
—¿Podemos ir a mi apartamento por ropa?
—No. — su mirada me intimida, no sé porque pero quiero que deje de hacerlo. —Nos pidieron que fuéramos directamente a nuestras casas y esperemos indicaciones.
Asiento sin el valor de verlo a los ojos. Me abre la puerta del auto y subo. De manera inconsciente dejo los zapatos y subo mis pies al asiento, abrazo mis rodillas y me recargo sobre la puerta.
Camino a su apartamento no hay una sola palabra, no hay una conversación y su mirada se mantiene al frente. Pero algo llama mi atención cuando veo el portavasos y puedo distinguir el envoltorio clásico con el logotipo de nuestra cafetería.
Son mis galletas favoritas.
El corazón se me hace pequeño, porque sé que ese detalle era para mí y los cafés que ahora deben estar fríos, seguro eran para los dos.
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Apartamento de Joseph.
Manhattan, NY.Cuando llegamos y me abre la puerta de su apartamento, sigo envuelta en una sensación de vergüenza.
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𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐈𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 - Psic. Quinn
Romansa-Cierra los ojos y confía - me dijo. Lo hice, nos perdimos, cruzamos la línea y rompió su ética profesional. Desde ese momento...todo se fue a la mierda. (+18) ------------------------------------------------------------------ La palabra RESILIENCIA...