CAPITULO 3

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Aquella tarde, fuera de la costumbre Rin salio de casa en busca de aire fresco, pues luego de tanto estar en su casa sentía que se ahogaba así que decidió ir en busca de un helado, realmente odiaba admitirlo pero aquella adicción que tenía por dulces era tan fuerte que había provocado la perdida de inhibición frente al tema, situación que ahora la tenía ahí. Estaba sentada en una mesa cerca de la entrada, completamente sola pero disfrutando de sobremanera un simple cono de vainilla que desde el primer bocado había dejado en ella una sensación de satisfacción total, satisfacción que lamentablemente se vio interrumpida cuando detrás de ella logro escuchar una voz muy conocida, aquella voz que desde hace casi cinco años no podía sacar de su cabeza.
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- ¡Pequeña! pero que gusto verte aquí- anuncia el hombre mientras camina hasta la mesa de la chica.

- Sesshomaru...- susurra Rin en medio de un susurro.

- Hace días que no te veo en casa de Kagura- habla el mayor de forma expectante.

- K.... A Kanna le dieron vacaciones en la escuela así que me tomé un tiempo para mí- habla la menor con dificultad.

- Me alegra que te encuentres bien... Hace mucho que no platicamos en serio, parece que ya no te agrado- habla el hombre con un puchero mientras se sienta en la silla que estaba justo al frente de la mujer.

- No es eso, es solo que... Es solo que ya no tengo tiempo para desperdiciar- responde la castaña.

- Parece que has crecido bien, aún recuerdo cuando eras una adolescente asustadiza- confiesa el hombre en medio de una risilla.

Acción que deja a Rin perpleja, el saber que aquel hombre recordaba aquellos momentos dejo en ella un mal sabor de boca, pues antes no era precisamente la más agraciada o decidida, más bien se trataba de una adolescente que dejaba ver su miedo por el futuro, así era ella... Y lastimosamente cuando ellos se vieron por primera vez ella era así.

- Era más joven, ni si quiera sabía a qué me podía dedicar- responde la chica evitando la mirada del peli plata.

- Pues me alegro de que tomarás la decisión correcta, eres una joven deslumbrante y tú hermano tiene grandes motivos para adorarte como lo hace- anuncia el Taisho con una sonrisa.

- No creo que eso sea cierto...- susurra Rin con las mejillas sonrojadas.

- Creeme que es cierto... Para Naraku y Kagura no hay mejor ejemplo para Kanna que tú, estás en todas sus reprimiendas- inisiste el hombre mientras se inclina un poco para quedar más cerca de Rin.

- Y tu que haces aquí- pregunta la chica tratando de evadir aquel tema que en el momento le causaba incomodidad.

- Pasé a comprarle algo, a alguien...- responde en un tono misterioso.

- Acaso a alguna novia- pregunta Rin con nerviosismo.

- Creo que aún no lo consideraría así pero... Si alguna vez adopta ese título, creeme que tú serás la primera persona a la que le pida su aprobación- responde el hombre con una sonrisa.

Sin embargo en medio de aquella inocente confesión el no se percató de como poco a poco el corazón de Rin comenzó a hacerse añicos, aquellas palabras de las que tendría que estar acostumbrada aún provocaban dolor en ella, pues para una mujer enamorada la resignación tarda mucho en llegar y ella estaba profundamente convencida de que a medida que pasaran los días aquel dolor se intensificaria, aunque por ahora solo le quedará fingir indiferencia ante las palabras pronunciadas con anticipación por el hombre.
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- Realmente sería un honor para mi... Si haces eso- susurra con un tono de voz casi inaudible pero que a duras penas el albino logro escuchar.

- Sucede algo- pregunta Sesshomaru me tras la observa con confusión.

- ¡No! Por supuesto que no, es solo que desde hace días he estado teniendo problemas con mi voz... Ya sabes, cosas de ser maestra- dicen la chica mientras juguetea con sus dedos por debajo de la mesa.

- Deberías atenderte eso- sugiere el hombre.

- Si... Debería- repite la castaña con la mirada casi perdida. - Ya me tengo que ir Sessh, tengo cosas que hacer- anuncia la chica mientras se levanta con desesperación, provocando así que tropiece y casi caiga al suelo.

Pero debido a que reforzó su agarre en la esquina de la mesa aquello lo sucedido.

- Estás bien pequeña, deberías tener más cuidado- dice Sesshomaru mientras la mira expectante.

- Si... Tan solo fue un momento de torpeza- responde la chica en medio de una risilla. - Fue un gusto verte- finaliza mientras camina hasta la salida.

- Por que mejor no me esperas, compro el pastel y te llevo a casa- sugiere el hombre mientras la toma de la muñeca casi obligándola a acompañarlo hasta el mostrador.

- No hay necesidad- insiste la chica.

- Claro que sí Rin, y no me lo discutas... No me voy a ir tranquilo sabiendo que te dejo ir en ese estado, quizás te pueda pasar algo de camino a casa- responde el mayor con seguridad.

- Por Kami Sesshomaru, estoy bien... Quizás aquella chica ya te está esperando y no es bueno hacer esperar a una dama-  responde Rin le tras se zafa del agarre que el albino tenía en su muñeca y da dos paso atrás.

- Eres tan testaruda niña- responde el Taisho con frustración.

- Cuántas veces debo decirte que ya no soy una niña- responde ella con el entrecejo fruncido.

- Pues actúas como una, además... Ya te dije que el tema no está en discusión, te llevaré a casa así que espérame- responde el hombre dándose la vuelta y pagando su pedido.

Aproximadamente cinco minutos después ambos se encontraban en el auto del mayor, a pesar de que ya no estaban enojados por aquella microdiscucion que tuvieron minutos atrás, ambos no se dirigían la palabra... Al menos hasta que dos cuadras después el hombre hablo.

- Disculpa si me exalte... Pero sabes que te tengo mucho aprecio, y a veces me enfurece que me evadas, me tratas como a un desconocido- se justifica el hombre.

- Discúlpame a mi también, se que suelo ser dificil a veces... - responde Rin mientras mira hacia la ventana.

En ese momento ambos ríen, así había Sido desde que se conocieron y a pesar de los años y de la indiferencia del peli plata hacia los sentimientos de Rin, aquella chispa que siempre habían tenido aún permanecía intacta, y eso provocaba esperanza en Rin... Aquella esperanza que cada día se desvanecía un poco más.
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- Llegamos- informa el hombre.

- Muchas gracias por traerme a casa, deseó que te vaya bien con ella... Ey, y preséntala pronto- dice Rin mientras abre la puerta para bajar.

- Lo prometo- responde el peli plata en medio de una risilla.

Luego Rin bajo e ingreso a casa, sin embargo no se despegó de la ventana hasta que el auto partió y una vez este lo hizo no dudo en subir casi corriendo hasta su alcoba par dejar salir aquel nudo de sentimientos que abarcaban su pecho, ni si quiera ella misma lograba entender como podía fingir estar feliz mientras que por dentro se sentía miserable, quizás aquel don lo había adquirido con el tiempo... Y con la experiencia de vivir en un amor unilateral.
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CONTINUARA...

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer preciosuraaa. ♥️♥️♥️

Tu dulce presencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora