CAPITULO 10

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El pasar de los dias marco el inicio de algo que Rin jamás espero, la indiferencia...

Un muro de indiferencia se había formado entre su hermano y ella pero no solo eso, por alguna razón desde aquel día en el que su hermano discutió con Kagura a causa de ella, su relación con el pelinegro parece haber decaído por completo y eso había causado en Rin un cierto rencor, como era posible que por una simple diferencia de ideas comenzará a tratarla con indiferencia, realmente no lo entendía pero tampoco estaba dispuesta a hacerlo... porque ya estaba cansada de sentirse culpable por todo, y está vez no cedería, no pediría  perdón por un error que no cometió.
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- Buenos días- anuncia Rin mientras pasa frente a su vecina.

- Buenos días cariño- responde una mujer de unos aproximados sesenta años.

- Como está señora Kaede, como le fue Noruega con su hija- inquiere la chica mientras se acerca a la mujer mayor.

- Muy bien querida, mis nietos son una adoración, pero ya extrañaba mi casa, y a mi querido Mioga... Ese viejo terco no quiere salir de Japón- suelta con resignación la mayor.

- Me alegro mucho que le fuera de maravilla en su viaje, y que el señor Mioga está bien- responde la joven.

- Y tus padres como están- inquiere la señora.

- Muy bien gracias, salieron a desayunar hace aproximadamente una hora- es lo único que dice la chica.

- Que bueno, entonces no te quito más tu tiempo... Deberías de venir a visitarnos pronto, sabes que puedo preparar esas galletas de café que tanto te gustan- dice la mujer mientras camina hasta su casa.

- Claro que sí, será un placer- responde Rin mientras camina hasta la parada de autobuses.

Mientras caminaba Rin no pudo evitar dejarse llevar por su mente, aquella señora era tan cálida y amable mientras que su esposo era todo un cascarrabias a simple vista, sin embargo una vez los conocias bien y tratabas con ellos podías percibir que no hay persona que amé más a Kaede que su esposo Mioga, aquel señor terco y de pocas palabras dulces adoraba a su esposa más que a nada y aunque no compartieran los mismos gustos y pasatiempos de alguna manera se complementaban de una forma perfecta, desde que era niña para ella fue imposible no sonreír cuando veía a aquella pareja, pues sus padres siempre le dijeron que no existía más muestra de amor que esa, respetar y anhelar los gustos de tu pareja como si fueran tuyos, aunque no desearas lo mismo porque se supone que así funciona el amor, hace que lo improbable sea probable y que lo imposible se vuelva posible.
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Una vez tomo el transporte público y llegó a su destino, que era el colegio donde trabajaba para asistir a la primera reunión de docentes del nuevo año escolar. Una vez que acabó la jornada  fue hasta un centro comercial en busca de nuevas prendas, pues pretendia cambiar varias de esas camisas desgastadas que la institución tenía como uniforme del cuerpo de docentes, en su reemplazo compró otras de color blanco y varias faldas de dobladillo que le llegaban hasta las rodillas, también se interesó por varios tacos de colores nude que aunque no solia utilizar una vez los vio decidió que aquel año quería probar cosas nuevas, como cambiar su estilo y usar más tacos; luego de pagar fue hasta la plazoleta de comidas y aunque preferiría algo de comida salada una vez vio el puesto de helados no pudo resistirse, fue hasta ahí y se pidió un como de helado de frutos rojos con chispitas de colores, se sentó en una de las mesas y disfruto aquel dulce como si fuera la primera vez que lo probaba, cada vez que comía helado se transportaba a su niñez y ahí se olvidaba de todos los problemas que la acechaban, recordaba los fines de semana de asado junto a sus padres y hermano, cuando jugaba todo el día sin zapatos y no tenía ni una sola preocupación, cuando la talla o el como iba arreglando tu cabello no era un inconveniente, cuando no habían motivos para ser feliz, simplemente lo eras y ya...
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Salió de sus pensamientos cuado noto que solo le quedaba un trozo de barquillo así que se levantó, tomo sus bolsas y camino hasta la salida del lugar, está vez tomo un taxi pero se desvío hasta la casa de su hermano para entregarle a Kagura algunas cosas que compro para Kanna, vio varios accesorios para el cabello y fue inevitable no imaginarlos en la cabellera de su sobrina así que no lo dudo y los compro para ella.

- Hola!- salida efusivamente la castaña a su cuñada quien la miraba con una sonrisa.

- Que gusto verte- le responde la pelinegra mientras le da paso a su cuñada para que ingrese.

- Traje algunas cosas para Kanna- anuncia la joven mientras le entrega una pequeña bolsa a la mayor.

- ¡Oh! No era necesario, muchísimas gracias- responde Kagura.

- Son algunas accesorios para el cabello, ganchitos y diademas que me parecieron muy bonitas- confíesa la castaña.

- Le van a encantar, le gusta todo lo que le das- le asegura la mayor.

- Y ella, dónde está- inquiere la chica.

- Salió con Nara a comer helado, hace días se lo prometió y sabes que ella no olvida nada - le informa la mujer en medio de una risilla.

- Y porque no fuiste con ellos- inquiere Rin con recelo.

- Es que quede con Sesshomaru que vendría a hablar de algunas cosas conmigo, pero aún no llega... Tal vez se le presentó un inconveniente- le responde la peli negra mientras ingresa a la cocina y sale a los segundos con un vaso de jugo de moras.

- Llegaste en el momento oportuno, Nara trajo moras ayer y hoy hice algo de jugo- confiesa la mujer mientras le extiende el vaso a su cuñada.

- Que rico- dice Rin mientras toma un sorbo.

- Sabía que te gustaría- responde la mayor.

- Rin, te puedo hacer una pregunta- inquiere de repente la pelinegra.

- Por supuesto- le responde la castaña aún saboreando el jugó.

- Ya que tú eres muy amiga de Sessh... Acaso has notado que actua de manera extraña desde hace varios días- pregunta la mayor.

En ese momento Rin siente que estaba a punto de atorarse con el líquido sin embargo traga rápidamente y arruga un poco la cara antes de que eso suceda.

- Extraño en que forma- responde la chica con otra pregunta.

- No lo se, simplemente que lo ves y sabes que no está actuando normal- le explica la pelinegra.

- Pues ahora que lo mencionas si... Hace unos días me encontré con el y me invitó a tomar un café, todo estaba normal y en realidad no hacía nada extraño pero por alguna razón su vibra y todo en el se sentía diferente... Además de que creo que ahora se ha vuelto más egocéntrico que antes- confiesa Rin con el ceño fruncido.

- Cierto que si!- confirma la mayor.

En ese momento suena el timbre y Kagura de inmediato se levanta a ver quién es, para sorpresa de ambas no se trataba de el albino, sino del pelinegro y su hija.
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CONTINUARA...

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer preciosuraaa. ♥️♥️♥️



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