CAPITULO 35

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Los sonoros gritos provenientes de la puerta de entrada habían logrado calar las paredes y llegar a los oídos de la castaña, quien se había quedado dormida en los brazos de su amado; despertó con pesadez y noto que ambos aun permanecían en el sofá y de inmediato se levanto con cautela para no despertar al albino, sin embargo sus esfuerzos fueron inútiles pues a los segundos el también recobró la conciencia y la alcanzó al notar los golpes en la puerta, a medida que se adentraban al pasillo de salida las voz se volvió más clara y los gritos por parte del hombre más vibrantes.

- ¡Habré la puerta Sesshomaru!- ...

- ¡Se que estan los dos ahí, habrán la maldita puerta!-...

Los sentidos de la castaña se despertaron una vez reconoció aquella voz, Naraku ya sabía la verdad...

Lo notaba por su reclamos y aquella altanería con la que había osado llegar al lugar; la mujer paro de caminar cinco pasos antes de llegar a la puerta, pero el hombre con valentía continuo el paso y abrió la misma, la castaña cerro los ojos esperando lo peor pues lo único que imagino en aquel momento fue que el pelinegro le lanzaría un puñetazo pero no fue así, en vez de escuchar un golpe pido sentir un jalón en su brazo.

- ¡Camina que nos vamos de aquí!- anuncia mientras la toma del brazo y la incita a caminar.

Sin embargo la mujer se zafó bruscamente y miro retadoramente a su hermano.

- No voy a ningún lugar contigo- dice la mujer mientras camina rápidamente hasta el albino y se esconde detrás de el.

- ¡No te atrevas a volver a tocarla!- le advierte el albino mientras lo mira retadoramente.

- Entonces deja que se vaya, hay muchas mujeres dispuestas a participar en tu farsa... Deja a mi hermana en paz- exige el pelinegro mientras se acerca al Taisho.

- Creo que primero deberías preguntarle a tu hermana si quiere irse- suelta el peli plata con sorna.

De inmediato y con duda en el rostro el pelinegro observó a su hermana, quien sin dudar le hizo un seña de no.

- Por Kami Rin... - suelta con frustracion.

- No me voy a ir, ni contigo ni con nadie... Porque yo quiero estar aquí- dice la mujer mientras se acerca a su hermano para intentar arreglar la situación.

- Entonces puedes hacer lo que quieras... Pero cuando esté infeliz te rompa el corazón no vengas llorando hacia mi, porque no voy a estar- susurra con un tono de decepción evidente en su voz.  - Y tu, agradecele a tu hermana que no hago este problema más grande de lo que es- le informa con ira al albino mientras se gira y camina apresuradamente hacia su coche.

Una vez vieron el auto del pelinegro partir, la castaña solto un suspiro de alivio pues realmente no esperaba que la reacción de su hermano fuera aquella sin duda no fue agradable pero se imaginaba algo mucho peor que aquello y el saber que se había contenido ya era un alivio, ahora su única preocupación era saber el como se había enterado, aunque en el fondo ya imaginaba el motivo pero deseaba asegurarse de que fuera ese antes de hablar.
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- Tuvo que ser mi padre- asegura el albino con frustración mientras cierra la puerta detrás de sí.

- Eso ya no importa... Lo sabe, no reaccionó como esperábamos pero lo sabe- responde la mujer con obviedad.

- Tienes miedo- inquiere el hombre mientras se apoya en la pared.

- No lo se, realmente no se que pensar- responde la mujer mientras se encoge de hombros.

- Todo va a estar bien- asegura el hombre con una sonrisa. - Voy a ordenar algo de desayunar, que se te antoja- inquiere mientras se gira y toma su teléfono de la pequeña mesa.

- Cualquier cosa está bien- responde con simpleza la mujer mientras se sienta en el sofá.

Se apoyo en el espaldar y relajó su cuerpo por completo, cerró sus ojos y comenzó a analizar todo lo que había estado sucediendo durante las últimas quince horas, la desaprobación por parte del padre del albino y aquellas palabras dichas por su hermano que le dejaron la piel de gallina, porque en el fondo aquella decepción en el rostro del pelinegro le causaba remordimiento, no porque se arrepintiera sino porque ella sabía que su hermano no era una mala persona, Naraku solo deseaba cosas buenas para ella, y lamentablemente dentro sus estándares no encajaba el albino, cosa que contradecía su opinión ya que ella estaba enamorado del Taisho y aunque las palabras de su hermano dolieran no están dispuesta a terminar su relación.

Salió de sus pensamientos cuando varios minutos después pudo sentir como besos húmedos eran regados por su cuello y de inmediato una leve sonrisa se formó en su rostro, a los segundos abrió los ojos y se encontró con el rostro del hombre.

- Si somos honestos, esa reacción estuvo mejor de lo que esperábamos- confiesa con sorna el mayor.

Ella no respondió tan solo se limito a sonreír de forma pícara y a dejar un leve pellizco en la mejilla de su novio.

- En realidad el no me preocupa- le responde la castaña. - Naraku en el fondo es un hueso fácil de roer, pero tu padre no- confiesa con pesadez.

- Tienes razón- responde el hombre la reincorporarse y tomar la misma posición que la mujer.

- Realmente espero que Izayoi nos ayude-  dice la mujer en medio de un suspiro para apoyar su cabeza en el hombro del albino.

- Eso te tiene muy preocupada cierto- inquiere con pesadez.

- Tengo miedo de que nos separen- confíesa mientras se levanta y junta su frente con la de el.

Luego de escuchar aquellas palabras el hombre la tomo de la cintura y depósito un suave beso sobre los labios de ella, un beso dulce y tranquilo que la mujer correspondió de inmediato y que desató una apasionada melodía.

- Eso no va a pasar- asegura el hombre segundos después de que se separan.

La mujer le respondió con una mejor sonrisa, para luego lanzarse nuevamente a los labios del Taisho y atacarlos con un apasionado beso.
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CONTINUARA...

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