CAPITULO 26

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El resto de la tarde optaron por ir a la piscina sin embargo Rin se negó y fue junto a Izayoi a preparar la cena, optaron por hacer una ensalada fría y pollo al horno, se dividieron las tareas y mientras la mayor cortaba los vegetales para la ensalada, Rin se encargó de adobar el pollo y meterlo al horno, a las siete en punto ya todos los alimentos se encontraban listos e Izayoi se encargó de guiar a todos a la mesa mientras que Rin con ayuda del pequeño carrito para transportar comida que había en lugar, comenzó a colocar las refractarias en el centro de la mesa, junto con varias salsa y algunos pasabocas como pan y mantequilla, y pequeños palitos de pan con carnes frías.

- Se ve delicioso- suelta Kagome con una sonrisa mientras toma asiento.

- Concuerdo totalmente contigo- complementa Kagura imitando la acción de su cuñada.

Cuando ya porfin todos se encontraban en la mesa, comenzaron a servir los alimentos, todos estaban charlando como lo habían hecho desde que llegaron a aquel lugar sin embargo Rin desvío su atención cuando noto la mirada del albino sobre ella, aunque intento ignorarla luego de varios segundos cedió y se giró para encararlo, tenía una sonrisa pícara en sus labios y luego varios segundo hablo.

- Rin, podrías pasarme la ensalada... Desde aquí no alcanzo a tomarla- pide el hombre.

Petición a la que accede la castaña y de inmediato, con ayuda de su hermano quien estaba más cerca pasa la ensalada al peliplata, a pesar de que ya había hecho lo que pidió siguió sintiendo las pequeñas pero intensas miradas que le dedicaba el hombre, aunque sabía perfectamente cuál era la razón, y es que Sesshomaru disfrutaba de verla nerviosa y sabía perfectamente que a Rin le daban nervios estar en el mismo lugar que el cuando había tanta gente, asunto que no le incomodaba pues sabía que la razón era la presencia del pelinegro, sin embargo aquello era lo que menos le importaba, el solo se limitaba a disfrutar todo lo que podía provocar en ella, desde cosas que se podían llamar "obscenas" hasta aquellos pequeños momentos de inocencia que le causaban risa.

- Realmente está delicioso todo- comenta Akane mirando a su hija y a la pelinegra.

- Muchas gracias querida, lo hicimos con mucho gusto... Cierto Rin- responde Izayoi con un sonrisa.

- Así es, me alegro de que te gustará mamá- asegura la menor.
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Luego de la cena, los hombre decidieron jugar cartas... Realmente los que decidieron fueron Toga y Sosuke, el padre de Rin, el resto aceptaron la petición para no dejar mal a sus progenitores, cosa que disgusto a Izayoi y a Akane quienes se habían opuesto rotundamente a la idea, sin embargo al final terminaron por aceptarlo; por otra parte las mujeres se quedaron en el living, Izayoi trajo una botella de Camelot y las demás no pudieron resistirse, así que se acomodaron en los muebles comenzaron a charlar.
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- Aish, como detesto los juegos de azar- suelta con frustración la madre de Kagura.

- Ni me lo digas, odio que a Sosuke le gusten- complementa la madre de Rin.

- Ambas soltaron una pequeña risa que fue interrumpida por la voz de Kagome quien con un resoplido dejo salir su opinión.

- Inu me prometió enseñarme el mirador, y ya no pudo por el señor Toga- refunfuña con el entrecejo fruncido.

- Aish, es que es tan terco ese hombre...- suelta con repugnancia la matriarca de los Taisho.

- Y aún así te enamoraste de el mamá...- susurra Kagura con picardía.

Cosa que hizo que las presentes soltaran una sonora carcajada, pero que no duro mucho.

- Tienes razón, pero bueno... Cambiemos de tema- evade la mayor. - Que les parece si jugamos a algo- inquiere con picardía.

En ese momento todas aceptan, realmente la estaban pasando agradable y no tenían ningún motivo para impedir aquello.

- Verdad o reto... Les parece- inquiere la mayor con una sonrisa.

-Si- responden todas al unisono.

En aquel momento la mayor toma una botella vacía al costado de la mesa y la coloca en el centro para girarla, después de varios segundos está se frena apuntando a Kagura.

- Verdad o reto- pregunta Rin.

- Mmm, resto- responde con seguridad.

Kagome estaba por hablar sin embargo la voz de su suegra la interrumpió.

- ¡Dale un beso a Naraku frente a tu padre!- suelta con sorna.

- ¿Que? Mamá...- responde con sorpresa la menor.

- Es un reto cariño, y debes cumplirlo- asegura la pelinegra mayor.

En ese momento Kagura se levantó y con pereza camino hasta la sala de juegos, junto con sus amigables escoltas detrás, se acercó sin previo aviso a la mesa y antes de que alguien pudiera brindarle un saludo planto un beso en la boca de su esposo para luego salir casi corriendo del lugar; sonaba tonto sabiendo que se trataba de su esposo el problema era que su padre jamás se había acostumbrado a la idea de que su niña se hubiera casado y aunque ya habían pasado más de cinco años aún le disgutaba que la pareja se diera muestras de afecto frente a el, así que durante ese tiempo ambos habían tratado de no hacerlo, pacto que la pelinegra rompió al cumplir el reto otrogado por su madre.

Al regresar nuevamente tomaron asiento
Y de nuevo dejaron girar la botella, pero estaba vez recayó en Rin, de inmediato la castaña sintió su cuerpo helarse sin embargo cuando escucho la pregunta la lanzada por la pelinegra mayor respondió.

"Verdad"

Todas estaban pensativas pues al desconocer todo lo vivido por la castaña durante aquellos meses, aún guardan aquel concepto de inocencia y sumisión, si tan solo supieran lo que había estado haciendo unas horas atrás, y con todos presentes...

- Kagome y yo tenemos una pregunta- suelta con picardía Kagura. -¿ Aún eres virgen?- inquiere mientras se muerde el labio con sorna.

Justo en ese momento Rin trago grueso, pero no sé mantuvo callada pues sabía que si lo hacía las demás llegarían a la deducción de que ya no lo era, y aunque fuera verdad no estaba dispuesta a que su madre lo supiera.

- Si...- susurra con nerviosismo.

- ¿Como?... Es que no alcanzamos a escucharte- inquiere Kagura.

- Si- responde nuevamente la menor pero está vez con más seguridad.

A los pocos minutos Rin pudo notar como su madre soltaba un suspiro de alivio, sin embargo la que estaba realmente aliviada era ella, adoraba a Kagura pero aquella pregunta fue realmente punzante... Aunque tenía razón, para poder dejar de sentir aquella preocupación debía de contar la verdad,  disipó sus pensamientos cuando noto la mirada de recelo lanzada por la pelinegra y de inmediato supo que no le había creído, lo que provocó que instintivamente las escenas de su encuentro con el albino volvieran a su mente, en ese momento sintió un calor en su entrepierna y supo que debía dejar de pensar en eso si no quería que los demás se dieran cuenta.
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CONTINUARA...

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer preciosuraaa.♥️♥️♥️

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