♡; Prólogo.

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Solté un suspiro de alivio cuando salí por los grandes portones que rodeaban el convento. Me gustaba dar clases a niños. Pero a la vez me estresaba. Frotando mis sienes con mis dedos tratando de aliviar el dolor de cabeza caminé hacia el taxi que me esperaba afuera del lugar. Entré al vehículo y dejé caer mi espalda en el respaldo del asiento relajandome por completo. Cerré mis ojos sintiendo paz en todo el viaje hacia mi casa. En este momento sólo necesitaba un baño y mi comoda cama. Eso era suficiente para mi.

—Señorita llegamos —me anunció el chófer al cabo de unos minutos. Yo todavía seguía con mis ojos cerrados. Abrí estos y aparté mi cabello castaño oscuro de mi rostro.

—Gracias —pagué al chófer y cerré la puerta del auto. Arrancó el vehículo y se perdió entre el agitado tránsito de la calle.

Subí los escalones e introduje la llave a la cerradura de la puerta oyendo el magnífico sonido que indicaba que la puerta estaba abierta. Entré y cerré esta tras mio. Todo estaba en completo silencio así que supuse que mis padres no habían llegado del trabajo. Dejé mi bolso sobre el viejo sofá y arrastré mis pies hasta la cocina. Abrí la nevera sacando una botella de agua.

—¿¡Va a pagar tanto!? —sentí exclamar a mi hermana mayor. Dejo de abrir la botella y camino hacia la puerta viendo como Dahyun bajaba las escaleras mientras cerraba la cremallera de su largo abrigo. Ocultando su extremado short corto y su top verde fosforescente. Notó mi presencia e hizo una mueca—. Luego te llamo.

La miré con una ceja arqueada —¿A donde vas?.

—¿Y a ti que te importa?. La mayor soy yo. No tú —levantó un cojín del sofá y sacó algunos fajos de wons.

—Eso es de papá —la miro. Ella terminó de contar y metió el fajo de billetes en el bolsillo de su sueter.

—¿Te repito lo mismo?. Deja de meterte en mi vida Da Hye —rodó los ojos.

—¿Disculpa?. Deja tú de robarle a nuestros padres. Sabes que ese dinero es para pagar la renta y pagar unas cuántas cosas necesarias en la casa. ¡No puedes coger el dinero de otras personas!. ¡Y mucho menos sin pedirselos! —exclamo enfadada debido a su desconsideración.

—¡Pero que insoportable eres! —gritó irritada y me observó fastidiada—. No tenías que haber salido del convento.

Soltó un gruñido de frustración y salió de la casa dando un gran portazo. Yo apoyé mi cuerpo en el marco de la puerta de la cocina y suspiré con los ojos cerrados. Guardé la botella de agua nuevamente. Recogí mis cosas del sofá y subí las escaleras hacia la planta de arriba. Fui a mi cuarto que compartía con Dahyun. Caminé hacia mi cama bien acomodada y me senté en el colchón de esta. Apoyé mis codos en mis muslos y dejé caer mi cabeza sobre las palmas de mi mano agitando mi cabello frustrada. Menudo día. Quité mis zapatos con pesar y dejé reposar mi espalda en el colchón por unos largos minutos mirando el techo perdida en miles de pensamientos. Miré el reloj colgado de la pared. Dentro de una hora mamá y papá deben regresar. Debería preparar la cena. Volví a levantarme. Quité mi blusa, cambiandola por una zamarra blanca. Mi jeans por un short corto de mezclilla. Cogí una liga y recogí mi cabello en una coleta alta. Dejando algunos flequillos fuera sobre mi frente. Miré el desastre que había formado mi hermana sobre su cama. A pesar de que ella y yo compartíamos el mismo cuarto, la mitad era parte de ella y la otra mía. Así que si era así no recogería su desastre. Salí de mi cuarto y bajé las escaleras. Abrí el frigorífico.

No habían hecho las compras todavía así que no había nada con que preparar algo delicioso. Cogí dinero (el que me había ganado yo) de mi esfuerzo en aguantar horas y horas niños con dudas, y salí de la casa. Recorrí unas cuadras ya que no era tan lejos y no había necesidad de llamar un taxi. Entré por las puertas de cristales y me dirigí a una nevera. Cogí dos paquetes de pollo. Cogí el ramen, también puse sobre el carrito algunos sobres de condimento. Recorrí un poco más el super mercado cogiendo algunas cosas más necesarias para comprar y por último me pasé por la caja para pagar. Con las cosas compradas en los bolsos salí del lugar.

rey mingyu 𐙚 k. mingyu. (terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora