Dahye;
A pesar de que lo evité, las lágrimas salieron de mis ojos. Dejé el vaso de cristal en la cocina y me apresuré a salir del palacio ya que lo menos que quería era encerrarme en el cuarto dónde me sentiría más sofocada. Limpié una y otra vez mis lágrimas pero era como si el hecho de secarlas, hacía que salieran más. El nudo en mi garganta se hizo sofocante, y comencé a hipar queriendo sollozar de verdad ya que estaba conteniendo con todas mis fuerzas el verdadero llanto.
Pero realmente ¿por qué estoy llorando?. Se supone que lo habíamos dejado ¿verdad?. El podía hacer lo que quisiera con su vida. Casarse, acostarse. De todo. Soy tan patética —me puse las manos sobre mi rostro.
¿Por qué lloro por él?. No soy nada para el. Me lo había dicho esa vez. Que solo había sido un entretenimiento. ¿Por qué estoy siendo de esta forma?.—Dahye —sentí su voz detrás de mi.
Me quedé estática en mi lugar al saber que el estaba ahí mismo detrás de mi.
—V-vete —pido con la voz entumecida.
—Dahye, no es lo que estás pensando. De verdad —intentó tomar mi mano pero jalé esta haciendo que ni siquiera me tocara.
—No me importa —me digné a verlo a los ojos importandome poco que se diera cuenta de que estaba llorando—. No estamos, así que no tienes porqué darme explicaciones de tu vida ¿cierto?. ¿Y por que vienes detrás de mi?. No te debería importar lo que me pase.
—Estás llorando. No me gusta verte llorar.
—¿Seguro?. Porque lloré mucho cuando me dijiste que solo había sido un entretenimiento para ti. Te dije también que no tienes porqué tenerme lástima y mucho menos compadecerte de mi.
Intenté irme pero el me jaló del brazo hacia él; me rodeó con sus brazos.
—Dahye escúchame. Yo no me voy a casar con ella, ni tampoco nos acostamos si eso es lo que pareció cuando nos viste, tampoco-
Lo empujé.
—¡Dejame ya!. ¿No entiendes?. ¡No me importa si te casas con ella o no, si te acuestas o no!. ¡Puedes tener hasta hijos que no-me-importa! —exclamé—. Siendo así me haces sentir peor.
Me giré y seguí caminando hasta donde mis pies me llevaran. O al menos bien lejos de donde el estaba.
( ♡ )
El lugar más lejano de él en ese momento, era el establo, así que allí entré y me dejé caer sobre una de las pequeñas bancas bajo el techo. Puse mis manos sobre mi rostro y comencé a llorar de verdad. Sentía mi corazón doler, y todo dentro de mi desmoronarse. Solo debía llorar hasta que pasara.
—¿Dahye? —escucho la voz de Erick.
—¿E-estabas aquí?. Siento...si t-te desperté —me apresuré a limpiar las lágrimas y a sorber mi nariz.
—Estaba haciendo la guardia nocturna —toma asiento a mi lado—. ¿P-por que lloras?.
—Nada. Yo...ya me iba. Lo siento —intenté irme pero el lo evitó.
Me dió un abrazo —Al menos libera todo lo que tienes dentro –dijo dando suave palmaditas en mi espalda.
Y sin poderlo evitar las lágrimas volvieron a salir.Escuché decir que las cosas que uno más amaba, eran las que más destruían. ¿Pero así realmente se sentía?. Porque jodía demasiado, y era más doloroso de lo que aparentaba. Mi garganta se secaba, mis ojos ardían, pero aún así era imposible parar los sollozos.
...
Me quedé viendo un punto invisible en mi cuarto. Me ardían los ojos, me dolía la garganta, y mi corazón se sentía débil. El nudo aún estaba ahí. Me levanté de la cama y lavé mi cara una y otra vez. Sin embargo era imposible ocultar las ojeras. Decidí maquillarme al menos por una vez en mi vida -solo para ocultar el desastre que poseía como cara-. Sin ánimo alguno salí de la habitación en dirección a la cocina para prepararle el desayuno a Yoongyu.
Al entrar todas las empleadas posaron su mirada sobre mi. Decidí olvidar eso y empezar a prepararle el desayuno al príncipe.Lisa se me acercó —h-hola Dahye —me sonrió.
—Hola —forcé una sonrisa.
—Deja... Yo haré el desayuno de el príncipe por ti —dijo ella rápidamente apartandome.
—No es necesario, yo-
—Tú se lo llevarás. Pero yo lo haré. Mientras, sientate aquí —me hace sentarme en una silla.
—¿Te encuentras bien? —Daisy se me acerca.
—Tengo...ganas de vomitar. Y me siento muy mal —murmuré pasando mi mano sobre mi rostro tratando de alejar el mareo que sentía.
Yeji se acerca y toca mi frente.
—Pero si estás ardiendo en fiebre —exclama ella.
Daisy y Lisa también se acercan.
—Pero Dahye...estás muy mal. Vamos a tu cuarto a-
—Estoy bien en serio —trato de levantarme pero casi me caigo si no es que Lisa me sujeta.
—Dahye mejor vamos a tu cuarto. Estás muy mal.
—Yo te ayudo —se brindó Daisy.
Solo sé que mis ojos se cerraron y que perdí el conocimiento.
Mingyu;
Me encontraba sentado en la silla tras de mi despacho viendo cualquier punto invisible en mi oficina. Reposé mi espalda en el respaldo de la silla y cerré mis ojos por un momento tratando de olvidar a Dahye tan siquiera por cinco segundos, pero me era imposible. Nuevamente su rostro triste venía a mi y me sentía como el mismísimo idiota.
Miré el colgante que se encontraba sobre la madera de la mesa. La verdad, luego de la discusión había ido tras ella y nuevamente encontré a ese chico abrazándola. Sabiendo que era por gusto que yo apareciera allí me regresé y me pasé toda la noche dentro de esta oficina viendo fijamente el colgante que yo mismo le había regalado y que ella me había devuelto como cortando para siempre lo que tuvimos o un día sentimos.
Sin poderlo evitar lancé lo primero que tuve en la mano contra la pared y dejé caer mi cabeza sobre mis manos.
Tocaron a la puerta.
—Dije que no quería que nadie me molestara.
Hablé casi para mi mismo.
Volvieron a insistir. Bufé y me levanté con enojo de la silla y abrí la puerta.—¿Que no dije que no quería que me molestaran? —escupí con odio.
—E-es que la señorita Dahye se ha desmayado —habló la peli-negra.
Sin más nada que hablar comencé a mover mis pies a donde quiera que me llevaran para ir a ver a Dahye, sin embargo cuando bajaba las escaleras, por las puertas de la entrada se hizo la presencia de la Reina, el Rey, y algunos familiares de la princesa de japón. Esta también estaba allí.
—Rey Mingyu —sonrió el japonés acercándose a mi.
ESTÁS LEYENDO
rey mingyu 𐙚 k. mingyu. (terminado)
RomancePark DaHye es una chica de clase baja. Vive con su madre, su padre y su hermana mayor. Cuando nació, sus padres no estaban en condiciones de criarla, y vivió practicamente toda su niñez, y parte de su adolescencia en un convento para monjas. Allí se...