♡; Treinta y ocho.

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Momo;

Dahye limpiaba los vidrios que se encontraban en el suelo. Los cuáles eran los que conformaban el vaso que había roto ayer.

—Listo...—murmuró una vez que terminó todo.

Se iba a ir pero la llamé —Dahye.

Ella se gira. Le sonrío y me levanto para ir hacia ella.

—Quería pedirte disculpas por como me estuve comportando contigo.

Ella se me quedó viendo y asintió lentamente. Se iba a ir pero la volví a detener.

—No te preocupes más por mi. No pienso meterme más con el Rey. Es todo tuyo.

—Él no es mío —habló ella.

Le sonreí —Pero te gusta. Así que es todo tuyo.

—Ya que estamos hablando de eso, quería decirle que cambié de opinión acerca de irme una vez llegara el invierno. Cambié de parecer. Me quedaré junto a él.

—Wow. Me parece bien. Siento que si fui demasiado intensa —le sonreí angelicalmente.

—Tengo otras cosas que hacer. Adiós —me hizo una reverencia y salió por completo de la habitación.

La risa que poseía la borré de mi rostro.

Dahye;

Fue tan raro ver a la japonesa actuar de esa forma conmigo. Incluso hasta me dió escalofríos. Negué con mi cabeza y me dirigí hacia la basura para votar los pequeños vidrios que había recogido en la habitación de ella.

Con respecto a dejar a Mingyu, sí, había cambiado de parecer.
Lo que más quería era estar con él, y era absurdo que pensara que podría dejarlo cuando lo que más quiero es estar a su lado. La idea la descartè totalmente cuando el fue ayer a mi habitación. Le dije que lo quería, y era verdad. Lo quería demasiado.

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—Te quiero —dije cuando lo abracé.

El besó mi hombro y me alejó para verme. Dejó algunos mechones de mi cabello tras mi oreja.

—¿Tan mal...te hace sentir esto? —me preguntó.

Yo bajé mi mirada; el tomó mi mentón y me hizo verlo a los ojos.

Respondeme.

—No quiero tener para siempre este tipo de relación. Dónde...tengamos que estar escondidos —murmuré.

—Dahye, a mi tampoco me gusta ¿vale?. Pero creo que no puedo decir que estoy contigo porque saldrías lastimada y no quiero eso. Así que solo ten paciencia y espera. ¿Puede ser? —acarició mi mejilla.

Me quedé un tanto hipnotizada por sus preciosos ojos cafés.
Asentí lentamente y él besó mi frente.

—También te quiero —dijo. Y eso bastó para quedarme a su lado independientemente de lo que pudiera pasar.

—A ver Yoongyu, toca para tu niñera la obra que ya te aprendiste —le dice Tiffany al pequeño.

—Ohoo. Me siento emocionada —le sonrío.

Los ojitos de Yoongyu brillaron.

Se veía tan tierno sentado en una banqueta tan grande. Sus piecitos colgaban y era una tenurita.

Comenzó a tocar lentamente.

La verdad no sabía mucho de música, pero debía admitir que era demasiado lindo ver a Yoongyu tan pequeño tocar piano. Se concentraba mucho.

rey mingyu 𐙚 k. mingyu. (terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora