♡; Treinta y dos.

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Mingyu;

—Me gustas mucho ¿sabías? —dije sobre sus labios.

—Tu también a mi —murmuró y un leve rubor apareció en sus mejillas.

Sonreí e iba a besarla nuevamente pero tocaron a la puerta.

—¿Que mierda? —murmuré.

—Dios, me van a atrapar Mingyu. Te lo dije —Dahye hizo un puchero y escondió su rostro en el hueco de mi cuello—. ¿Y si me despiden?.

—El único que puede despedirte soy yo y no lo haré —le dije.

—Aún así —murmuró.

Volvieron a tocar.

—¿Y ahora que hago? —se aleja para verme asustada.

—Te mostraré —la tomé de la mano y la hice levantarse.

Me dirigí hacia el gran porta-retraro que había en esta habitación que era de cuando yo tenía un año de edad y era con mis padres. Me acerqué a este y golpee tres veces. El cuadro se abrió mostrando un camino.

—¿A dónde...lleva esto? —me miró.

—Al porta-retrato del pasillo donde queda mi habitación.

—¿En serio?.

—Mhm. Ahora entra —la miró divertido.

Ella aún confundida se adentró a este y le sonreí para cerrar el porta retrato antes de abrir la puerta completamente y ver quién había molestado.

Momo;

Luego de que el Rey me apartara de esa forma en la escalera me quedé un tanto molesta por lo que decidí seguirlo y ver a dónde se dirigía.

Al verlo caminar al poco rato hacia un lugar el cual no había conocido en el castillo, con esa empleadita estúpida, me entró demasiada curiosidad. Y mis dudas crecieron al verlos juntos una vez más. Había notado que había algo extraño entre ellos dos. ¿Acaso...están?. El Rey Mingyu era viudo. Y tenía entendido de que aún amaba mucho a su esposa. Claro que tambien sé que tal vez eso no iba a ser para siempre. Y pensaba lograr que volviera a estar casado, pero conmigo. Pero desde el primer momento que vi a esa tal Dahye sin duda no me causó para nada buena espina. Luego los encontré solos en su despacho y todo aumentó. Y de contra, ahora los veo yendo hacia un lugar así.
Mis dudas parecían volverse algo ciertas.

Discretamente los seguí y me escondí para ver lo que hacían. Se adentraron por una puerta. ¿Los dos?. ¿Solos?. Sin duda estaban juntos.
Decidí esperar unos minutos a ver si salían pero resulta que no fue así. ¿Será que el Rey Mingyu la tiene solo para una aventura?. No podía ser ese el caso. Si estaba con ella era porque realmente le gustaba.

Para nada iba a darle esa facilidad a ella. Yo viajé sola de Japón a Corea para hacerme esposa de este Rey. Y una simple empleada sin nada en la sociedad va a quitarme eso.

Caminé decidida hacia la puerta y toqué. No se sintió nada. Esperé unos minutos más y volví a tocar. Y al poco rato, el Rey abrió.
Arqueó una ceja.

—Princesa Momo —sin siquiera dejarme mirar hacia el interior de la habitación, cerró la puerta.

—Hola Rey. Lo ví caminar hacia aquí y me entró curiosidad —sonreí angelicalmente.

—¿La puedo ayudar en algo? —preguntó.

—Uh en nada. Es solo que aquí no conozco a nadie y me aburro —añadí un puchero.

—Bueno...entonces vamos —me hizo caminar. Miré hacia atrás para ver si ella salía pero no.

Le haría la vida un yogurt a esa chiquilla.

rey mingyu 𐙚 k. mingyu. (terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora