♡𝅼; Treinta y siete.

227 26 2
                                    

Dahye;

—Dahye, dime que te pasa —Mingyu toma mi brazo.

—No me pasa nada —hablé—. Ahora sueltame, por favor. Necesito llevar esto a-

El cogió mi bandeja y la dejó sobre una mesa vacía que se encontraba en el pasillo.

—Hablaremos ahora. Esa bandeja puede esperar. Yo no —y me tomó de la mano para llevarme hacia el porta-retrato. Tocó tres veces y este se abrió.

Me adentré con él por las escaleras y el cerró. Luego fuimos bajando unas escaleras con cuidado; habían pequeñas lamparitas pegadas a la pared que alumbraban el camino oscuro.
El empujó y llegamos al otro cuadro, que terminaría siendo en la otra habitación. El se bajó primero, y me tomó por la cintura para ayudarme a bajar, sin embargo cuando esto pasó, -que me tomó por la cintura-, no me puso en el piso.

—Bajame —le digo.

El rodeandome por la cintura se sentó en el sofá e hizo que me sentara encima de él con mis piernas hacia un lado mientras sus brazos rodeaban mi cintura.

—Te dije que me bajaras —insistí.

—No lo haré —contestó—. No al menos hasta que me digas porqué saliste llorando del baile de esa forma. He ido tras de ti más de cinco veces y ahora es realmente que te tengo. Así que ni pienses que te soltaré hasta que me digas que pasó —dijo con voz seria viéndome fijamente.

—No me pasó nada —respondí viendo hacia otro lado.

—Entonces me iré acomodando porque esto va a ser largo —dijo reposando su espalda en el respaldar del asiento con sus brazos aún rodeando mi cintura.

—¿A qué te refieres?.

—Estás mintiendo —dijo como si nada.

—No lo estoy.

—Si lo estás. Y deja de llevarme la contraria —me vio serio.

Suspiré y me quedé callada viendo hacia un punto invisible. Estuvimos así no sé cuanto. ¿Veinte minutos?. ¿Media hora?. A él realmente no le importaba estar así hasta que yo verdaderamente le diga algo que lo convenza.

—¿Aún no me dirás nada? —pregunta.

Lo miro y está con una ceja alzada viéndome. Me le quedé viendo y me acerqué a él dejando reposar mi cabeza sobre su hombro en el hueco de su cuello mientras mi cuerpo quedaba sobre su pecho y sus brazos rodeaban mi cintura.

—Me sentía patética —por fin dije—. Es todo.

El bajó un poco su cabeza para verme —¿Patética?.

—Sí —dije—. Tu eres un Rey y yo soy una empleada. Me sacaste en medio de todas esas personas a bailar; eso resultó muy patético ¿sabías?.

—A mi no me lo pareció.

—A mi sí —contraataqué y dejé de recostarme para verlo—. ¿No es suficiente saber que nunca vamos a dejar de hacer esto?. Tu seguirás siendo un rey, y yo independientemente de que no trabaje para ti exactamente seguiré siendo una persona cotidiana que no te llega ni a los talones.

Se me quedó viendo serio y me levanté para irme pero el me tomó de el brazo e hizo que me sentara de la forma en la que ya había estado hace unos segundos.

—Te estás menospreciando a ti misma.

—No me importa. Ahora dime... ¿Dije algo que fue mentira entonces? —arquee una ceja mirándolo.

—...Sabías que —dijo a los segundos—, si quiero hacerte mi Reina te hago y punto. ¿Lo sabías?.

—No quiero —lo empujé y salí por la puerta.

A este momento las lágrimas bajaban por mis mejillas y el nudo insoportable de la garganta se había instalado allí.

—D-Dahye ¿estás bien? —me encuentro a Erick en el camino y asiento—. Espera, pero si estás llorando –me atrae hacia él y me envuelve en una abrazo el cual, que a pesar que no correspondí agradecí interiormente porque lo necesitaba.

El hipo también apareció y mis hombros comenzaron a subir y bajar por este.

—Puedes llorar todo lo que quieras —dice mientras acariciaba mi cabello.

Mingyu;

En el momento que Dahye salió de la habitación fui tras ella, pero me detuve cuando ví como el chico que cuidaba el establo -creo que se llamaba Erick- la abrazaba y acariciaba su cabello al parecer dandole consuelo.

Tragué fuertemente e inspiré para controlar la impotencia de no poder hacer justo lo que el estaba haciendo ahora mismo.

Entré nuevamente a la habitación y me senté en el sofá mientras agitaba mi cabello fustrado y sostenía este hacia atrás durante unos cortos segundos.

¿Patética? ¿Por bailar conmigo?

Apoyé mis codos sobre mis piernas que con una de mis manos masajeaba mi nuca.

Ella tenía razón solo un poco. ¿Tan mal le hice sentir?. Grité de frustración y dejé reposar mi espalda en el respaldo mientras me mantenía durante un rato con los ojos cerrados.

Luego de una hora más o menos decidí entrar al palacio por la vía de los retratos. Al salir por el retrato del pasillo secundario no había nadie; me dirigí a mi habitación a ver si me duchaba ya que me sentía algo molesto.

Cuando llegó la cena, la princesa Momo me acompañó y no dejó de hablar durante toda esta. La verdad ya me tenía estresado y no entiendo hasta cuando estaría aquí.

—Rey espéreme —dijo alcanzandome en las escaleras.

Me giré para verla y ella sonrió ampliamente.

—Seré sincero con usted, princesa Momo —hablé mientras ella me observaba—, ¿hasta cuando estará aquí?.

Ella arqueó una ceja y luego me regaló una sonrisa.

—¿Tan molesta es mi presencia?.

—No es eso. Pero le seré sincero una vez más —continúe hablando—. No me interesa.

La sonrisa que tenía sobre su rostro se borró y me giré para dirigirme a mi habitación.

( ♡ )

La verdad traté de mantenerme despierto para esperar que fuese un poco más tarde e ir a ver a Dahye. Tal vez debía darle tiempo pero no. Yo no soy un hombre que espera, y mucho menos si es a ella a quién quiero conmigo. El simple hecho de que ese chico la abrazó era otro motivo que me tenía incómodo y necesito abrazarla yo.

Me levanté de la cama y cansado de esperar, atrevecé los pasillos oscuros solo iluminados por la luz de la luna que se infiltraba por las paredes de cristal.
Bajé las escaleras y atravecé el pasillo de las habitaciones de los empleados.
Cuando me detuve frente a su habitación, pensé seriamente si debía o no.
¿Por qué luzco tan desesperado? Aún así toqué; ella se tardó un tiempo en abrir, pero lo hizo. Al verme se me quedó viendo.

Ví como tenía sus ojos algo hinchados.

—Dahye, yo- —iba a hablar pero mis palabras se quedaron en el aire, en el momento que ella se puso en puntillas y me abrazó.

Me quedé un tanto confundido, pero luego rodeé con mis brazos su cintura acercandola a mi.

—¿Ya estás...mejor? —pregunté en un susurro solo para nosotros. Aún nos abrazabamos.

—Yo realmente....quiero estar contigo. Yo te quiero, Mingyu.—murmuró sin dejar de abrazarme.

Momo;

Lancé con fuerza un vaso de cristal que se encontraba en la habitación donde me quedaba. Este se hizo añicos y los cristales pequeños que lo conformaban se esparcieron por el suelo.
Sentía todo dentro de mi querer explotar, al haber sido rechazada de esa manera por el Rey.

—Ja... —sonreí maliciosamente mientras me veía en el espejo—, pero si el piensa que lo voy a dejar así como así, se equivoca.
Así que no le intereso....¿por qué? ¿Por qué tiene en mente a esa tonta y estúpida?. Ok.
Tu serás mío a la fuerza, Rey Mingyu. Sólo mío.

rey mingyu 𐙚 k. mingyu. (terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora