♡; Nueve.

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Mingyu;

—Hagamos una carrera de caballos —dice un Chan emocionado.

—Si si. Con las dianas también —habla Jeonghan.

—No hemos terminado con los acuerdos —dije rodando mis ojos mientras seguía revisando estos.

—Ay dale Mingyu, no seas amargado —dice Jeonghan con un rodeo de ojos.

—Ni siquiera tenemos las dianas en los arboles.

—¿Quien dijo eso? —Chan sonrió ampliamente y lo miré con una ceja alzada—. El secretario Kang ayer organizó todo. Así que anda, dejemos esos papeles y vayemos al bosque.

—Realmente no tengo ganas.

—Aghh Mingyu, dale. No seas así —Jeonghan insiste. Lanzo un suspiro y masajeo mis sienes.

—Está bien. Que remedio....—dije con fastidio.

Fuimos al establo real, y el encargado del cuidado de los caballos -creo que se llamaba Erick- nos dió los caballos. En mi caso me dió a Moon que es mi caballo de excelencia. Mi padre me lo regaló casi antes de morir. El chico preparó los caballos y luego cogí a Moon por la soga. Fuimos hacia el inicio del bosque y los tres nos montamos en los caballos al mismo tiempo.

—Sus armas —el secretario Kang nos dió una pistola de tiro a cada uno.

—Apostemos algo —sonríe Chan—. Si ganamos Jeonghan o yo, irás con nosotros a una fiesta.

Rodé los ojos al escucharlos.

—¿Aceptas o no? —Jeonghan sonríe.

—Si gano yo, me dejarán en paz con esas fiestas extrañas a las que van —los miro.

—Hecho —sonríen.

—A la cuenta de uno....dos....tres...—el secretario Kang dispara al cielo con un arma que traía y los chicos y yo hicimos correr a nuestros caballos adentrandonos al bosque.

—El que más dianas dispare gana —grita Jeonghan.

—¡Heah! —moví las riendas y cogí por otro camino en busca de las dianas.

El aire era demasiado fuerte, al caballo correr con rápida velocidad. Me fui encontrando con dianas y fui dando disparos. Alrededor de cien se encontraban en el bosque en los árboles. Escuché a Jeonghan o a Chan disparar indicando que había encontrado algunas.

Moví mis brazos haciendo que el caballo corriese más. Fui disparando más dianas que fui encontrando. Me levanté un poco apoyado en los estribos y disparé a una diana que encontré a una leve distancia. Volví a sentarme y golpee con la fusta la parte trasera del caballo haciendo que corriese más. Atravesé unos arbustos y escuché más disparos. Ash. Chan debe de estar empeñado en ganar.

A una distancia, vi a alguien. Entre-cerré mis ojos tratando de saber quién era. Me dirigí hacia allí y a pesar de que aún estaba lejos encontré a la encargada de Yoongyu. A Dahye. Su cara estaba aterrada -de seguro por los continuos disparos que estábamos haciendo los chicos y yo-.

—¿Que haces aquí? —me detengo frente a ella.

—R-Rey...—murmuró—. Y-yo...solo estaba recorriendo el bosque y- –al ver mi arma palideció–. ¿Usted está disparando?.

—Sal de aquí —la miro.

Sentí como los chicos seguían disparando. Mierda. No quería que ganaran.

—No sé como. ¿Y si me disparan? —estaba aterrorizada.

Bufé y le tendí mi mano.

Ella la observó —¿Que?.

—¿Qomo que, qué?. Toma mi mano ya.—exclamé.

Ella mordió su labio inferior indecisa pero la aceptó. La jalé haciendo que quedase sentada frente a mi con sus piernas hacia uno de los lados. Dí con la fusta al caballo y este volvió a correr.
Dahye se encontraba tensa y rodee con mis brazos su cuerpo y seguí haciendo que el caballo corriese más rápido.

—Solo tapa tus oídos —le digo. Ella se cubrió estos en seguida y casualmente por coger en una dirección específica encontré unos cuántos árboles con dianas. Fui haciendo un disparo tras otro. Otro más. Dahye tapaba sus oídos y cerraba sus ojos con fuerza como si su vida dependiera de ello. ¿Por qué es tan cobarde?. Ni que estuviéramos en una película de suspenso. Seguí disparando todas las dianas que me encontré.

Detengo el caballo una vez que salí del bosque y miro a Dahye como me abrazaba; estaba así ya hace unos minutos. Chasquee la lengua.

—¿Hasta cuando piensa abrazarme? —pregunto.

Ella se queda unos segundos más de esa forma, se aleja lentamente viendo a su alrededor y al ver que tenía sus brazos alrededor de mi se suelta.

Se baja en seguida —Disculpe. Gracias y...adiós –camina rápidamente en dirección al castillo.

Me bajé del caballo y no tardaron en llegar Jeonghan y Chan quienes se bajaron también.

—¿Quién es esa chica? —pregunta Chan.

—¿No es la niñera de Yoongyu? —me mira Jeonghan confundido.

—Sí —respondí.

—Presentamela—sonríe Chan.

—No.

En ese instante aparece el secretario Kang.

—Él ganador es...El Rey Mingyu—anuncia con una sonrisa de oreja a oreja.

—Aghh no puede ser —Chan patalea. Reí porque sabía cuanto le jodía perder.

—Eso no se vale. Estamos en territorio enemigo. Seguro que si hubiésemos estado en los bosques de Busan no hubieras ganado —Jeonghan me señala y reí.

—Ya —dije divertido—. ¿Se quedan a cenar?.

—Claro —asienten sonriendo.

Da-hye;

Subí de dos en dos las escaleras que conducían a la habitación del príncipe. Ya voy tarde a darle clases de nuevo. Por otro lado con mis manos ocultaba mi rostro ya que me avergoncé mucho al darme cuenta de como estaba abrazando el rey; sobre todo por haberlo mirado sin pudor alguno a los ojos cuándo fui tan fresca con el hace unos días con respecto a la forma de cuidar a su hijo.

—Dahye, vas tarde nuevamente —la señora Min arquea una ceja viendome.

—E-es que-

—No me digas...¿te perdiste de nuevo? —preguntó. Sonreí angelicalmente.

—No se lo va a creer pero sí. Eso fue lo que pasó —murmuré.

Ella rodó los ojos —Ve y dale clases al príncipe –habló y me pasó por al lado siguiendo su camino.

—Noona...pensé que te habías ido —Yoongyu murmuró al verme entrar a su habitación.

—¿Irme sin leerte un cuento? —le sonreí. El sonrió de vuelta y empecé a darle clases.



—Mañana es mi día libre —me sonríe Lisa—. Iré a ver a mis padres.

—Que bien por ti —le sonreí.

—¿Que hay de ti? —pregunta.

—Lo dejaré para el fin de semana —contesté.

Ella asintió lentamente. Una vez terminamos nos despedimos de los demás empleados/as y fuimos cada una para su cuarto.

Yo entré a mi cuarto y me dí una ducha. Busqué un camisón rosa pastel que me ponía para dormir siempre en casa. Cogí uno de los libros que había traído para matar el tiempo y me semi-acosté en la cama para leer un poco hasta que me diera sueño ya que aún era temprano.

Mientras le daba la cena al príncipe empecé a leerle otro cuento. Sabía que el rey no estaría por todo eso así que tuve la suerte de no toparme con él. Ya me había dado dos advertencias. Lo más posible es que a la tercera me despida por completo. Bufé y seguí leyendo.

rey mingyu 𐙚 k. mingyu. (terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora