12.

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Me sentía extraña después de mi encuentro con Nayeon. Mi lobo reconocía su aroma y se emocionaba, pero no de la misma manera que antes. Desde que llegué a la manada Kim y conocí a Jennie, mi corazón le pertenecía a ella por completo. No sabía qué pensaba o sentía Nayeon, ya que no había tenido noticias de ella desde que dejé la manada Jeon, pero sentía que debía hablar con mi hermanastra, aclarar algunas cosas y cerrar bien el ciclo del pasado.

Nayeon era una figura del pasado en mi vida, y yo la recordaba como la chica tierna de la que alguna vez me enamoré. No sabía si ella había cambiado o si todavía éramos las mismas personas que compartieron buenos momentos juntas. Mi lobo estaba inquieto, lleno de preguntas y emociones encontradas. Por un lado, había afecto y preocupación por Nayeon, mi hermanastra. Pero por otro, estaba el amor que sentía por Jennie, y eso tenía prioridad en mi vida ahora.

Con paso decidido, continué caminando por el bosque, en busca de respuestas y preparada para lo que fuera que el destino tuviera reservado para mí y para la manada Manoban. Sabía que el camino no sería fácil, pero estaba dispuesta a proteger a Jennie y a la manada que ahora consideraba mi verdadero hogar.

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Lisa avanzaba rápidamente por el bosque en dirección a la cabaña de Jennie, pero un olor intenso y familiar captó su atención de inmediato. No había margen de error: era el inconfundible aroma de Jennie. Su nariz de loba captó un detalle preocupante; el olor era más fuerte de lo normal. La preocupación se apoderó de Lisa: ¿podría ser que Jennie estuviera entrando en celo?

Sin perder un segundo, Lisa aceleró el paso, su corazón latía con fuerza, mezclando emociones de alegría y preocupación. Su única meta era llegar con Jennie lo más pronto posible. Sabía que el celo era un momento delicado para cualquier omega y que requería atención y cuidado. Además, no quería que nadie más se acercara a su omega.

Mientras corría entre los árboles, la imagen de Jennie se formaba en su mente, y su deseo de protegerla y cuidarla se hacía más fuerte con cada paso. No sabía exactamente lo que encontraría en la cabaña, pero estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío para asegurarse de que Jennie estuviera a salvo y tranquila.

Lisa entró sin dudar en la cabaña y subió las escaleras con rapidez, preocupada por el estado de su omega. Lo que encontró en la habitación la impactó: Jennie estaba tirada en la cama, desnuda y sudorosa, retorciéndose de dolor por los estragos del celo. El aroma de su alfa llenó la habitación, y Jennie levantó la vista, llamándola con urgencia.

— Lisa... —gimió, su voz llena de necesidad y deseo—. Alfa, por favor, ayúdame. Calma mi dolor.

Lisa sintió que su lobo se revolvía dentro de ella al ver a Jennie en tal estado, pero también sabía que debía mantener el control. Jennie insistía en que era lo que deseaba, que quería estar con su alfa en ese momento.

Con delicadeza, Lisa se acercó a la cama, sintiendo el aroma embriagador de su omega llenar sus sentidos. Se recostó a su lado, sus manos acariciando suavemente el cuerpo de Jennie, tratando de calmarla. Susurros de consuelo y amor escaparon de sus labios.

— Estoy aquí, mi amor. Te cuidaré. —Lisa acercó sus labios a los de Jennie en un beso apasionado, liberando feromonas tranquilizantes para aliviar su dolor y ansiedad, al tiempo que acariciaba suavemente su piel—. Solo relájate y déjame cuidarte. Eres mi omega, y estaré contigo en todo momento.

Stitches - Jenlisa GipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora