05.

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Escuchaba voces y personas caminando a su alrededor, mientras un paño frío era sostenido contra su frente. Quería abrir los ojos y ver quiénes eran, pero sus párpados pesaban como plomo, su cuerpo estaba agotado. No recordaba nada, su cabeza palpitaba y su vientre dolía tanto que le resultaba insoportable.

En un último intento, luchando contra la fatiga, abrió los ojos. Lo primero que vio fue el cielo teñido de tonos naranjas y rojizos, señal de que estaba atardeciendo. Al mover la vista a su alrededor, pudo distinguir a personas junto a un río y otras caminando en lo que parecía ser un asentamiento. No había duda, no se encontraba en su propia manada.

¿Cómo había llegado hasta aquí? Esa incógnita atormentaba su mente.

Miró hacia el otro lado y encontró a una chica observándola, una desconocida en un lugar desconocido. 

-- Veo que ya despertaste -- dijo la voz grave, ronca pero suave de la desconocida, que indudablemente era una alfa.

-- ¿Dónde estoy? -- Jennie logró articular con dificultad, su voz quebrándose. -- ¿Qué hago aquí?

-- Estás en mi manada. Te traje después de que cayeras inconsciente tras el ataque -- explicó la misteriosa loba negra.

-- ¿Tu manada? -- preguntó Jennie, confundida, hasta que procesó correctamente las palabras de la alfa. -- ¿Inconsciente? ¿Por cuánto tiempo estuve así? Y mi bebé...

-- Bueno... quisiste descansar una semana -- respondió la alfa, sentándose junto al catre en el que Jennie estaba recostada -- Estabas muy herida, así que te traje conmigo. Los curanderos te atendieron apenas llegaste -- suspiró y bajó la mirada -- Lo lamento, pero no pudieron hacer nada para salvar al cachorro.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y el primer sollozo no se hizo esperar. Su bebé. Su bebé había muerto. No pudo protegerlo como había prometido. Su loba se encogió en su pecho, gimiendo en tristeza por no haber podido defender al cachorro en su vientre.

Sintió cómo unos brazos fuertes la sostenían, mientras instintivamente llevaba su rostro al cuello de la alfa, aspirando su aroma grueso y dulce, distintivo de su linaje y ese que tanto le había gustado.

-- Tranquila -- susurró Lalisa, acariciando el cabello castaño de la Omega -- todo estará bien. Yo te cuidaré.

Le dolía ver a su Omega de esa forma. Quería poder aliviar el sufrimiento y la tristeza que sentía, pero sabía que eso no era posible, al menos no por ahora. Tomó el rostro de Jennie entre sus manos y limpió las lágrimas que no cesaban de caer de esos hermosos ojos.

-- ¿Por qué haces esto, alfa? -- preguntó Jennie, mirándola entre lágrimas.

-- Porque tú eres mi Omega... -- murmuró Lalisa, con una dulce sonrisa, mientras sus ojos se encontraban con los de Jennie, sellando con esa mirada el vínculo especial que los unía.

... 

...

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...

...

--- ¿Q-qué? -- Jennie se separó de Lalisa para mirarla a los ojos. ¿Había escuchado bien? ¿Ella, su omega?

Eso tenía que ser una maldita broma, una de muy mal gusto. Quiso encontrar algún indicio de mentira o burla en los ojos de la alfa pelinegra, pero lo único que encontró fue sinceridad y admiración.

-- Tú eres mi omega -- dijo Lalisa con voz firme, sin rastro de duda. -- Sé que no nos conocemos, no sabemos nada de la otra, pero la Luna así lo quiso...

-- Yo no puedo ser tu omega... -- la interrumpió, apartando la mirada. Jennie no quería tener nada que ver con alfas.

Era algo evidente. Había pasado más de un año sufriendo maltratos a manos de quien se hacía llamar su "Alfa". Ese mismo alfa había asesinado a su propio bebé. ¿Qué podía esperar de los alfas? Nada. No quería volver a crear falsas ilusiones. A partir de ahora, saldría adelante por sí misma, no sabía cómo, pero lo intentaría de alguna forma.

Además, quedaba un asunto que resolver.

Kai.

-- Y K-kai él es mi alfa -- dijo, aunque le dolía admitirlo.

El gruñido que salió de lo más profundo de Lalisa la hizo detenerse. La alfa tomó el mentón de Jennie, obligándola a mirarla directamente a los ojos.

-- ¿El idiota de Kai es tu alfa? -- preguntó, su lobo interior queriendo salir y pelear con el alfa. Sin embargo, Kai no estaba cerca, y la última vez que lo vio fue cuando lucharon, dejándolo inconsciente después de morderlo. Según su padre, el alfa seguía con vida para su desgracia. Lalisa pensaba que debía haberlo mordido con más fuerza.

Jennie se quedó callada, sin poder responder a la pregunta de la alfa. Ella sabía en lo más profundo de su ser que Kai nunca fue su alfa destinado; había sido una mentira que ella misma había querido creer, engañando así a su loba.

Se sintió estúpida por haber creído que Kai la amaría, incluso si no estaban destinados por la Luna. Había creído en el cariño que él le profesaba y en la posibilidad de que pudieran luchar juntos por estar juntos, sin importar lo que pasara. Pero ya había visto lo que había ocurrido; él nunca la amó. Solo era un alfa cruel.

-- Escucha -- dijo Lalisa, notando la reacción asustada de la omega -- sé que esto es algo... difícil de procesar en un solo día. A mí me tomó todo el tiempo que estuviste inconsciente -- soltó un suspiro mientras se alejaba de Jennie -- Por ahora, descansa. Mandaré a Jisoo para que te dé ropa y comida.

Jennie se sonrojó cuando se dio cuenta de que estaba desnuda bajo las sábanas. Lalisa sonrió, enternecida por ese acto lleno de pureza y ternura.

-- Uhm... d-disculpa. -- Jennie habló, llamando la atención de la alfa que ya estaba por salir y dejarla -- ¿Cuál es tu nombre?

-- Oh, es cierto, qué tonta, ni me presenté y ya te solté una cantidad de información -- se reprendió mentalmente por haber olvidado ese importante detalle. Dios, incluso le había mencionado que era su omega sin siquiera presentarse. Gran primer encuentro, alfa -- Mi nombre es Lalisa Manoban, la próxima alfa Líder de esta manada.

"Manoban". "Alfa Líder". Los pensamientos se agolparon en la mente de Jennie. Su alfa, el que había creído que era su alfa, resultaba ser la próxima líder de una de las manadas más poderosas de todo el territorio. No podía evitar sentirse insignificante al lado de alguien de semejante linaje y posición.

-- ¿Y el tuyo? -- preguntó Lalisa, sacando a Jennie de sus deprimentes pensamientos.

-- J-jennie. Mi n-nombre es Kim Jennie.

-- Bien, pues bienvenida, omega linda Kim Jennie. Espero que te sientas a gusto en la manada Manoban. -- con cuidado acerco su mano al rostro de Jennie dejando una pequeña caricia, abandono el lugar no sin antes dejarla marcada con su rico aroma. 
















Hola de nuevo gente bonita, espero les este gustando la historia, este es un capitulo un poco corto pero prometo que los próximos lo compensaran. Quería comentarles que pienso abrir un grupo de WhatsApp por que quiero conocerlos, que charlemos sobre mis historias y recomendar otras que he leído y me han encantado, así como también que ustedes me recomienden algunas, si están interesad@s me pueden escribir. No olviden echarse una pasadita a mis otras historias Jenlisa. 


Un brazo, no olviden comentar y votar por favor. 

Stitches - Jenlisa GipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora