22.

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La habitación estaba sumida en un silencio profundo, solo interrumpido por el suave ronroneo de Lisa en su forma lobuna. Jennie, a pesar de la tensión que había experimentado momentos atrás, se encontraba tranquila al observar a su alfa recostada en su abdomen. La loba negra, más apacible ahora, olfateaba con cuidado y dejaba pequeñas lamidas en el vientre de Jennie, como si quisiera confirmar una y otra vez la presencia de su cachorro.

Jennie, con una sonrisa en el rostro, acariciaba con ternura las orejas de Lisa y le susurraba palabras de amor al oído.

— Estuviste lejos demasiado tiempo, mi amor. Extrañé cada rincón de ti, cada parte de tu ser. Y nuestro cachorro te extrañó tanto como yo.

El ronroneo de Lisa se intensificaba, como si respondiera a las dulces palabras de Jennie. La castaña continuó acariciando el pelaje negro, sumida en sus pensamientos y recuerdos.

— Todas las noches, le pedía a la luna que te trajera de vuelta. Deseaba sentirte a mi lado, que tus ojos me miraran y que tu lobo volviera a unirse al mío. Nuestro cachorro te extrañó, y yo... yo sentí un vacío que solo podía llenarse con tu presencia.

Jennie recordaba las noches solitarias en las que esperaba a Lisa, mirando la luna con la esperanza de que algún día regresaría. Ahora, con su alfa nuevamente a su lado, sentía una mezcla de alivio y felicidad.

— He estado hablando con nuestro pequeño. Le he contado sobre ti, sobre todo lo maravillosa que eres. Y sabes, tiene antojos de chocolate, fresas y crema. Cada noche, antes de dormir, le prometía que estarías de vuelta pronto.

Lisa levantó la cabeza y posó sus intensos ojos en los de Jennie. Aunque su lobo aún mostraba vestigios de confusión y agresividad, la conexión entre ambas parecía fortalecerse con cada palabra de Jennie.

— Lisa, mi amor, sé que estás aquí. Puedo sentirte, sentir nuestro lazo. No importa cuánto tiempo estuviste lejos, ahora estamos juntas. Y nuestro cachorro... — Jennie acarició suavemente su vientre — ...está emocionado de conocerte.

Las orejas de Lisa se movieron, como si estuviera captando cada palabra de Jennie. La loba, ahora más tranquila, se recostó nuevamente en el abdomen de la omega, como buscando la cercanía que tanto había extrañado.

Jennie continuó hablando con amor y ternura, compartiendo sus emociones y planes para el futuro.

Después de un rato a la castaña le entraron dudas y quiso preguntar pero obtuvo un gruñido como respuesta. 

Notó la reacción de Lisa al intentar abordar esos temas, y aunque entendía que era un proceso delicado, su deseo de comprender y sanar juntas seguía fuerte.

— Lo siento, mi amor. No quiero causarte dolor. — Jennie acarició con suavidad el lomo de Lisa, tratando de transmitirle calma. — Pero necesito entender lo que te sucedió, para poder ayudarte y asegurarme de que eso nunca vuelva a pasar.

Lisa, entre gemidos y gruñidos, parecía luchar internamente con sus propios recuerdos dolorosos. Jennie, sin perder la paciencia, esperó, manteniendo su contacto amoroso con la loba.

— ¿Dónde estuviste, Lisa? ¿Quién te hizo daño? — preguntó Jennie con voz dulce, buscando obtener respuestas sin forzar a su alfa.

En lugar de palabras, Lisa emitió un aullido lastimero, como si el simple recuerdo fuera demasiado abrumador para expresarlo con palabras. Jennie sintió un nudo en el estómago al escuchar el dolor en ese sonido, pero no se detuvo en su búsqueda de comprensión.

— ¿Fueron otros alfas? ¿Omegas? ¿Humanos? — Jennie continuó preguntando, adaptándose a la forma en que Lisa podía comunicarse en su estado actual.

Stitches - Jenlisa GipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora