09.

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Mis días en la manada Manoban habían sido, en su mayoría, de ensueño. Me había adaptado al nuevo entorno, y la amabilidad de todos los miembros de la manada me había sorprendido gratamente. Los alrededores eran hermosos, y la paz que se respiraba en el territorio era abrumadora.

Sin embargo, en las últimas semanas, algo había comenzado a perturbar la tranquilidad que me rodeaba. Mi loba, por primera vez desde que llegamos, mostraba signos de inquietud. Aquellos malos presentimientos que una vez me habían perseguido volvieron a aflorar, llenándome de ansiedad.

Todos en la manada Manoban eran amables y atentos. Los niños me buscaban para jugar, los adultos me saludaban con sonrisas cálidas y, a menudo, vecinos amigables me obsequiaban galletas y otros regalos. Lalisa, mi alfa, siempre estaba pendiente de mí, pero lo hacía con tal naturalidad que no me sentía agobiada, y le estaba agradecida por ello.

Me había adaptado a mi nuevo hogar, y en lugar de sentir miedo, ahora estaba llena de curiosidad. Quería explorar más el territorio, hablar con los miembros de la manada y, especialmente, conocer mejor a Lisa. Mi loba se emocionaba cada vez que la olía, su aroma la volvía loca de deseo, y Lisa parecía ser consciente de ello, liberando feromonas que nos volvían a ambas un poco locas con su delicioso olor.

Sin embargo, en las últimas semanas, las cosas habían cambiado. Mi loba, en lugar de excitarse con el aroma de Lisa, se mostraba nerviosa y alerta. Mi instinto me gritaba que el peligro se acercaba, y todo lo que quería era huir. Jisoo intentaba calmarme, asegurándome que todos en la manada me cuidarían, pero yo seguía llenándome de dudas. ¿Podrían protegerme de verdad si el peligro acechaba? 

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Necesitaba un respiro, así que decidió dar un paseo en solitario por el bosque cercano. Mientras caminaba entre los árboles, sus pensamientos se centraron en cómo sería su futuro si finalmente aceptaba a Lalisa como su alfa. A pesar de los temores iniciales, había sentido un vínculo especial con Lisa y una sensación de seguridad que nunca antes había experimentado. ¿Podría ser que esta manada y su alfa fueran la respuesta a su deseo de un lugar seguro y un hogar?

Sin embargo, en medio de sus reflexiones, algo perturbó la tranquilidad del bosque. Un aroma, un aroma que podría reconocer en cualquier lugar, llegó a su nariz. El miedo la recorrió de inmediato, y sin pensarlo dos veces, se transformó en su hermosa loba blanca.

Los recuerdos de su pasado y de Kai, su ex alfa abusivo, la atormentaron mientras sus patas golpeaban el suelo del bosque con rapidez. No podía permitir que él la encontrara. Corrió entre los árboles, tratando de poner la mayor distancia posible entre él y ella. Aunque había comenzado a sanar y a mirar hacia un futuro mejor con la manada Manoban, la mera presencia de Kai era suficiente para desencadenar viejos temores y heridas.

El corazón de Jennie latía con fuerza mientras corría por el espeso bosque, sus ojos dorados escudriñando el entorno en busca de una salida. Sabía que no podía permitir que Kai la alcanzara. 

Mientras se adentraba más en el bosque, Jennie sintió el aroma de Kai acercándose. Él estaba cerca, demasiado cerca. Sus músculos se tensaron, y su loba blanca estaba lista para la lucha o la huida. Pero antes de que pudiera decidir qué hacer, algo impactó con fuerza contra ella.

Jennie cayó al suelo, sorprendida por el impacto, y cuando se giró, vio a Lalisa en su forma de lobo negro, interponiéndose entre ella y Kai. Los dos lobos se miraron con hostilidad y los gruñidos llenaron el aire.

La lucha comenzó con ferocidad. Los colmillos chocaron, los cuerpos se retorcieron y los aullidos resonaron por todo el bosque. Jennie se quedó paralizada, observando la violenta pelea sin saber qué hacer. Su instinto le decía que no debía interferir, pero también sabía que Lisa estaba arriesgando su vida para protegerla.

Stitches - Jenlisa GipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora