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Sostenía entre sus temblorosas manos la prueba de embarazo que minutos antes había realizado. La ansiedad la invadía, y el miedo se apoderaba de ella. ¿Qué haría si la prueba resultaba positiva? No lo sabía; su omega, escondido en lo más profundo de su pecho, se sentía aterrado. Miró la hora en el reloj de su celular y se dio cuenta de que ya había pasado el tiempo establecido para conocer el resultado de la prueba.

Con una mezcla de duda y miedo, giró el dispositivo y sus ojos se encontraron con lo que para ella era como una sentencia de muerte, lo que hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas rápidamente; se sentía devastada. Su pecho se contrajo, y un sollozo escapó de sus labios, resonando en todo el pequeño cuarto de baño.

La palabra "Positivo" estaba escrita en el resultado. La noticia la abrumó, y sintió que su mundo se desmoronaba a su alrededor mientras las lágrimas seguían cayendo.

Estaba embarazada. ¿Qué haría? Sabía que su alfa la castigaría severamente cuando se enterara de que un cachorro, fruto de todas las veces que la había forzado a tener sexo en contra de su voluntad, crecía en su vientre.

Su omega no reaccionó ante tal noticia, y ella no lo culpaba. Era consciente de que esto solo le traería más problemas de los que ya tenía. No sabía cómo resolvería esta situación ni qué haría con el cachorro. ¿Lo llevaría a término? ¿Lo abortaría? ¿Sería capaz de elegir al cachorro antes que a su alfa? Tenía tantas cuestiones que debía considerar antes de que el embarazo se hiciera notorio.

Lo único de lo que estaba segura es que estaba condenada, si su alfa llegaba a enterarse de su estado. La incertidumbre y el temor la abrumaban mientras se enfrentaba a decisiones que cambiarían su vida de manera irrevocable.

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No supo cuánto tiempo había permanecido en la misma posición, mirando al vacío. Su cabeza le dolía de tanto darle vueltas a la misma pregunta que se repetía una y otra vez en su mente, y eso solo aumentaba su malestar. Finalmente, decidió levantarse del suelo, apoyándose en la pared para evitar caerse. Sus piernas temblaban y el lobo interior se revolvía incómodo en su interior. Avanzó lentamente hasta llegar al espejo que colgaba en la pared junto a la ducha. Lo primero que notó fue el moratón en su mejilla y el labio inferior que sangraba levemente.

Sus brazos y piernas llevaban las marcas de golpes y arañazos, podía ver las huellas de dedos marcadas en sus caderas y chupetones en su cuello. Suspiró entrecortadamente y se dirigió con paso lento hacia la ducha, permitiendo que el agua corriera sobre su cuerpo.

Finalmente, soltó el primer sollozo que había estado reteniendo con todas sus fuerzas. Sabía que no podía permitirse llorar, porque él la escucharía, y eso solo empeoraría las cosas. Su alfa se enfurecería y la golpearía de nuevo.

No podía permitirse eso, no en este momento. El cachorro en su vientre podría resultar herido por su culpa, y eso era algo que ella no estaba dispuesta a tolerar. Después de tantos días de reflexión constante, había llegado a una conclusión firme: llevaría a término a su cachorro, le daría todo su amor y cariño, y haría todo lo posible por protegerlo, incluso si eso significaba enfrentarse a su propio padre alfa.

Pero también estaba llena de miedo. En el fondo, seguía sintiendo algo por su alfa. Cuando él la cortejó, parecía el hombre ideal: la trataba bien, cumplía todos sus caprichos y le prometía todo lo que una omega deseaba en un buen alfa. Sin embargo, todo cambió el día en que se mudó con él. Algo en Kai se transformó, aunque ella no podía explicar qué. Comenzaron los gritos, los malos tratos y, finalmente, el primer golpe. Él juró que no volvería a ocurrir, pero una semana después, la pesadilla se repitió.

Por más que intentara ser una buena omega, él la menospreciaba cada vez más. Incluso durante las relaciones íntimas, él la lastimaba, y aunque ella intentaba hablar con él al respecto, él siempre respondía con la misma frase: "Debes aprender a ser una buena omega". La verdad es que ya no sabía qué significaba ser una omega a su lado.

El amor que alguna vez sintió por él se estaba desvaneciendo bajo el peso de los abusos constantes. Cada día se volvía más difícil recordar al hombre cariñoso y atento que una vez fue su alfa.

Stitches - Jenlisa GipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora