29.

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Pov Jennie:

Me esforcé por abrir los ojos lentamente, sintiendo un ligero mareo al hacerlo. La habitación estaba bañada por una tenue luz, y mi vista se enfocó en Lisa, quien estaba de pie junto a las cunas de nuestras hijas. Su rostro irradiaba amor y ternura mientras observaba a las pequeñas dormir pacíficamente.

— Tranquilas pequeñas... Mami está muy cansada pero en cualquier momento despertará y vendrá a alimentarlas —susurró Lisa con voz suave, acariciando suavemente las mejillas de las bebés—. Unos minutos más y seré toda suya, pequeñas.

Mis ojos se posaron en las dos cunas, y mi corazón se llenó de emoción al ver a nuestras hijas por primera vez desde su nacimiento. Eran perfectas en cada detalle, y una sensación abrumadora de amor y protección se apoderó de mí.

— ¿Ustedes solo sacaron el alfa de mí? Porque veo que son idénticas a Mami Nini... Van a ser mi perdición —susurra con una sonrisa.

Aprovecho y hago un pequeño ruidito para llamar su atención.

Mi alfa giró hacia mí al escuchar mi voz, y sus ojos se iluminaron con alegría al verme despierta.

— ¡Amor, estás despierta! —exclamó Lisa con una sonrisa radiante, acercándose a mi lado en la cama—. ¿Cómo te sientes?

Me esforcé por incorporarme, sintiendo el cansancio y la debilidad en cada fibra de mi ser, pero una oleada de felicidad me invadió al ver a Lisa y a nuestras hijas juntas.

— Estoy agotada, pero feliz —respondí con una sonrisa, extendiendo mis brazos para que Lisa se acercara—. ¿Cómo están nuestras pequeñas?

Lisa se sentó a mi lado en la cama, sosteniendo mi mano con ternura mientras sus ojos brillaban al hablar de nuestras hijas.

— Están perfectas, amor. Son tan hermosas como su madre —dijo Lisa con cariño, acariciando mi mejilla con suavidad—. Han estado tranquilas y dormidas desde que nacieron, como dos angelitos.

Una mezcla de amor y gratitud llenó mi corazón mientras contemplaba a mi alfa y nuestras hijas. Estaba agradecida por tener a Lisa a mi lado como mi compañera y por haber traído al mundo a nuestras preciosas hijas. Era un momento de felicidad pura, y sabía que nunca lo olvidaría.

— Te amo, Lisa —susurré, atrayéndola hacia mí para darle un beso tierno en los labios—. Gracias por estar siempre a mi lado y por ser la mejor mamá para nuestras hijas.

— Te amo más hermosa, gracias por darme el mejor regalo del mundo.

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Después de nuestro tierno momento juntas, Lisa y yo nos preparamos para cuidar a nuestras hijas. Con delicadeza, tomé a una de las bebés en mis brazos, sintiendo una oleada de amor y ternura al sostenerla contra mi pecho.

— Hola, mi pequeña princesa —susurré con voz suave, acariciando suavemente su cabecita mientras ella abría sus ojitos y me miraba con curiosidad.

Lisa se sentó a mi lado en la cama, observando con amoroso orgullo a nuestra hija mientras le daba pecho con cuidado. Era un momento mágico, lleno de amor y conexión entre madre e hija.

Después de alimentar a la primera bebé, la pelinegra y yo nos miramos con complicidad, lista para enfrentar el desafío del cambio de pañales. Con determinación, Lisa tomó una de las toallitas y comenzó a desabrochar el pañal de nuestra hija, pero de repente, una risa incontrolable escapó de mis labios al ver la expresión de concentración en el rostro de la Alfa.

Stitches - Jenlisa GipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora