14.

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   — Hola, amor — saludaba una alegre Alfa — te estuve esperando en la plaza, pero nunca llegaste.

— Perdón, Alfa, me sentí algo mal y decidí descansar un rato, pero sin querer me quedé dormida — lo podía confirmar en el rostro recién despierta de la pequeña.

— Hey, tranquila, pequeña — se acercó lentamente para abrazarla — ¿quieres que llame al médico para que te revise?

— No... no fue nada, solo un poco de mareo y dolor de cabeza — susurró enterrando su rostro en el cuello de la más alta y olfateándola — comí tarde, debe ser eso.

— Está bien, pero si te sigues sintiendo mal, llamo al doctor — decía mientras dejaba un pequeño beso en el cabello de la chica bajita.

— ¿Tú te sientes mejor, Alfa? — se alejó del abrazo para mirarla a la cara — prometiste que te iban a revisar.

— Ya estoy bien, no fue necesario, Omega — sonrió — ¿Qué tal si mejor vemos una película y cenamos? — su lobo se movió inquieto, sabía lo que significaba — ve buscando una película mientras yo voy por la cena.

— Te acomp— no la dejó terminar.

— No, cariño, no demoro — dejó un pequeño beso en sus labios — Te quiero, Jen — y se fue hacia la salida, dejando a la Omega con un sentimiento extraño.

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Al salir de la cabaña, miró a ambos lados tratando de ver si había alguien cerca. Al darse cuenta de que estaba sola, dejó salir a su lobo y empezó a correr por el bosque hasta llegar al claro, donde ya estaba quien por medio del vínculo la había llamado.

— No pensé que vinieras, Alfa — dijo con una sonrisa la chica.

— ¿Qué ocurre ahora, Nay? — se acercó con lentitud — sabes que no puedo venir siempre a tus llamados.

— Y por qué no? Antes, cuando te necesitaba, siempre estabas — dijo con rabia — ahora siempre estás con esa Omega — dijo con asco.

— Nay... — fue interrumpida.

— ¡No! No es justo, Lalisa. Yo estuve primero, yo debería ser tu Omega — se escuchó su voz rota — yo esperé que regresaras... que lucharas por mí — sentía su rostro ser bañado en lágrimas — pensé que me amabas.

— Ángel — la llamó por el apodo que tenían cuando estaban juntas — tú sabes que no podía volver, no puedo ver a mamá sin sentirme culpable de lo que hizo mi padre. Además, él me tiene amenazada, no podía arriesgarte.

— Habían formas, Lisa — sollozó — mi loba te extraña en cada momento. Aún podemos estar juntas. Ahora puedes luchar contra tu padre.

— No... no puedo, Ángel. Encontré a mi destinada. Te quiero, pero la Luna quiso un destino diferente para nosotras — susurró tratando de no hacerle daño a su hermana — además, lo nuestro estuvo mal, compartimos lazos sanguíneos.

— Vaya, pues eso no te importó cuando me follaste en tu celo, ¿verdad? — dijo ahora con rabia — estuvimos años juntas, Lalisa, no días ni semanas. ¿Cómo puedes olvidarlo? — bajó un poco el tono — sé que me quieres, tu lobo igual, puedo sentirlo, cariño — se acercó con precaución — ¿no recuerdas? Nuestra primera vez... me hiciste mujer de una forma tan satisfactoria. Siempre supe que serías buena en la cama — logró llegar hasta su Alfa y posó sus manos en el abdomen de esta, dejando leves caricias — lo recuerdo tanto, tus besos — susurró cerca de su oído, haciendo que esta sintiera un escalofrío — tus caricias... — dejó un beso en su cuello, y la alfa se tensó — recuerda conmigo — dejo un beso mas largo haciendo suspirar al Alfa, aunque no lo deseara su Lobo respondía a la chica, pues compartieron un fuerte vinculo, por un momento recordó aquel día. 

Stitches - Jenlisa GipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora