Pov Lisa.
El aire de la noche era frío, pero yo apenas lo sentía. Cada paso que daba hacia la cárcel de la manada retumbaba en mi cabeza con la misma fuerza con la que mi corazón latía en mi pecho. La rabia me consumía, me cegaba, me dominaba.
Había dejado a mis pequeñas durmiendo, asegurándome de que estuvieran bien antes de salir. Jennie había notado mi tensión, pero no dijo nada. Solo me miró con esos ojos llenos de comprensión y amor, y eso me bastó. Sabía que si me detenía a hablar con ella, me pediría que no lo hiciera… pero yo necesitaba respuestas.
Al llegar a la entrada de la prisión, encontré a Rosé esperándome. Vestía su uniforme de guardia, con los brazos cruzados y la expresión tensa. Sabía por qué estaba ahí.
—No puedes verla —dijo de inmediato, firme.
La miré con dureza.
—Sí puedo.
Rosé suspiró, pero no bajó la guardia.
—Lisa, escúchame. Sé lo que sientes, pero Nayeon no merece que pierdas la cabeza por ella. No vale la pena.
Apreté los puños, sintiendo mis uñas clavarse en mis palmas.
—Necesito hablar con ella, Rose.
—Si la ves, no podrás controlarte —insistió—. ¿Y si haces algo que luego lamentas?
Solté una risa amarga.
—¿Lamentarlo? Lo único que lamento es no haber sabido antes todo lo que hizo.
Rosé me observó con cautela.
—Al menos deja que alguien te acompañe.
—No —negué de inmediato—. Quiero estar a solas con ella.
—Lisa…
—No es una petición, Rosé —dije con voz firme—. Es una orden.
Vi la lucha interna en sus ojos. No quería dejarme entrar sola, pero sabía que no podía desobedecerme. Finalmente, soltó un suspiro pesado y asintió con desgana.
—Estaré afuera. Si escucho algo extraño, entraré.
—No lo harás —le advertí—. Pase lo que pase, no entres hasta que yo salga.
Rosé no respondió, pero su mirada me lo dijo todo.
Sin perder más tiempo, crucé la puerta de la prisión y me adentré en la oscuridad de los pasillos húmedos. Sabía exactamente a dónde iba. Sabía exactamente a quién iba a enfrentar. Y esta vez, no habría nada ni nadie que me detuviera.
Cerré la puerta con un golpe seco detrás de mí, sintiendo cómo el sonido resonaba en la fría celda. Mis ojos se clavaron en la figura sentada en el pequeño banco de piedra. Ahí estaba ella, con esa actitud despreocupada, esa sonrisa sarcástica que me revolvía el estómago.
Nayeon me recorrió con la mirada antes de soltar una risa baja, burlona.
—Vaya, vaya… la gran Alfa ha venido a visitarme. Qué honor.
Apreté la mandíbula con fuerza, conteniendo el impulso de lanzarme sobre ella. No era solo ira lo que me consumía, era dolor, frustración, culpa. Todo me quemaba el pecho.
—Dime por qué —mi voz salió grave, cargada de peligro—. ¿Por qué me ocultaste a Anna? ¿Por qué hiciste todo esto?
Nayeon ladeó la cabeza, sin perder esa sonrisa cínica.
—Oh, Lisa… qué dramática. Te ves adorable cuando intentas hacerte la víctima.
Sentí mis garras queriendo salir, pero me obligué a controlarme. Di un paso al frente, dejando que mi sombra la cubriera.
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Stitches - Jenlisa Gip
Fanfiction-- Alfa... por favor, detente, me estás haciendo daño." -- Cállate, omega inútil -- se escuchó el sonido de un golpe en la habitación. -- Por favor, soy tu o-omega -- suplicó. -- Tú jamás serás mi omega -- respondió con frialdad. Ella lo miró con lo...