3. Lucas

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La Trattoria era un restaurante italiano que hacía esquina, el edificio contrastaba con el resto de edificios altos, dos plantas y en la tercera que era más pequeña, tipo buhardilla, después de cenar podías disfrutar de una sesión de karaoke.

Al entrar nos llevaron a la mesa que teníamos reservada. Nos sentamos a la mesa, me las ingenié para sentarme delante de Lara, sus amigas habían propuesto sentarse una delante y la otra al lado de ella pero yo me adelanté. Cuanto más la miraba más adorable me parecía, esa noche me iba a divertir.

Se acercó el camarero para dejarnos las cartas y preguntar por las bebidas que tomaríamos. Pedimos vino y para Lara agua. Debatimos un rato si compartiríamos platos, Juan y yo finalmente decidimos tomar entrante y pizza, pediríamos una cada uno y nos la partiríamos. Vero pidió una pizza Carbonara, Olga pidió una ensalada con mucho salmón ahumado. En cuanto a Lara se pidió una pizza margarita.
Mientras esperábamos los platos, decidí que había llegado el momento de divertirme.

—Lara—¿no vas tomar vino, un poco no te hará daño?

Ella se sonrojó de nuevo y se removió en la silla, miró a sus amigas, fue Vero quien respondió.

—Lara ha venido en coche Lucas, cuando tiene que conducir no toma alcohol.

—¿Tienes carnet de conducir y coche?— le pregunté mirándola fijamente.

—Si, tengo carnet si no no podría llevar un coche. Y el coche no es mío, es de mis padres— contestó Lara casi de carrerilla con cara de fastidio y todavía sonrojada.

—No tiene coche, todavía, hace unos meses que ha pedido uno en el conesionario y llegará en breve— dijo Olga.

—¿Que coche te has comprado?—me interesé.

—Un Seat León—respondió reflejando sus ojos un destello por la emoción.

—¿Que color? espera, espera, no respondas intento adivinarlo, rojo o blanco—dije con convicción.

—No, he escogido el gris plata, aunque mi primera opción era azul metalizado pero me convencieron para cambiarlo por el gris—respondió Lara tan rápido que era casi imposible seguir el hilo de lo que decía.

En ese momento apareció el camarero con algunos platos, entre ellos la pizza de Lara.

—Lara, tu cena es un poco triste, la pizza margarita solo lleva tomate y mozzarella— la piqué.
—Esta es la única pizza que me gusta—respondió Lara con un gesto de sorpresa en el rostro.
—¿Todo bien?— Le pregunté al ver esa expresión en su rostro.
—Si—contestó escuetamente.

Durante la cena no dejé pasar ninguna oportunidad para interactuar con ella. En un momento vi que alargaba su brazo para coger el agua, me adelanté y nuestras manos se rozaron, fue un instante pero noté perfectamente como se tensaba su cuerpo y se sonrojaba de nuevo. Esta chica era realmente muy tímida. Le llené el vaso.

—Gracias—me dijo
—No tienes por qué darlas, lo he hecho con gusto—respondí.
—Me enseñaron a ser educada y agradecida—me respondió tajante.
—En ese caso, de nada, encantado de servirte— le respondí mirándola fijamente.

No podía parar, me lo estaba pasando en grande, decidí volver a la carga.

—¿Tienes novio Lara?— le pregunté mirándola directamente.

Esta vez se le sonrojaron hasta las orejas, parecía una olla a presión apunto de estallar.

—No tengo novio, pero de todas formas no es de tu incumbencia— me respondió visiblemente molesta.
—Es que me parece raro que una chica tan bonita como tu no tenga pareja— dije encogiéndome de hombros.
—Oye Juan, ¿te has fijado? Lara casi no come, no bebe y además tiene coche, es un partidazo, ¿podrías pedirle salir?— sorprendí  a todos con mi pregunta.
Juan casi se ahoga con el vino que estaba tomando en ese momento.
—Lucas, déjate de bromas, estás incomodando a Lara— dijo Juan mirando a Lara que estaba visiblemente alterada a estas alturas de la cena.

Quédate A Mi LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora