17. Lara

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El lunes Paula me propuso ir a comer para comentarle como había ido el fin de semana y acepté sin dudar, me apetecía hablar con ella, siempre me daba buenos consejos.

Nos dirigimos a una pizzeria, Paula también se reía cada vez que pedía la pizza margarita, era inevitable, nadie entendía que no me gustara la pizza con más ingredientes.

—¿Como fue vuestra cita de ayer con los amigos del novio de tu amiga guapísima?—Directa al grano, así era mi amiga.

—Bien, supongo—me encogí de hombros y le relaté lo que había pasado con Javi el día anterior, me escuchó atentanemente.

—¿Quieres que te sea sincera?—me preguntó.

—Si, por favor, siempre me das buenos consejos.

—Yo creo que Javi no te gusta, por ese motivo no te sentiste cómoda y él se debió dar cuenta que no te interesaba en el sentido que él quería y quizás de ahí su comportamiento. También pienso que a él si que le interesas por ese motivo te ha pedido el teléfono y le gustaría quedar contigo. Ahora preciosa eres tu la que tienes que decidir que es lo que quieres, y quizás a quien—me había cogido la mano y me dió un apretón.

—Quizás tienes razón, la verdad es que no me sentí comoda con él, tampoco me apetecía mucho darle mi teléfono pero me sentí un poco obligada—resoplé.

—No pasa nada por mensajearse con un chico preciosa—no es lo mismo que hablar en persona y siempre puedes tomarte tu tiempo para hacerlo y si de aquí unos días te propone quedar, ya lo decidirás.

El resto de la comida lo pasamos hablando de su hija, me enseñó varias fotos que le había hecho durante el fin de semana, habían estado en el zoo.

De postre tenían tiramisú, y yo que no me podía resistir, me lo pedí.

—Ummm!—gemí—está delicioso—se me hacía la boca agua, no lo podía evitar, era mi debilidad, me encantaba ese postre. Mi amiga se reía divertida.

—Parece que estás teniendo un orgasmo con tanto gemido, Lara, contente un poco—se reía divertida, los ojos se me abrieron como platos y granate me puse de repente y me tapé la cara con las manos.

—Lo siento, no sabía...no quería...—en ese momento me cogió fuerte la mano para calmarme.

—Preciosa no pasa nada, era una broma—rió divertida.

—No me pegues esos sustos, por favor—estaba muy avergonzada y ella negaba con la cabeza divertida.

El resto de la semana había pasado en un suspiro, Javi me había escrito varios días, me preguntaba como estaba, me enviaba algun meme gracioso que comentábamos y poco más. Había empezado a sentirme más comoda y hasta me había sorprendido mirando la pantalla del móvil esperando sus mensajes.

El sábado a las siete de la mañana cuando llegó mi padre de trabajar nos fuimos al chalet.

Hacía mucho tiempo que las amigas que tenía en la urbanización habían dejado de ir, bien porque tenían novio, tenían que estudiar o simplemente no les apetecía ir. En verano venía alguna amiga con la que podía quedar y salir.

Cuando llegamos al chalet mi padre se fue a dormir, estaba agotado. Coloqué todas las cosas que habíamos llevado y preparé un café con leche para mi madre y para mi una leche con cacao, estábamos heladas, la casa estaba congelada y aún tardaría un poco en calentarse.

—¿Como te ha ido esta semana en el trabajo cariño?—me preguntó mi madre mirando su taza humeante.

—Bien, mamá, me llevo muy bien con todos mis compañeros y el trabajo no es estresante—respondí.

Quédate A Mi LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora