21. Lara

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La mañana del lunes había pasado rápido, en la oficina había mucho trabajo y no tuvimos tiempo ni de salir a desayunar. A la hora de salida Paula y yo fuimos juntas hacia el metro, siempre aprovechábamos ese ratito para explicarnos como había ido el fin de semana.

—¿Que habéis hecho este fin de semana? ¿Algún plan con la peque?—curioseé.

—Con Laia nunca te aburres, no para quieta—se rió mi amiga—el sábado fuimos a comprarle ropa se le está quedando todo pequeño—resopló—Y el domingo vinieron mis padres a casa, están con la niña que se les cae la baba.

—Si, por las fotos que me enseñas está muy grande. Seguro que no te supuso mucho esfuerzo ir a comprar ropa, con lo que te gusta a ti ir de tiendas—le dije divertida.

—Que razón tienes, mira que me gusta comprar ropa, pero no sabes lo que disfruto cuando la compro para ella, casi casi me hace más ilusión comprársela a ella que a mi—reímos las dos.

—Hace tiempo que no veo a tus padres, salúdalos de mi parte—le dije.

—Se lo diré, siempre me preguntan por ti, te quieren mucho— me dijo con cariño.

—Y yo a ellos, son unas personas excepcionales—me sonrojé.

En ese momento sonó una notificación de WhatssApp en mi teléfono y di un respingo.

—¿Estás bien Lara?—me preguntó Paula preocupada.

—Si, no sé porqué me he sobresaltado al notar la vibración de la notificación—saqué el móvil de mi bolsillo y en la pantalla vi que había un mensaje de Javi, me puse nerviosa y Paula se dio cuenta, me conocía muy bien.

—Lara, ¿que pasa?—me preguntó poniéndome una mano en el brazo.

—He recibido un mensaje de Javi, el chico que conocí en fin de año.

—Hace días que os mensajeais, ¿por qué este mensaje te ha puesto tan nerviosa?

—El sábado me invitó a cenar un día esta semana, creo que no se tomó muy bien que le dijera que no podía quedar para cenar y le propusiera quedar para tomar un café una tarde—dije de carrerilla casi sin respirar.

—No sé como lo haces para decir tantas cosas tan rápido sin ahogarte—nos reímos las dos—así me gusta que sonrías—¿Quieres que leamos juntas el mensaje que te ha enviado?

—¿Te importa?

—Claro que no, venga abre el mensaje, pero depende de lo que te diga me taparé los ojos, eh?— Soltó tan ancha, abrí los ojos como platosy ella se partía de la risa.

Javi: ¡Hola Lara! ¿Como lo tienes el miércoles para que nos veamos?¿Podrías reconsiderar mi oferta para ir a cenar? Solo cenar prometido y podría acompañarte a casa después—lo acompañó con el emoticono de las manos suplicando.

—El chico insiste en querer cenar contigo, desde luego parece interesado en ti, si no no insistiría—Paula me miraba preocupada.

—¡Pero no puedo ir Paula!—dije visiblemente afectada—¿como le explico que mi madre no me deja salir por la noche entre semana?

—Lo sé bonita—suspiró—tienes que responder cuanto antes que vea que no te lo estás repensando si no que realmente no puedes.

—Está bien—resoplé.

Lara: Hola Javi! Ojalá pudiera salir a cenar, de verdad que iria, pero no puedo. ¿Te parece bien que nos encontremos el miércoles a las siete y media y hablamos tranquilamente?

Javi: Somos adultos Lara, si no quieres quedar conmigo solo tienes que decírmelo.

Lara: Si quiero quedar, si no fuera así no te habría propuesto que nos viéramos por la tarde. Simplemente te habría dicho que no quería quedar. Apenas me conoces y hay muchas cosas que no sabes sobre mi, el miércoles podríamos hablar sobre ello, si quieres que nos encontremos.

Quédate A Mi LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora