Quédate A Mi Lado

38. Lucas

Salimos del bar en dirección al coche de Lara, teníamos las manos entrelazadas. Noté como empezaba a temblar por el frio así que pasé mi mano alrededor de su cintura y la acerqué a mi, se tensó un poco pero no se apartó.

—Pequeña, te has puesto nerviosa cuando Juan te ha llamado mi novia ¿no te parece bien?

—Es que me ha sorprendido, el otro día les comentaste que habíamos decido quedar para ir conociéndonos y a la semana Juan dice que soy tu novia—se encogió de hombros.

—Desde el momento que te pedí quedar para conocernos mejor y me dijiste que si me hiciste el hombre más feliz del mundo, desde ese instante ya te consideré mi novia. La verdad es que no te pedí directamente que fueras mi novia porque tenía miedo que te asustaras ¿te parece bien ser mi novia? Porque si no quieres por el momento les diré que no vuelvan a mencionarlo. ¿Que me dices?—se sonrojó.

—Me parece bien—dijo mirando al suelo algo avergonzada y yo sonreí ampliamente.

—No sabes lo feliz que me hace poder llamarte mi novia, que bien suena. Por cierto, muchas gracias por venir a ver a tu novio—le guiñé unojo—no te esperaba y me alegra mucho pasar un ratito junto a ti.

—Quería darte un sorpresa y además que vieras que estoy bien, siento haberte preocupado— su tono de voz me hizo sospechar que algo había pasado, además estaba un poco tensa, la abracé aún más acercándola a mi pecho.

—Pequeña, creo que os pasó algo cuando ibais de camino a Perpiñán, te lo noto, no es necesario que me lo expliques pero si lo haces quizás te sientas mejor—me aparté un poco y alcé su barbilla hasta que nuestras miradas se encontraron.

—Está bien, te lo explicaré, pero no puedes decir nada, quedamos con Olga y Vero que no hablaríamos más de ello—bajó su cabeza algo avergonzada, ¿podemos entrar en el coche? tengo algo de frio.

—No quiero ponerte en un compromiso preciosa, me ha parecido que estabas un poco agobiada por eso me he ofrecido a escucharte, si decides explicármelo no diré nada, nunca traicionaría tu confianza. Estás temblando, entra en el coche antes de que cojas más frío—Entramos, encendió el motor y puso la calefacción. Respiró hondo para coger aire, ahora si que me estaba empezando a inquietar.

—Está bien, en realidad no pasó nada—empezó a decir mirando hacia abajo, le levanté el mentón para que me mirara—Estábamos de camino comentando que yo tengo muy poco sentido de la orientación, siempre voy para el lado contrario al que tengo que ir incluso si voy mirando el Google Maps—sonreí—y Vero comentó que ella tenía muchos problemas para doblar los mapas una vez abiertos. Para no extenderme demasiado, yo llevaba un mapa en la guantera y Vero quiso desplegarlo para plegarlo de nuevo—asentí—El mapa era bastante grande y al abrirlo ocupaba todo el habitáculo de la parte de atrás que me impedía la visión por el retrovisor interior, le pedí que lo doblara y al intentarlo de nuevo me cayó encima de la cabeza impidiéndome la visión durante unos instantes hasta que conseguí quitármelo como pude dando un pequeño bandazo con el coche—se le habían inundado los ojos de lágrimas, quería abrazarla pero preferí que terminara su explicación— no pasó nada pero me asusté mucho. A tres kilómetros había un área de servicio y paramos, necesitaba tranquilizarme, por ese motivo tardamos más en llegar a nuestro destino—una lágrima empezó a descender por su mejilla, me apresuré a limpiarla con mi dedo pulgar—Si llegamos a tener un accidente y les hubiera pasado algo no me lo hubiera podido perdonar—en ese momento se rompió y empezó a llorar, la acerqué a mi y la abracé fuerte.

—Ostras Lara, vaya susto te llevarías, puedo entender como te sientes pero tu no tuviste la culpa—en ese momento estaba temblando.

—Eso me dijo Vero que la culpa era suya pero yo iba al volante, era responsabilidad mía que llegáramos bien—las lágrimas seguían descendiendo sin control por sus mejillas, realmente se habría asustado mucho pero no lo habría dejado ver durante el fin de semana y ahora ya no podía más.