Quédate A Mi Lado

16. Lara

El sábado me levanté pronto, salí a comprar, arreglé la casa, preparé la comida y después de comer me fui a descansar un rato. Me desperté dos horas más tarde, nunca dormía tanto ya me veía por la noche contando ovejitas para poder conciliar el sueño. Por la tarde me dediqué a mis rutinas de belleza, mascarilla facial, capilar, me arreglé las uñas, no me gustaba llevarlas pintadas, me ponia un endurecedor que dejaba las uñas como si llevara brillo transparente. Hoy no había quedado así que me puse la serie que tanto me gustaba, esperaba no dormirme en esta ocasión. La casa estaba en silencio y tranquila, agradecía esa calma y paz, cosa poco habitual. Quería a mis padres pero su relación no era sana, habían tenido innumerables discusiones, habían llegado incluso a las manos, hacía tiempo que únicamente tenían discusiones verbales, siempre estaba alerta y en tensión por si me tenía que encerrar en mi habitación, no me gustaba nada verlos discutir y menos cuando me metían en medio de sus discusiones. No soportaba la violencia de ningún tipo, ni verbal ni mucho menos física.

Me acurruqué en el sofá abrazando mi peluche favorito, regalo de mis amigas. Me encantaban los peluches y las películas de Disney, si, era como una niña.

Por mucho que lo intenté no podía concentrarme en la serie, estaba nerviosa por el día siguiente. Apagué la tele, ya vería la serie otro rato, me puse el pijama y me fui a dormir.

Me desperté temprano, no había pasado buena noche, me había costado mucho conciliar el sueño debido a los nervios y que había dormido mucho por la tarde. Desayuné, me puse ropa deportiva y salí a pasear. Al vivir relativamente cerca del mar muchas veces iba a pasear, me relajaba mucho y ese día lo necesitaba. Hacía un día frío y espectacular, al contemplar el cielo no pude evitar pensar en Lucas, sus ojos eran azul turquesa como el cielo de un día de invierno, igual que el de ese día. No había ni una nube y soplaba una brisa fría, al ir abrigada me reconfortaba el aire en la cara y no tenía frio.

Después de comer me arreglé tranquilamente, hice caso a mi amiga, tejanos ajustados, jersey cuello cisne de color negro y botas mosqueteras, completé el look con un abrigo color granate y bufanda rosa palo.

Había quedado con Olga en el metro a las cinco de la tarde ya que se suponía que habíamos quedado a las seis. En realidad habíamos quedado a las siete pero ahí estaba yo sentada en el andén del metro a la hora acordada no fuera a ser que por una vez mi amiga llegara puntual.

Más de una hora había pasado y mi amiga no aparecía, volteé los ojos, siempre igual, me puse tan nerviosa que me levanté y me dirigí a la salida, yo me iba a casa definitivamente no quería ir.

La mala suerte quiso que justo cuando iba a salir llegaba Olga corriendo.

— Hola Lara ¿a donde ibas? — me miró extrañada.

— Hola — dije visiblemente enfadada – Me voy a mi casa, mira que hora es, yo ya no quería ir y ahora además llegaremos tarde. Solo falta que me digan que soy una impuntual cuando llevo aquí más de una hora. Es la vez que más tarde llegas con diferencia Olga – dije resoplando.

— Lo siento Lara, no me he dado cuenta de la hora que era, se ha estropeado el reloj del salón y me ha avisado Juan de la hora que era, no quería llegar tarde, de verdad—me dijo apurada.

— Siempre llegas tarde Olga, no sé si creérmelo—dije resoplando.

— Llamamos a mi hermano si quieres, él no te mentirá, ya sabes que siempre me riñe por hacerte esperar tanto rato—sacó el móvil del bolso, la verdad es que era la primera vez que la veia correr, siempre llegaba tan pancha y como si no llegara tarde.

—Es igual, déjalo, vamos, ahora aviso a Vero que llegamos tarde.

Envié un mensaje a Vero para comentarle que llegaríamos tarde, suspiré. Me respondió que no importaba, ellos ya habían llegado, nos esperaban tomando algo.