11. Lucas

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Cuando nos despedimos de las chicas nos dirigimos a un bar de copas con los amigos de Juan, seria una noche tranquila, unas copas entre amigos. Raúl y Óscar eran muy simpáticos, cuatro y tres años más mayores que yo. Me hicieron sentir como uno más en seguida.

—Lucas vamos a tomar una cerveza— me dijo cogiéndome por los hombros Raúl.

—No me gusta mucho la cerveza pero un whisky con cola si que me tomaré.

En el pub habían billares, una de las mesas estaba vacía y nos decidimos a jugar unas cuantas partidas.

—Me han comentado que a veces viene el cantante de un grupo de pop aunque yo he venido en varias ocasiones y nunca lo he visto—dijo Óscar.

—¿Como sabes eso Oscar?—preguntó Juan.

—Me lo comentó un cliente de la tienda de discos.

Óscar trabajaba en una tienda de discos desde hacía cinco años, le gustaba mucho la música y conocía muchísimos grupos, le decías una canción y era capaz de decirte el grupo, el nombre del álbum y casi siempre incluso el año que se publicó.

Era un grupo un tanto peculiar, Raúl era el típico chico que piropeaba a cualquier chica para ver si se la ligaba, moreno, bien afeitado, metro setenta y cinco y bastante atractivo, podría tener a la chica que quisiera pero a él solo le interesaban para un rato, en seguida se aburría. Óscar en cambio era bastante introvertido, también moreno, con barba algo descuidada y estilo grounge. Mi amigo, Juan, era un poco friki y su vestimenta era un poco peculiar, esa noche llevaba camiseta de Star Wars y pantalón naranja butano.

—¡Ronda de chupitos! —Apareció Raúl con ocho chupitos de Jack Daniel's, dos para cada uno.

—¡Feliz Año!—gritamos al unísono y nos bebimos el primero de un trago.

—¡Salud!—chocamos los vasos y de nuevo los bebimos de un trago.

—Nos ha comentado Juan que hace poco que los has dejado con tu novia y no te apetecía mucho salir de casa, vente con nosotros siempre que quieras Lucas nos echaremos unas risas y lo pasaremos bien—afirmó Raúl—Si te he de ser sincero lo pasamos mejor cuando vienen la hermana de Juan y su prima, son muy divertidas. Alguna vez también ha venido Lara, es muy tímida, siempre estamos pendientes para que se encuentre a gusto.

—Hace dos semanas acompañé a Juan a la cena de cumpleaños de Olga y estaban Vero y Lara. Me excedí en alguna broma que hice a Lara para hacerla sonrojar y me dejaron claro lo protectores que son con ella—cogí el taco para tirar.

Jugábamos al Pool o también conocido como billar americano, cada equipo tenía que meter las bolas ralladas o lisas según les correspondiera y cuando las habías colado todas, la negra iba al agujero contrario donde había entrado la última bola, si la metías en otro agujero perdías la partida. A mi no se me daba mal el billar, me gustaba. Estaba a punto de tirar cuando, de repente se abrió la puerta, entraron unas quince personas que flanqueaban al cantante que nos había comentado Óscar, pasaron por la sala como un huracán y entraron en una puerta que había al fondo del local, era una sala privada que no sabíamos que había.

Después de aquella entrada nos quedamos boquiabiertos, tardamos un poco en reaccionar.

—Si que iba bien flanqueado el cantante, como para querer acercarse a pedir un autógrafo—negó con la cabeza Raúl.
—Desde luego, imagino que tendrán una sala privada, será la zona VIP—dijo riendo Óscar provocando nuestras risas, el local no era muy lujoso que dijéramos y tampoco estaba en la zona alta precisamente.

—Una vez al mes nos encontramos, venimos aquí, a la discoteca Camelot si vienen las chicas, a veces vamos a un karaoke que hay por el barrio de Juan, y de vez en cuando también hemos hecho alguna excursión, la última, una barbacoa cerca del chalet de la familia de Juan, así que si te apetece bienvenido serás Lucas—afirmó Raúl.

—Muchas gracias por la invitación, quizás si que os tome la palabra, creo que ha llegado la hora de empezar a salir y pasar página—Obvié que lo que más me tentaba de las salidas que comentaba era ver a Lara.

No había podido dejar de pensar en ella, estaba muy guapa esta noche, el pantalón que llevaba le marcaba mucho su trasero respingón y el cinturón con brillos que se había puesto a la altura de las caderas hacía que te fijaras más en esa zona al final de su espalda. Al despedirme de ella me había embriagado el olor de su perfume, un aroma a flores, dulce y delicado, como ella, estaba convencido que esa noche sería el centro de muchas miradas y eso me generaba malestar, desde que la conocí había empezado a despertar algo en mi que hacía tiempo, mucho tiempo, que no sentía.

—¡Lucas! es tu turno ¿estás bien? estabas ensimismado—me dijo Óscar ofreciéndome el taco.

—Si, voy—dije cogiendo rápidamente el taco y colocándome para tirar, metí dos bolas, ya solo quedaba la negra, realicé el tiro pero fallé, ¿como había podido fallar? negué con la cabeza lamentándome.

—Hoy no estás nada acertado, esa bola otros días la hubieras metido con los ojos cerrados—¿va todo bien Lucas?—me preguntó Juan con la cabeza ladeada.

—Si, ¿por qué no tenía que ir bien?—no conozco esta mesa y no me siento muy cómodo con este taco, quizá sea por eso que no atino—mentí.

—Si tu lo dices—se encogió de hombros Juan—hace años que nos conocemos y a mi no me la das, palmeó mi hombro.

—Hace tiempo que no salia, se me está haciendo raro después de tanto tiempo—mentí de nuevo, como iba a decirle lo que realmente estaba pasando por mi cabeza instantes antes.

Por suerte Juan lo dejó ahí pero me lanzó una mirada que no dejaba lugar a dudas, en breve me sometería a un tercer grado, mi amigo no se andaba por las ramas.

A las cuatro dimos por finalizada la noche, nos despedimos hasta otra ocasión y nos fuimos en metro hacia casa. Óscar se bajó en la misma parada que nosotros, vivía a tres calles de casa de mi amigo.

—La próxima quedada te apuntas Lucas y no acepto un no por respuesta, ya verás que lo pasamos igual de bien o incluso mejor que esta noche—me dijo chocando nuestros puños a modo de despedida.

—Eso está hecho, lo he pasado genial—dije sonriendo.

Me despedí de Juan, no sin que antes me advirtiera que teníamos una conversación pendiente, sabía que no lo dejaría pasar, me conocía demasiado bien. Mi casa estaba a quince minutos andando, la noche era fría, me cerré y subí el cuello del abrigo, el cielo estaba despejado y junto el viento que hacía la sensación de frío era mayor. Al pasar por la plaza donde habíamos estado hacía apenas cuatro días no pude evitar mirar el lugar donde Lara había aparcado su coche nuevo, estaba pletórica y en sus ojos pude ver la emoción que tenía por su fantástico vehículo. Como un acto reflejo empecé a fijarme en los coches y ahí estaba, su coche. Había vuelto a aparcar en esa calle, ¿que me pasaba con esa chica?, no me la podía quitar de la cabeza. No debía pensar en ella, y menos de una manera romántica, en este momento no estaba preparado para conocer a nadie y menos plantearme una relación, la ruptura estaba muy reciente y necesitaba un tiempo solo para recomponerme había sido una época complicada.

Quédate A Mi LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora