[...]
[-La verdad seguirá igual aunque la rechacen]
[-¿¡Qué verdad!? ¿Qué eres un asesino? Cientos de empleados han muerto por tu culpa, por no hablar de los Clase D...]
[-Estaban enfermos...]
[-¡Si, por supuesto! La terrible plaga. De la que ni usted sabe los síntomas, el agente transmisor...]
[-¿Cómo qué no? Les he mostrado mis notas personales. Todo está ahí.]
[-¿Es así? Entonces díganoslo. Recite en un lenguaje de Dios las primeras páginas. Como si es en hebreo antiguo. Tenemos traductores para todo lenguaje común humano... ¿Qué pasa? ¿Por qué se calla ahora? ¿Acaso no se acuerda? Tenga aquí.]
El investigador arroja con desprecio sobre la mesa un cuaderno de notas forrado en cuero con una tira del mismo material envolviéndolo y haciendo un cierre. En silencio el hombre frente a él lo endereza, se toma su tiempo para desbloquearlo y luego de unos segundos más de espera lo abre.
[-Venga. Con voz alta y clara dícteme lo que escribió. Algo que de verdad sea comprensible, reproducible y razonable. Tenemos micrófonos para grabarlo y yo mismo copiare sus palabras. Comience cuando quiera.]
Para demostrar que era en serio el investigador tenía su propio bloc de notas y un bolígrafo en mano listo para comenzar mientras lo miraba con desafío, con burla.
No dijo nada.
El tiempo seguía pasando y el interrogado miraba una y otra vez su cuaderno. Indiscutiblemente suyo. Lo sabía.
Pacientemente el investigador esperó.
Deseaba que diera un arrebato de negación. Que dijera que el cuaderno era falso. Que no son suyas esas letras. Que siguiera hablando de su estúpida cura para una enfermedad inexistente. Que esas malditas galimatías son lo que son: líneas sin sentido de un loco.
Pero él se mantuvo en silencio.
Comenzó a oírse el paso de las páginas. Una lectura superficial y luego otra página. Y otra. Y otra.
Decenas de páginas después la impaciencia finalmente llegó.
[-¿Lo comprende o está tratando de crear una excusa? Ahí no hay nada. Nunca lo hubo.]
El investigador miraba directamente a los ojos detrás de la máscara de hueso. No temía la mirada fría porque por primera vez pudo ver algo diferente.
Duda.
[-¿Cuánto tiempo he estado aquí? ¿A cuántos he...?]
[-Más de 60 años. Le puedo asegurar que han sido más de 20 los fallecidos por sus propias manos y más del doble los provocados por los zombis que ha creado a partir de ellos. Cada vez que escapa.]
El enmascarado cierra el cuaderno y lo envuelve nuevamente con lentitud. El investigador por su parte guarda en su portafolio el bloc de notas y el bolígrafo y recibe el cuaderno de cuero cuando lo empujan hacia él.
[-Heredé el puesto de la Dra. Flandes. Y esta del Dr. Gutiérrez. Y este del Dr. Hann. Flandes fue mi tutora y por lo que oí, los otros fueron buenas personas. Que usted mismo acabó con ellas un buen día como cualquier otro. Enhorabuena, Doctor Plaga, gracias a usted hay menos personas excelentes que pueden afrontar los horrores del mundo. Su 'Pestilencia' probablemente sea lo último que acabará con todo.]
La burla sarcástica del investigador mientras se retiraba de la sala de interrogatorios no pareció inmutar a SCP-49. La habitación comenzó a inundarse de un gas blanquecino, un somnífero de acción rápida y corta duración, para que los guardias apostados afuera puedan estar más seguros cuando aseguren al ente y puedan llevarlo a su celda de contención.
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SCP 1471 - [Un Mundo Irreconocible]
CasualeUn niño común con una vida ordinaria se adentró en el lado oculto de la sociedad al descargar una misteriosa aplicación que evoca una entidad de apariencia malévola, pero que realmente solo quiere compañía y comprensión. En secreto, una poderosa e...