𝑩𝒆𝒚𝒐𝒏𝒅 𝑻𝒉𝒆 𝑺𝒄𝒓𝒊𝒑𝒕 || 𝑳𝒆𝒆 𝑺𝒖𝒉𝒐

Chapter 49

Me encontraba sentada en un local de comida rápida, frente a mí estaba Lim Jukyung.

La castaña me hablaba y hablaba sobre una discusión que tuvo con su novio hace algunas horas.

Siendo sincera, no prestaba atención alguna, pues mi mente reproducía una y otra vez la conversación que tuve con Nam Joo-hyuk.

– Nam Joo-hyuk – dije y lo miré – ¿Te gustaría tener una cita conmigo?

El chico me quedó mirando con los ojos y boca abiertos, dejó caer el paño que sostenía en su mano.

Chasqué mis dedos para sacarlo de su trance.

– ¿Q-Qué dijiste? – preguntó aún boquiabierto.

– Bueno... – dije – Hace un tiempo me pediste que tuviéramos tres citas, en ese entonces ninguno estaba disponible, pero ahora... – seguí – Creo que es una buena oportunidad.

– ¿¡L-Lo dices en serio!? – exclamó alegre.

– Sí – respondí – Lo digo en serio, pero si no te parece la idea, olvi... ¡Ay!

Sin dejarme terminar, Nam Joo-hyuk me estrechó fuertemente entre sus brazos.

– ¡Me encantaría! – dijo en el abrazo – ¡Claro que quiero tener una cita contigo!

Después de unos segundos, nos separamos del abrazo.

– Genial – dije neutral – ¿Te parece que nuestra primera cita sea mañana?

– ¡Seguro! – exclamó – ¡Nos vemos mañana!

Recordar aquella escena me hizo perder la cabeza. No puedo creer que le haya dicho a Nam Joo-hyuk que debíamos tener una cita.

Pero lo peor de todo, es el motivo. Ahora más que nunca estoy segura que siento algo más por Lee Suho, aunque no logro descifrar qué. Pues me dejó muy desconcertada el hecho de que alguien más guste de él.

– ¡Dios, qué idiota! – dije y golpeé mi frente.

– ¡Lo sé! – exclamó Jukyung – ¡Actuó como un completo idiota!

– ¿Cómo? – pregunté extrañada.

– ¡Han Seojun! – respondió la castaña – ¿No crees que su actitud fue de lo peor?

Maldición, mi pobre amiga me estuvo contando sus problemas y no fui capaz de escucharla por estar pensando en Lee Suho y Nam Joo-hyuk.

– A-ah... ¡A-ah! ¡Sí! – exclamé – ¡Es de lo peor! ¡Iugh!

– No me estás escuchando, ¿cierto? – dijo.

– ¿Qué? ¡Por supuesto que sí! – mentí.

– ¿En serio? – dijo y se cruzó de brazos – ¿Qué dije?