𝑩𝒆𝒚𝒐𝒏𝒅 𝑻𝒉𝒆 𝑺𝒄𝒓𝒊𝒑𝒕 || 𝑳𝒆𝒆 𝑺𝒖𝒉𝒐

Chapter 68

– ¿Estás desapareciendo de la historia? – dijo.

– A-Ah, yo... – dije nerviosa.

Comencé a reír para apaciguar un poco más el ambiente.

– ¿De qué estás hablando? – dije entre risas – ¿Desaparecer?

Seojun no reía, simplemente me miraba. Reí aún más, pero sinceramente, no era por gracia sino por nervios.

– Seojun, eres todo un loquillo – dije de igual forma – ¿Qué te hace pensar que estoy desapareciendo?

– El anciano – dijo – Sabe tu nombre, dijo que tu cuerpo está muy débil.

– ¡Ese anciano está loco! – dije – Es mi ginecólogo, por eso dice aquello – seguí – Mis pastillas me ponen de un humor raro.

– ¿En serio? – dijo y se cruzó de brazos – Entonces, ¿cómo explicas que te estabas desvaneciendo?

Dejé de reír de golpe, al parecer Han Seojun vió todo desde un principio.

– Yo... – dije nerviosa – No estaba desapareciendo, estaba...

– Moon Sun-hee – dijo firme – Necesito que me digas la verdad y no intentes mentir – siguió – ¿Estás desapareciendo de la historia?

Un silencio se instauró en el lugar, Han Seojun me dió una mirada que jamás había visto.

Parecía molesto, pero sobretodo, preocupado.

Intenté maquinar alguna mentira que pudiese servir, pero era inútil, él ya lo había descubierto y nada de lo que diga para negarlo servirá.

Di un suspiro agotador y asentí lentamente.

– Sí – dije – Estoy desapareciendo de la historia.

– Mierda – dijo y se tapó el rostro – ¿Hace cuánto estás experimentando esto?

– Desde hace algún tiempo – confesé – No sé la fecha exacta.

– ¿Y el anciano? – preguntó – ¿Quién es ese hombre? – dijo – Porque ni creas que me tragaré que es un ginecólogo.

– Es el narrador omnisciente – dije.

– ¿El narrador omnisciente? – preguntó extrañado – ¿Qué hace aquí? ¿No se supone que es una entidad inhumana?

– Eso pensé – dije – Pero desde mi primer suceso, no ha dejado de aparecer – seguí – Y cada vez que lo hace es para recordarme que no me queda mucho tiempo en este mundo.

Han Seojun soltó un suspiro molesto, al parecer esta noticia le pegó muy fuerte.

– ¿Quién más lo sabe? – preguntó.

– Nadie – contesté.

– ¿Cómo? – preguntó extrañado – ¿A qué te refieres con nadie?