Parte 10

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—¿Alice Burke?

Asentí lentamente.

Se acercó y puso una mano en mi hombro. Su piel estaba fría, su expresión endurecida por el dolor.

—Ella hablaba mucho de ti. Decía que eras como una hermana para ella.

Sentí un puñal atravesarme el pecho.

—Señor, yo...

—No quiero que me des explicaciones, Alice —interrumpió—. Solo quiero que me prometas algo.

Lo miré con atención.

—Prométeme que quien hizo esto pagará por ello.

Mi estómago se encogió.

Porque eso... eso ya lo tenía decidido desde el momento en que vi el cuerpo de Julie colgando del techo.

—Lo prometo —dije con firmeza.

Su mano se apretó sobre mi hombro antes de soltarme. Luego volvió con su esposa, quien seguía llorando sin control.

El funeral continuó. Hubo discursos, oraciones, recuerdos compartidos. Pero yo apenas escuchaba. Mi mente seguía atrapada en la imagen de Julie sonriendo en nuestras fotos juntas.

Cuando todo terminó, la gente comenzó a salir en silencio.

Al llegar a la escuela, la tensión era casi sofocante. Los pasillos estaban llenos de estudiantes que nos miraban de reojo, murmurando a nuestras espaldas. Podía sentir cómo sus ojos se clavaban en mí como cuchillos.

"Esa es Alice Burke, la amiga de las chicas muertas."

"Dicen que ella estaba en la biblioteca cuando atacaron a la otra chica."

"¿Y si ella tiene algo que ver?"

Las palabras flotaban en el aire como veneno. Pero no les di el gusto de verme afectada. Mantuve la cabeza en alto y seguí caminando con el rostro impasible, ignorando los cuchicheos. Lo último que necesitábamos era otro escándalo.

Cuando las clases terminaron, miré el reloj: 3:00 p.m.

Recogí mis cosas y salí del aula. Sentía la necesidad de aire, de espacio, de respuestas. Caminé rápidamente por los pasillos hasta que Melissa y Courtney se cruzaron en mi camino.

—Hola, Alice. ¿Todo bien? —preguntó Courtney, notando mi prisa. Ambas comenzaron a caminar a mi ritmo.

—Chicas, necesito estar sola ahora. Luego les contaré bien.

Melissa frunció el ceño.

—Pero Alice... ¿pasó algo? ¿Asesinaron a alguien más?

Negué con la cabeza, sintiendo la presión acumulándose en mi pecho.

—No, pero de verdad, luego hablamos.

Me alejé antes de que pudieran insistir más.

Al salir del edificio, mi teléfono vibró.

De: Número Desconocido
"Ve al estacionamiento. Estoy en un Mustang negro con una franja roja. Date prisa."

Un escalofrío me recorrió la espalda. La urgencia en el mensaje me molestó, pero esta vez decidí ignorar mi orgullo.

"Mustang negro..."

Sabía de quién era ese auto.

Aceleré el paso hasta el estacionamiento. Mi mirada escaneó los autos hasta que lo vi: un Mustang negro con una franja roja, y saliendo de él, un rostro familiar.

Masked Desperation Donde viven las historias. Descúbrelo ahora