(Perspectiva de Alice Burke)
—¡Aaaaaaaaah!
El grito salió de mi garganta antes de que pudiera contenerlo, un sonido desgarrador, una mezcla de exasperación, horror y absoluta incredulidad.
El aire pareció volverse espeso, pegajoso, como si el mismo ambiente se retorciera con la atrocidad frente a mis ojos. Mi cuerpo reaccionó antes de que mi mente pudiera asimilarlo: retrocedí bruscamente y mi espalda chocó con los fríos casilleros metálicos. Un fuerte estruendo retumbó en el pasillo cuando mi cuerpo golpeó el metal con violencia, como si la escena frente a mí no fuera suficiente para llamar la atención de todos.
Un escalofrío recorrió mi columna, paralizándome.
Los murmullos comenzaron, como un susurro ahogado antes de que estallaran los gritos.
Estudiantes se detuvieron, algunos jadeando con horror, otros con la morbosa necesidad de grabar la escena. El brillo de las pantallas de sus celulares parpadeó en el aire como luciérnagas en medio de la oscuridad, capturando el horror, alimentando el espectáculo.
—¡Dios mío! —chilló una chica cerca de mí, llevándose las manos a la boca.
—¡Alguien llame a la policía! —exclamó un chico, pero en lugar de marcar, solo sostenía su teléfono, temblando.
Entre la multitud, varios profesores irrumpieron en el pasillo. Sus rostros pasaron del desconcierto al horror en cuestión de segundos.
—¡Aléjense! ¡Todos a sus salones! —bramó una mujer de cabello recogido, con un tono de autoridad que apenas ocultaba el temblor en su voz.
Una mano firme se posó en mi brazo.
—Alice... ven conmigo. —La voz del señor Monroe, el conserje, sonaba preocupada. Me ayudó a levantarme, pero mis piernas seguían débiles, como si estuvieran hechas de aire.
No podía apartar la vista.
El cuerpo.
La sangre.
El mismo patrón.
Una escena que se repetía una y otra vez, como una pesadilla sin fin.
________
El despacho olía a café frío y a documentos viejos. El aire acondicionado hacía que la habitación se sintiera extrañamente estéril, como si fuera un refugio ajeno al horror que estaba desarrollándose afuera.
Me senté en el sillón de cuero negro, abrazándome a mí misma, sintiendo mi propia piel helada bajo mis dedos.
—Me alegra verla de nuevo, señorita Burke.
La voz del agente Walters me sacó de mi ensimismamiento. Cuando levanté la mirada, lo vi recargado contra la pared, con los brazos cruzados y una expresión que oscilaba entre la ironía y el cansancio.
—Lo mismo digo, agente. —Solté una risa amarga—. Lástima que siempre nos veamos en estas circunstancias.
El agente Palmer, más serio y metódico, sacó su libreta y un bolígrafo negro.
—Alice, ¿por qué no nos cuentas lo que ocurrió? —dijo con tono profesional, aunque la sombra de preocupación en su rostro era innegable—. Esto ya se está saliendo de control. Con este, es el octavo asesinato en este periodo.
—Y estoy bastante segura de que no tienen ni la menor idea de quién está detrás. —Cruzándome de brazos, recargué la espalda contra el sillón—. Su principal sospechoso, Scott, ya está libre... ¿o me equivoco?
Un leve tic se marcó en la mandíbula de Walters.
—Eso no es un tema que te deba importar, Alice. Nosotros sabemos lo que hacemos.
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Masked Desperation
HorreurDespués de una fatídica noche, Rosville es amenazada por un sujeto misterioso con una máscara. Alice Burke y sus amigos se verán involucrados en estas olas de asesinatos; ellos intentarán sobrevivir mientras descubren y detienen al de la máscara ¿Po...
