Parte 37

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Courtney y yo nos sentamos en el sofá frente a Sherry. Megan se acercó a ella y, en un susurro que apenas se oyó, le preguntó:

—¿Todo está bien?

Pude escucharlo. La tensión seguía latente.

—Ben está enojado —respondió Courtney en el mismo tono.

Rodé los ojos y no me contuve.

—Ben está actuando como un imbécil —solté, sin rodeos—. Todo porque un chico de la cafetería fue amable conmigo.

Noté cómo todos volteaban a vernos. Ben no respondió. Ni siquiera me miró. Se limitó a sentarse al fondo, con el ceño fruncido.

—Está siendo inmaduro e infantil —añadí, cruzándome de brazos.

Aaron lo miró de reojo. —Entonces deja de actuar como tal. Porque si sigues así, la vas a perder, hermano.

Antes de que pudiera decir algo más, el agente Charles se puso de pie, elevando la voz con autoridad.

—¡Basta! No tenemos tiempo para teatros de celos ni discusiones de pareja. Hay vidas en juego. ¿Entienden? Así que dejen de actuar como niños pequeños y actúen como los adultos que son, hasta podría decir que Emily está siendo más adulta que ustedes, así que ya basta.

El silencio fue inmediato. Incluso Emily, sentada en silencio junto a Aarón, pareció tensarse un poco más.

—¿Por dónde empezamos? —preguntó Melissa.

Sherry, con su tono profesional y acostumbrado al periodismo, respondió casi de inmediato.

—Debemos recapitular todo. Unir las piezas. Sabemos que Mister SadGuy está atacando a los hijos de quienes causaron la muerte de Gilberto High. Esa es la raíz. Nora fue una de las primeras víctimas. Por eso ella murió.

Scott, a unos metros, bajó la cabeza. Lo vi morderse el labio, tragarse el dolor. Nora era... su todo.

—Luego —continuó Sherry—, Scott fue secuestrado y torturado. Alice fue atacada. Mister SadGuy la acorraló, la apuñaló. Intentó matarla.

—Lo que no entiendo —intervino Courtney— es por qué nosotros también. Me refiero... no somos hijos de esos adultos del pasado. ¿Por qué estamos siendo cazados?

La lista en mi mente se activó como un disparo: Julie... asesinada en la estación de policía. Brandon... asesinado en su propia casa. Dustin... en la escuela. Connor... en su fiesta.
Cierro los ojos. Duele demasiado recordar.

—A Aaron y a mí aún no nos ha pasado nada —dijo Kathy con voz baja pero firme—. A pesar de la teoría de los hijos. Entonces... ¿por qué?

El señor Palmer alzó una mano. —Claramente hay un patrón. No es solo venganza hacia los hijos. Es más profundo. Él quiere destruir todo lo que les importa.
Quiere herir... donde más duele.
Sus seres queridos. Sus amigos. Sus parejas.
Eso los destroza emocionalmente. Los deja vulnerables. Más fáciles de atrapar.
Y de matar.

El aire se volvió denso. Casi irrespirable.
Miré a mi alrededor. Cada rostro tenía una historia. Una herida. Un miedo oculto.
Todos habíamos perdido algo.
Y algunos... lo perderían todo si no detenemos esto.

Sabía que ya no se trataba solo de mí.
Era una guerra.
Y nadie saldría ileso.

El silencio nos rodeaba como una niebla espesa, y aunque estábamos todos juntos en esa enorme sala, lo cierto es que me sentía terriblemente sola. Nadie hablaba por un momento. El peso de lo que habíamos escuchado minutos antes seguía colgado en el aire como una amenaza latente.

Masked Desperation Donde viven las historias. Descúbrelo ahora