El silencio en la habitación era pesado.
Emily me miraba con ojos llenos de confusión, enojo y una pizca de miedo. Había esperado esta reacción, pero aún así, verla así me dolía.
—Gracias, Emily, pero quiero que entiendas algo —dije con voz firme—. Aún eres una niña. No quiero ponerte en riesgo.
Su expresión cambió en un instante. Frunció el ceño y apretó los puños.
—Y vuelves a lo mismo —espetó—. ¡Estoy harta, Alice! Harta de que me traten como si fuera incapaz de entender lo que pasa. ¡Siempre la misma historia! ¡Siempre soy la niña a la que hay que proteger!
Su enojo era real. Lo sentía en cada palabra que salía de su boca. Y de alguna manera, entendía lo que sentía... pero no podía dejar que se involucrara más de lo necesario.
Suspiré, sintiendo una oleada de cansancio recorrerme.
—¿De verdad quieres saber todo? —le pregunté con seriedad—. ¿Quieres conocer la verdad y entender por qué te protejo? ¿Quieres ser mayor y estar en peligro?
Emily asintió sin dudar.
—Bien —murmuré, tomando aire—. Entonces te lo diré.
Y así lo hice.
Le conté todo. Cada detalle.
Le hablé de los asesinatos, de las amenazas, de los mensajes perturbadores, del hombre enmascarado que me acechaba. Le describí cada ataque, cada vez que sentí que iba a morir, cada momento en el que me había preguntado si sería la siguiente víctima.
Emily no parpadeó ni una sola vez. Pero su expresión cambió por completo. El enojo desapareció. En su lugar, su rostro se llenó de preocupación y miedo.
—Dios... —susurró con voz temblorosa—. No tenía idea de que todo esto estaba pasando.
Un silencio incómodo se instaló entre nosotras.
—Perdóname, Alice —susurró de repente, con los ojos vidriosos—. Nunca quise ser grosera ni herirte... Solo... Solo estaba enojada porque todos me ven como una niña pequeña. Desde que papá murió, todos me tratan como si fuera una pobre huérfana que necesita ser cuidada. Pero no soy débil. Sé cuidar de mí misma.
Su voz se rompió en la última frase. Y en ese momento, no pude contenerme más.
Me acerqué y la abracé con fuerza.
Emily se aferró a mí y rompió a llorar. Sus sollozos eran suaves, ahogados, como si hubiera intentado contenerlos por mucho tiempo.
La dejé llorar. Ambas lo necesitábamos.
Después de un rato, cuando sus respiraciones se calmaron, la ayudé a acostarse y la llevé a su habitación. Le acaricié el cabello hasta que se quedó dormida, y luego cerré la puerta con cuidado.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho.
Era momento de obtener respuestas.
Me dirigí a la sala y tomé mi teléfono. Marqué un número que no había llamado en mucho tiempo.
Mi madre.
El tono de llamada sonó dos veces antes de que su voz resonara al otro lado de la línea.
—Hola, Alice.
No me esperaba que contestara tan rápido.
—Hola, mamá... —dije con un nudo en la garganta.
—¿Cómo va todo? ¿Qué tal está Emily y Aaron?
ESTÁS LEYENDO
Masked Desperation
HorrorDespués de una fatídica noche, Rosville es amenazada por un sujeto misterioso con una máscara. Alice Burke y sus amigos se verán involucrados en estas olas de asesinatos; ellos intentarán sobrevivir mientras descubren y detienen al de la máscara ¿Po...
