20 de septiembre
La noche caía con un peso sofocante cuando salí del edificio de la universidad. Sentía el frío del viento cortando mi piel, pero el escalofrío que recorría mi cuerpo no tenía nada que ver con el clima. Desde la llamada del asesino, todo mi mundo se sentía más sombrío, más frágil. No podía evitar mirar a mi alrededor con recelo, cada sombra parecía alargarse con una intención maliciosa, cada rostro anónimo me generaba sospechas.
Kathy y Julie ya me esperaban sentadas en una de las bancas fuera de la facultad. Ambas conversaban entre ellas, aunque sus rostros reflejaban la misma tensión que yo sentía. Cuando me vieron, Kathy me dedicó una pequeña sonrisa, intentando suavizar la atmósfera, pero la preocupación seguía presente en sus ojos.
—¿Lista? —preguntó Julie mientras se levantaba y estiraba los brazos.
Yo solo asentí. ¿Realmente podía estar lista para esto? La comisaría era un lugar que me generaba sentimientos encontrados. Se suponía que era donde podía encontrar seguridad, pero últimamente la sensación de peligro parecía perseguirme incluso en los lugares más resguardados.
Nos dirigimos juntas a la estación de policía. Las calles estaban más oscuras de lo normal, como si la ciudad misma hubiera decidido envolverse en sombras más densas, más amenazantes. A medida que nos acercábamos, los sonidos de sirenas y las luces rojas y azules parpadeando en la distancia me hicieron sentir que estaba entrando en el epicentro del caos.
Cuando cruzamos las puertas de la comisaría, el ambiente se sintió aún más tenso. Policías iban y venían, algunos con expresión grave, otros murmurando entre sí mientras sostenían carpetas llenas de documentos. En la sala de espera había personas con rostros agotados, algunos preocupados, otros desesperados.
El olor del lugar era una mezcla de café rancio, papel viejo y desinfectante. Aunque la estación de policía debía ser un refugio contra el crimen, en ese momento me sentí como si hubiera entrado en la boca del lobo.
—Buenas noches, Aurora —saludó Kathy a la recepcionista, una mujer mayor de rostro amable y cabello gris recogido en un moño apretado. —¿Mi padre está en su oficina?
Aurora sonrió con calidez. Su perfume olía a anís, un aroma reconfortante en medio de tanta incertidumbre.
—Kathy, querida, cuánto tiempo sin verte. Tu padre no deja de hablar de ti cada vez que tiene oportunidad.
—Ya lo conozco —dijo Kathy con un suspiro.
—Déjame ver si ya regresó. —Aurora hojeó un registro y luego miró por encima de sus lentes. —Hubo un robo a mano armada en la 32 de Western hace unos minutos, así que puede que todavía no haya vuelto.
Kathy asintió, pero la preocupación se dibujó en su rostro por un instante antes de que lo ocultara con una sonrisa forzada.
Nos sentamos a esperar. Julie se levantó después de unos minutos para ir al baño, dejándome a solas con Kathy.
—¿Cómo te sientes? —me preguntó en voz baja.
Quise responderle que estaba bien, que estaba soportando la situación, pero la verdad era otra. Tenía miedo. Miedo de la próxima llamada, del próximo ataque, del próximo cadáver.
—Cansada —fue todo lo que pude decir.
Kathy tomó mi mano y la apretó con suavidad, como si intentara transmitirme su fuerza.
Pasaron varios minutos hasta que Aurora nos hizo una señal para que pasáramos a la oficina del señor Palmer. Miré mi celular y noté que Julie aún no regresaba. Le envié un mensaje para avisarle dónde estábamos y luego seguimos a Aurora hasta el despacho.
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Masked Desperation
TerrorDespués de una fatídica noche, Rosville es amenazada por un sujeto misterioso con una máscara. Alice Burke y sus amigos se verán involucrados en estas olas de asesinatos; ellos intentarán sobrevivir mientras descubren y detienen al de la máscara ¿Po...
