Parte 5

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19 de septiembre

El estridente sonido de la alarma me arrancó de un sueño inquieto. Mi cuerpo se sentía pesado, como si la tensión de la noche anterior aún estuviera anclada en mis huesos. Abrí los ojos con dificultad y lo primero que vi fue a Emily, dormida profundamente a mi lado, su respiración pausada y tranquila en contraste con el caos que habitaba en mi mente.

Con un suspiro, me levanté lentamente, sintiendo un leve mareo al incorporarme. Caminé hasta el baño, y al cerrar la puerta detrás de mí, solté un suspiro largo, tratando de aliviar la presión en mi pecho. Me deshice de la ropa y me metí en la ducha, dejando que el agua caliente golpeara mi piel, como si pudiera lavar los recuerdos de la noche anterior.

Pero no podía.

Los rostros aparecían en mi mente como un maldito carrusel de horror. El chico de la máscara. Su agarre brutal en mi pierna. Mis propios gritos desgarrando el aire. El guardia de seguridad... muerto. El repartidor... muerto.

Sacudí la cabeza con fuerza, apretando los ojos.

—No, Alice. No pienses en eso —murmuré, llevándome las manos al rostro mientras el agua se escurría entre mis dedos.

Traté de enfocarme en la sensación de la ducha, en el calor recorriendo mi espalda, en el vapor envolviéndome como un abrazo. Pero la verdad seguía ahí, latente, escondida en cada sombra de mi memoria.

Después de un rato, salí y me vestí con un atuendo que me hacía sentir segura, fuerte, aunque por dentro me sintiera cualquier cosa menos eso. Sabía que el día sería difícil. Miradas inquisidoras. Murmullos. Posiblemente una visita al despacho del director.

Cuando regresé a la habitación, Emily ya estaba despierta, recostada en la cama con su celular en mano, mensajeando a alguien. Al escucharme, levantó la mirada y me dedicó una sonrisa somnolienta.

—Buenos días, Em. ¿Dormiste bien?

—Hola, sí... —respondió distraída, y luego frunció el ceño—. Oye, Alice, ¿por qué tardaste tanto anoche? Solo ibas por la pizza.

Su pregunta me hizo detenerme por un instante. No sabía que nadie le había contado lo sucedido. Supongo que cuando todos se enteraron, ella ya estaba dormida.

—Oh, no fue nada —dije con una sonrisa forzada—. Me encontré con un amigo de la familia y nos quedamos platicando un rato. Ya sabes cómo somos los adultos cuando nos reencontramos con alguien después de mucho tiempo.

Emily me miró con sospecha, pero finalmente asintió y volvió a su teléfono.

Cuando salí de la habitación, las chicas y Gregory estaban en la mesa desayunando. Me uní a ellos por unos minutos, tratando de parecer normal, aunque mi mente no dejaba de divagar.

—Alice, ¿segura que quieres ir a clases hoy? —preguntó Julie con preocupación en su tono.

Melissa soltó una risa sarcástica antes de darle un golpecito en el hombro.

—Ay, Julie, ¿cómo puedes preguntar eso? Sabes que a Alice le encanta estudiar. No creo que lo de anoche la detenga.

—Estoy bien —respondí con calma—. Puedo con esto.

—Pero chica... —intervino Courtney, con su tono característicamente juguetón—. Estuviste a nada de ser asesinada. Y dime, ¿el asesino era guapo? Normalmente, en las películas de terror, los asesinos son atractivos.

—¡Courtney! —exclamaron todas a la vez, indignadas.

Pero yo solté una carcajada. No pude evitarlo. Y al verme reír, ellas también lo hicieron. Fue un pequeño respiro de normalidad en medio de todo.

Masked Desperation Donde viven las historias. Descúbrelo ahora