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Había pasado un mes desde que había vuelto a Corea. Pronto sería el cumpleaños de Jihyo. A la chica no le gustaba celebrarlo y la última vez que estuve en Corea para su cumpleaños, solo le regalé unos lápices, pero este año quería hacer algo más por ella, aprovechando que me habían pagado mi primer sueldo hace poco. 

También me habían vuelto a agregar al chat grupal, todos los días alguna tenía algo que contar, era tan divertido volver a hablar con ellas, estaba muy feliz por eso. Las clases también iban muy bien, me había hecho algo cercana a un par de señoras que me trataban como si fuera su sobrina,  era agradable su compañía. Lo único que me tenía preocupada era la conversación pendiente que tenía con Chae, sabía que debía hablar con ella pronto.

Mamá y papá estuvieron felices de autorizarme a usar la casa para celebrar el cumpleaños de Jihyo, dijeron que sería un placer volver a ver a las chicas y que no tenían problema con que bebieran alcohol, después de todo ya éramos mayores de edad. Ya había avisado a las chicas por el chat que reservaran la noche del viernes de esa semana, no sería una sorpresa, pero Jihyo estaba agradecida de todas formas. Las demás transfirieron algo de dinero a mi cuenta y con eso había comprado alcohol y comida.

Decidí faltar esa tarde a la escuela, nunca lo hacía, pero ahora era por un motivo importante. Además de que tenía que pasar a buscar el pastel que encargamos, debía comprar el regalo que le daríamos entre todas. Pensando en lo mucho que debía estudiar Jihyo y en las horas que pasaba sentada haciéndolo, con Sana hablamos de comprarle un respaldo para silla masajeador, así que sabía exactamente dónde ir para comprarlo.

Quedé de encontrarme con Sana en el centro comercial, pero me avisó que tuvo que hacer algo en la universidad, que llegaría directo a mi casa para ayudarme a decorar. Primero fui a buscar el pastel y después de recibirlo y confirmar que todo estaba bien, caminé hasta la tienda donde tenían el respaldo. Lo compré y con algunas complicaciones, logré agarrarlo, poniendolo debajo de mi brazo, era una caja algo pesada y además llevaba el pastel en la otra mano.

Iba caminando por el pasillo con dirección a la salida cuando me di cuenta de que quizás no resistiría el peso de la caja hasta la parada de buses, la caja comenzó a deslizarse lentamente de mi agarre. Me preparé para que cayera al piso y poder levantarlo, pero alguien lo tomó antes de que ocurriera.

—Gracias —dije, antes de ver la cara de la persona que acababa de ayudarme.

—No te preocupes —respondió el chico.

Que mala broma del destino que el chico que tenía frente a mi, era quien reconocí como el novio de Chaeyoung. Era bastante alto y delgado, pude ver que tenía tatuajes en sus dos manos. Y como si no bastara con eso, justo detrás de él pude distinguir a la pequeña Chaeyoung, mirando confundida la escena.

—¿Mina unnie? —preguntó al percatarse que era yo.

—H-hola —saludé nerviosa.

—¿Tú eres Mina? —preguntó sorprendido el chico— Tienes que irte —dijo inquieto.

Myoui Mina, indeseable número uno de Corea.

Entiendo que no le cayera bien, pero qué descortés echarme así.

—Escucha, tienes que irte ahora mismo... —dijo seriamente Chaeyoung—. Woobin, ¿puedes acompañarla hasta la parada de buses? —le habló al chico.

—Sí, no hay problema —accedió apresuradamente.

—Un momento —jalé de la caja que el chico intentaba tomar—. ¿Por qué me están echando? No es que yo quisiera topármelos, solo estaba haciendo unas compras.

—No, no estás entendiendo —Woobin tiró de la caja.

—Mina unnie, si te quedas aquí eres mujer muerta.

Malentendido 2 (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora