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Chae apretó los puños y saltó desesperada sobre Jungsu. Woobin la agarró con una mano, evitando que la chica llegara hasta el otro.

—¿¡Qué te pasa, Chaeyoung!?

—¡Suéltame! —gritó descontrolada— ¡Voy a darte una paliza, hijo de puta! —intentaba soltarse del agarre de Woobin, que la levantó en el aire, mientras la chica pataleaba para soltarse.

—¡¿De verdad invitaste a este idiota?! —lo cuestionó Jeongyeon.

—¡Sí, es mi amigo! ¡¿Qué pasa con eso?! —preguntó Woobin, confundido y molesto.

—¡Es un maldito abusador! —gritó Chae— ¡Sácalo de mi casa!

—¡No entiendo! —Woobin la dejó bruscamente en el suelo— ¡No te muevas! —ordenó.

Chae se quedó quieta, pero aún fruncía el ceño mientras miraba a Jungsu.

—Intentó abusar de Mina cuando íbamos en la escuela —explicó Tzuyu.

Todos voltearon a mirarme.

—¡F-fue hace mucho tiempo! ¡Ya pedí disculpas! ¡Me equivoqué! —se defendió el imbécil.

—Ya está —dijo Woobin, encogiéndose se hombros.

—¿Qué? —preguntó Chae indignada.

—Es pasado, el pasado pisado, ¿no? —la miró intensamente.

—S-sí... —contestó, agachando la cabeza.

—Bien, entonces se acabó este alboroto.

—Traje esto —el chico sacó una bolsa del bolsillo de su chaqueta, estaba llena de cogollos de marihuana.

—¿Ya ven? Este chico es buena onda... ¡Que siga la fiesta! —animó Woobin.

La música volvió a sonar, las luces se apagaron y el chico agarró a Jungsu de un brazo y lo arrastró a la cocina.

Chae seguía de pie estática, al igual que yo. Las chicas se acercaron a ella, para reclamarle por el hecho de que Jungsu estaba en su casa como si nada. Chae las ignoró y caminó hacia mí.

—Mina —llamó, su cara mostraba lo preocupada que estaba—. Lo siento, de verdad, no sabía que él vendría, te lo prometo.

—Lo sé —mi garganta estaba seca, suspiré—. No es tu culpa...

—S-si quieres puedo ir a hablar con él de buena manera y pedirle que se vaya.

—No te preocupes, nosotras estamos afuera, no vamos a toparnos de todas formas...

—De verdad lo siento —puso su mano sobre mi hombro, yo miré su mano y luego volví a mirarla a los ojos, provocando que la quitara.

—Ya no importa, no va a hacerme nada —me encogí de hombros.

—No sabía que habías llegado... ¿Necesitan algo? —se giró para mirar a las chicas que estaban a un par de metros de nosotras, para darnos espacio.

—Ahora que lo mencionas... —Momo no pudo completar su oración, pues Jeongyeon le pegó un codazo.

—Aparte de que saques a ese infeliz de tu casa...

—Quizás...

—¿Puedes conseguirnos marihuana? —pregunté directamente.

—Ah... sí, claro... espérenme aquí —asintió varias veces, mientras apretaba los labios.

Caminó hasta la cocina. Las chicas me miraron sorprendidas.

—¿Qué? —alcé las cejas, mirandolas de vuelta— Ahora sí que voy a necesitar de esa marihuana —me excusé.

Malentendido 2 (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora