Malentendido 2 (Michaeng)

30

Subí intentando meter el menor ruido posible. Me acerqué a la puerta de la habitación de Chaeyoung. Me pegué a la puerta para escuchar, pues la música se escuchaba hasta arriba. Escuché algunos jadeos, después una risita que supe enseguida que era de Chaeyoung. Algunos sonidos de besos... 

¡Nop! Yo no debía estar ahí. 

Estaba a punto de irme, cuando escuché la voz de Woobin.

—Por favor —dijo con un tono cariñoso.

—¡No! —rio Chaeyoung.

—Vamos, Chae, llevamos juntos cuatro meses...

—No estoy lista —susurró la chica.

—Si lo estás —el chico rio.

—No, además estás drogado y yo también.

—¿Y qué? ¡Así se sentirá mejor!

—N-no quiero, lo siento.

Woobin suspiró.

—Chaeyoung, te organicé una fiesta con todas tus amigas, ¿qué más quieres que haga?

—No quiero que hagas nada, es solo que aún no estoy preparada.

—¡¿Y cuándo lo estarás?! —levantó el tono, se escuchaba molesto.

—No lo sé —contestó, con evidente miedo en su voz.

—¡Dime cuando! —vociferó el idiota.

Las cosas se habían puesto raras de un momento a otro.

—Perdón —sollozó ella.

—Entonces hazme sexo oral al menos, lo merezco.

Estuve a punto de abrir la puerta y patearle la cara.

—B-bien... —contestó con desgano.

"No, Chaeyoung, ¡no lo hagas!" pensé, pero me quedé quieta, no sabía qué hacer.

Escuché algunos sonidos que pude imaginar lo que significaban...

—¡Auch! —se quejó ruidosamente— ¡Ni si quiera esto sabes hacer bien!

—¡Lo siento! —exclamó Chae, su voz temblaba.

—Ya déjame hacerte el amor, Chaeyoung —dijo descaradamente el chico—. Deja de resistirte, va a ser más fácil para los dos.

—Woobin, por favor, no quiero —rogó.

—Quítate la blusa —ordenó.

—Woobin, estás drogado y ebrio, no sabes lo que estás haciendo.

—¡Que te la quites!

¿Debía entrar en ese momento?

—B-bien, p-pero por favor, no me hagas hacer lo otro.

—Cállate y obedece, Chaeyoung.

—Te prometo que mañana podemos hacerlo, cuando estés sobrio, te lo juro.

—Soy la burla de mis amigos por tu culpa.

—¿Qué dices?

—¡Llevamos cuatro meses saliendo y no hemos tenido sexo! ¡¿Sabes cómo se burlan de mí los chicos?!

—¿Y ellos como saben que no lo hemos hecho?

—¡No importa! ¡Quítate los pantalones!

—No quiero —lloriqueó.

—¡Quítatelos!

Ahora, tenía que entrar y detener todo.

—Woobin... —susurró suplicante.