55

388 60 7
                                        

Con algo de dificultad me levanté y avisé que iría al baño. Recorrí el pasillo que llegaba al baño y entré por la puerta de mujeres. Mis pasos eran erráticos, estaba consciente de lo que sucedía a mi alrededor, pero mi cuerpo no cooperaba mucho. Cuando entré, me encontré con Chae lavándose las manos frente al espejo.

—Oh, hola —saludó con una gran sonrisa, mirándome a través del espejo.

Me acerqué y la abracé por la espalda.

—Hola, preciosa —susurré en su oído.

Miré nuestro reflejo y me perdí en la pequeña sonrisita que mantenía en su cara al vernos también.

—¿Viniste a usar el baño o a buscarme? —preguntó, agarrando mis manos que descansaban sobre su vientre.

—A buscarte, porque te extrañaba mucho.

—Solo me fui cinco minutos —rio.

—Más de lo que puedo soportar separada de ti.

Con gentileza quitó mis manos y se dio la vuelta para mirarme de frente.

—Estás bastante ebria, ¿no?

—¿Por qué?

—No se, yo lo estoy —seguía riendo.

—¿Lo estás pasando bien al menos?

Asintió con los ojos cerrados.

—Muy bien —contestó.

—Me alegra, estaba preocupada por ti, después del veredicto pensé que estarías muy desanimada —se me enredaba un poco la lengua y hablaba lento, pero como dije, estaba consciente de todo y mis palabras eran sinceras.

—SÍ me pone triste, pero por hoy decidí no pensar en ello y solo divertirme.

—Cuando quieras hablar de ello, sabes que voy a escucharte, aunque sea solo para quejarte de lo injusto que es todo.

—Lo sé, amor, eres la mejor —agarró mi cara con sus manos y me acercó para darme un cariñoso beso.

Sonreí en medio de aquel beso que poco a poco se fue haciendo más profundo. No sabía si mi lengua estaba dormida por el alcohol o por el roce con la de la chica, pero lo que si sabía era que quería más de esa sensación. Mis manos se movieron solas y bajaron por el cuerpo de Chae, pasando por su trasero y llegando a sus muslos, ahí aproveché de levantarla y sentarla en el lavamanos. Mi respiración se agitó, al igual que la de ella, que se aferraba con fuerza a mi cuello, como no queriendo dejar que me alejara. Metí mis manos bajo su blusa y comencé a acariciar la piel de su cintura y su espalda, consiguiendo que la chica soltara pequeños jadeos al tacto. Dejé el beso solo para comenzar a besar y succionar su cuello, ella se retorció levemente y bajó sus manos hasta mis caderas, tiró de mi para acercarme más. Sus piernas abiertas a mis costados me abrazaron con fuerza, imposibilitando por completo que yo me separara. Ahora su pelvis y la mía estaban juntas y sin darme cuenta comencé un leve movimiento de vaivén, provocando que nos frotásemos. Chae dejó salir un pequeño gemido. Estábamos inmersas en lo nuestro, cuando escuchamos una de las puertas de los cubículos abrirse y nos detuvimos al mismo tiempo. Miramos a la chica que salía del baño, que parecía ignorarnos por completo, pero cuando volvimos a mirarnos, no podíamos con la vergüenza, se notaba en nuestras rojas caras.

—Lo siento, me emocioné un poco —la ayudé a bajar.

—Yo también... —dijo, tratando de regular su respiración— Pero no me arrepiento.

La miré sorprendida.

—Ven —tomé su mano con valentía.

La guie hasta uno de los cubículos vacíos y nos metimos adentro. Cerré la puerta y la miré, esperando una reacción.

Malentendido 2 (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora