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Eddie y Florence están frente a frente, él la observa, ella se deja observar, ha sido un beso tan falso, pero a la vez tan real, que ella no sabe bien cómo sentirse al respecto. Eddie pide dos botellas de vino, no hablan, él come como si hubiera estado encadenado.
—Tu hermano se parece a ti—rompe el silencio con aquella frase—son muy parecidos.
—Lo somos— dice la chica responde, ve cómo Eddie echa más vino a su copa.
—¿Qué opinas del beso? fue algo de sorpresa. Espero que hayan tomado más de una foto— lo dice como si fuera la cosa más graciosa del mundo.
—Me reservaré los comentarios— dice la chica, Eddie hace un gesto de no creerle demasiado, una vez acaba su comida, deja los cubiertos sobre la servilleta de género y termina su copa de vino para abrir la otra.
—¿Qué haces cuando acabas tu farsa conmigo?— pregunta. La pregunta es incómoda, Eddie genera un ambiente poco grato para la chica— ¿A qué te dedicas? ¿Qué hacen tus padres?
Un malestar comienza en el estómago de la chica, quien odia hablar de su familia, nunca le ha gustado, de partida porque de su padre no sabe ni lo más mínimo, y, además, porque recordar a su madre se le hace algo poco grato.
—No conozco a mi padre, y...mamá trabaja en una cafetería— lo dice mirando al piso, le miente, no puede decir una mentira y a la vez mirar a los ojos.
—¿En qué cafetería?— pregunta el chico, no le importa cuál sea, sólo lo hace para hacer algo más larga la conversación.
—No lo recuerdo bien. Mi cabeza está siempre por las nubes— la chica resopla, cree que posiblemente Eddie sospeche algo.
—Comprendo—dice el chico, echa más vino a su copa, Florence lo nota.
— ¿Siempre bebes tanto?— pregunta sin tapujos.
—¿Siempre preguntas tanto?—responde él, su cara no es la más amigable— Agradece que te he invitado a cenar a un ligar lindo. Si fuera por mí, estaría en casa viendo la televisión, pero a Willy se le ocurrió que es mucho mejor perder mi noche contigo.
—Vaya, la sinceridad es lo tuyo— dice la chica, no le sorprende, no espera nada de Eddie, sólo quiere que las dos horas finalicen, así ella puede volver con Mikey y llegar juntos a casa.
Eddie toma su mano, caminan por el restaurante, mantiene con firmeza sus caderas y le abre la puerta para que pueda salir primero, él parece cuidarla de los flashes, ella tapa su rostro, y ambos suben al coche, donde los espera el chofer.
— Esos hijos de puta hacen lo que fuera por un poco de dinero. Qué hijos de puta tan insignificantes— lo dice una vez se quita las gafas. Florence sabe de que Eddie ha bebido algo de sobra, lo sabe por sus ojos y por el color algo morado que descansa en la piel muerta de sus labios, Eddie pasa su lengua por sus labios, le sonríe a Florence, están sentados frente a frente, abre el cooler, y saca una cerveza— ¿Quieres una?— ella niega con la cabeza, y él se encoge de hombros— Necesitas el dinero, ¿No es así?— le hace la pregunta, para después esbozar una sonrisa que ella la percibe como malvada, ella quisiera que Eddie fuera algo más fácil de tratar.
