25: una mañana extraña

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Eddie y Florence yacían juntos en la cama, sus cuerpos están entrelazados en un abrazo cómodo

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Eddie y Florence yacían juntos en la cama, sus cuerpos están entrelazados en un abrazo cómodo. La lluvia golpea suavemente contra la ventana, creando un sonido relajante para ambos. Eddie, con el cabello alborotado y la barba incipiente de un par de días, se despierta con una sonrisa perezosa. Sus ojos oscuros brillan mientras observa a Florence, cuyo rostro se ve relajado. Las sábanas desordenadas podrían dar algún testimonio intenso de la noche anterior, pero simplemente durmieron.

Florence, con mechones de cabello sueltos cayendo delicadamente sobre su rostro, se acomoda en el pecho de Eddie. Puede sentir el ritmo calmante de su respiración, se crean destellos plateados por la luz de la mañana nublada. Aquella cama de Eddie es como un santuario, una realidad alterna en la que nada importa demasiado, ella quisiera quedarse eternamente ahí y olvidar los problemas. Mientras la lluvia persistía afuera, Eddie y Florence se quedaron en silencio.

Con delicadeza, la chica  se desliza suavemente de la cama, dejando atrás el abrazo de Eddie mientras murmura:

—Buenos días— dice ella.

—Buenos días—dice Eddie, la luz de la mañana ilumina la habitación. Él, aún en la cama, observa con una sonrisa mientras Florence se dirige al baño. El sonido del agua que corre indica que ya debe estar en la ducha. Mientras ella está en el baño, Eddie aprovecha el tiempo para pensar acerca de que había olvidado la última vez que despertó feliz.

Después de unos minutos, Florence regresa, con el cabello húmedo y envuelta en una toalla. Su presencia parece iluminar la habitación, y Eddie la admira con una mezcla picardía y felicidad. La lluvia sigue golpeando en la ventana, dando el sonido perfecto para aquel momento. Florence, lista para iniciar el día, se acerca a Eddie para darle un tierno beso en los labios.

—Quisiera quedarme la mañana completa acá contigo, pero ya sabes, debo ir a la universidad— le dice la chica.

—¿Segura que quieres irte tan pronto? La cama aún está tibia y la lluvia afuera hace que sea perfecto para que te quedes— ríe despacio.

— Eddie, sabes que tengo que ir a clases— lo dice riéndose.

— Clases, clases. Podemos aprender muchas cosas aquí también— lo dice como si fuera un niño mimado.

— Y ¿qué aprenderíamos aquí? — arquea una ceja entre risas.

—Puedo enseñarte algunas lecciones de cómo hacer la lluvia se sienta aún mejor— lo dice entre risas, con picardía en su rostro.

—Eres un tentador irresistible, pero de verdad debo irme...— ella asegura que la toalla se mantenga firme. Le da un beso en los labios—No tardaré mucho.

— Sigo insistiendo en que la lluvia ahí fuera puede esperar, y seguro que tus clases también. En serio este colchón en la mejor opción que tienes...—la mira de pies a cabeza, juega con los anillos de sus dedos.

lavender haze , Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora