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Los días pasaron desde el tenso encuentro entre Eddie y Florence, y ahora Eddie se encontraba listo para llevar a Florence a una cena en casa de sus padres. El nerviosismo se apoderaba completamente de él. La comunicación entre ambos ya no es lo mismo, él ya no la busca porque sí, aunque quisiera, sabe que en la última discusión se le pasó la mano.
Luce un traje color azul marino, y corbata, decidido a causar una buena impresión en la cena familiar, su familia es algo particular y tiene miedo de cómo Florence reaccione a eso. Ella acuerda un punto de encuentro, últimamente los días han estado más llevaderos sin la presencia de Xavier en casa, su madre lo corrió tras el problema de la deuda. Lo espera en una parada de bus, no quiere que un auto lujoso entre a un barrio pobre, aquello causaría las especulaciones de sus vecinos que poco tienen que hacer durante el día.
—Florence...hola— se baja del coche y abre la puerta—Te ves bien.
—Gracias, Eddie. Tú también te ves bien— responde el chico. Eddie ofreció su brazo y Florence lo tomó, sellando momentáneamente una tregua en su complicada relación mientras se dirigían al auto. No se hablan, no pueden hallar la manera de encontrar un tan sólo punto de inicio de conversación.
Durante el trayecto hacia la casa de los padres de Eddie, la atmósfera se llenó de una mezcla de nerviosismo. Eddie condujo en silencio, y Florence jugó con la tela de su vestido, pensando en cómo afrontarían esta cena familiar. Al llegar caminaron hacia la entrada de la casa. El vestido azul de Florence se movía graciosamente con cada paso, un contraste con la formalidad de la ocasión y la historia complicada que compartían.
La casa de los padres de Eddie era esa típica casa de ricos de película. Rodeada por exuberantes jardines meticulosamente cuidados, era como una mansión que se alzaba majestuosamente, una obra de arte de la arquitectura clásica.
Las puertas dobles de entrada, talladas, se abrían hacia un impresionante vestíbulo de mármol. Florence miraba aquello como si fuera de otro mundo, tan sólo ese vestíbulo era más grande que su casa entera. Un candelabro colgante desde lo alto proporcionaba una iluminación tenue y elegante. Las paredes estaban salpicadas de retratos familiares que eran un testigo de la historia y el estatus de los padres de Eddie, y de la familia entera.
El comedor, donde tendría lugar la cena, era una mesa larga, llena de comida, rodeada de sillas tapizadas en terciopelo oscuro, vajilla de porcelana fina y cubiertos de plata que relucen bajo la luz.
Mientras Eddie y Florence avanzaban por este enclave de lujo, se daban cuenta de que la cena no solo sería una reunión familiar, sino también un encuentro con un mundo completamente diferente para ella, y en sus pensamientos más intrusivos, Florence cree que jamás en la vida ellos dos podrían ser compatibles. Ella, hija de una prostituta y él, el rebelde hijo de una familia poderosa. La cena prometía ser la tan ansiada instancia de que sus padres conozcan a la ''chica'' de su hijo, mientras Eddie y Florence trataban de mantener las apariencias.
